Hay que ser tolerante con todas las maneras de decorar, incluidas las que detestamos. Lo primero, por tanto, pedir perdón a todas las personas que gustan de decorar sus
furgos con incrustaciones, cortinas de encaje y borlitas colgantes… o cualquier otra especie de adornos clásicos, barrocos y retorcidos.
Cada cual tiene sus gustos. El minimalismo gris alemán no es ningún dogma.
Una de las cosas que más nos ha horrorizado desde que tenemos la
Marco Polo es esa
feísima banda de plástico barnizado que imita a la conocida
raíz de nogal, también disponible en opción para revestir el salpicadero.
El maestro
Anacoreta, por poner un buen ejemplo, ya hizo su transformación de ese paño revistiéndolo con su decoración favorita
en este brico.
Nosotros, aunque lo estábamos deseando, todavía no nos habíamos
subido al carro de quitar de nuestra vista esa banda marrón, pero ... hemos descubierto por casualidad que esas piezas
van simplemente pegadas y se pueden arrancar perfectamente sin deteriorar nada
empleando un destornillador de
vástago largocon el que forzar el arranque del
adhesivo de doble cara que las mantiene fijadas a los muebles.
Sale muy limpiamente. Como mucho hay que retirar con algodón y etanol algún pequeño resto de pegamento con toda facilidad. Y no se roza nada.
En realidad no se trata de un adhesivo de doble cara sino de
dos: uno normal en doble banda paralela
y otro
textil que es el que verdaderamente une la incrustación a las caras de los armarios.
Precisamente esa película textil, muy parecida a lo que llamamos
cinta americana, es la que nos permite
no arañar la superficie que vamos a dejar vista, siempre que introduzcamos el destornillador entre ella y las cintas paralelas de doble cara.
Para retirar los adornos de los
cajones, es
mejor desmontarlos aflojando los tornillos interiorespara
no forzar los carriles telescópicos
y también para poder seguir despegando los segmentos del frente de la
nevera y del
armario grande con un buen ángulo de trabajo.
Por cierto: al apalancar sobre ese frontal de la nevera, proceded sujetando con la otra mano
con cuidado para no arrancar el soporte del armazón.
Las piezas que retiremos, podemos guardarlas para volverlas a poner acaso cuando vendamos la
furgo,
o bien para
pintarlas a pistola de otro tono, o para cualquier otro fin.
Lo cierto es que sin ellas, simplemente, sin necesitad de añadir nada más, queda perfecto para nuestro gusto. Que no tiene por qué ser el de otros.
También, aprovechando que queda una especie de trinchera rehundida donde antes se alojaban estas tiras,
podemos pegar otras piezas de acetato o poliestireno
de colores o cromados, de venta en almacenes de plásticos.
src="http://pagead2.googlesyndication.com/pagead/show_ads.js">