Apuntes de un viaje a Argelia

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5.11 La revolución de los Tuareg: Ya volveremos

Nuestros amigos nos comentan que los mismos guardias de la frontera les aconsejaron no ir al sur hacia Tamanrrasset  porque estaban teniendo muchos problemas con los tuareg.

¡Ui,ui!, esto tiene mucho que ver con las explicaciones de Hassan. Después de darle muchas vueltas al tema -porque cuesta renunciar a una parte del viaje-, decidimos que haremos caso no fuera que tuvieramos un disgusto. Quien sabe, quizás será la excusa para volver en otra ocasión.  Ir al "Tassili" era uno de los objetivos que nos habíamos marcado y como sabemos que es precioso...pues ya volveremos.

Yo, desde la primera noche en que acampamos,  con aquella salida de luna que me llegó al alma, tengo la sensación que volveré muchas veces. No pienso que quiero volver sinó que siento interiormente la necesidad de volver.
Dicen que este continente provoca impresiones fuertes que tanto pueden ser de odio como de enamoramiento, pero lo que está claro  es que nunca te deja igual  o indiferente, te marca profundamente....................para expresar este sentimiento dicen que "Africa te ha atrapado", y es lo que me ha pasado a mí, que me ha atrapado y yo ya me dí cuenta la primera noche...........................
............Hay que decir que a mis hijos les ha pasado una cosa semejante. El mayor, que en un  principio no quería venir no para de decirnos lo que se habría perdido, y el pequeño está muy contento.

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Entramos al hotel. Aún es más lujoso y monumental que el de Benni-Abbés y dentro está lleno de alfombras, tapices y sillones por todas partes. El comedor está preparado con unas mesas adornadas con velas y flores. Las luces están apagadas para crear ambiente. Parece perfecto pero una música ensordecedora  lo estropea todo. Realmente no se puede aguantar. ......................Nos hemos sentado pero no podemos hablar ni con el de al lado..........la música es en directo a cargo de un grupo local. Por las dimensiones del comedor no sería necesario ni un micrófono. Para ellos es muy importante, pertenecen a una nueva corriente que fusiona la música tradicional con la electrónica. A este nuevo estilo le llaman "Rai". Tienen un montaje de cables como para dar el concierto al aire libre. El sonido resulta tan demencial que molesta incluso a una amante de la música como yo.

El batería se anima tocando, otro se ocupa de una pandereta gigante llena de plaquetas metálicas y a veces le da a un pandero de grandes dimensiones como si lo quisiera reventar. Todo unido produce un sonido tan sucio y estrepitoso  que sirve de base a dos guitarras electrificadas, a un teclado electrónico y a un cantante -micrófono en mano-  que fuerza la garganta para pasar por encima de todos los decibelios que le tapan.
En algún momento de la noche pienso que me levantaré y me iré, pero me sabe mal y aguanto.
Después de la cena -ya medianoche- nos vamos hacia el  camping hablando tranquilamente -ahora sí- con nuestro amigos, y los hombres que encontramos por la calle no dejan de mirarme y se quedan boquiabiertos de ver una mujer  sola entre tantos hombres y a estas horas.
A nuestros amigos, una vez en el cámping les entra la vena navideña y les da por cantar villancicos, cava, turrones........nosotros lo dejamos para otro año y nos vamos a dormir. Hoy sí que será todo un lujo. Por fin hemos puesto las dos tiendas y podremos descansar bien anchos. ¡Qué gusto! Ya dentro del saco tengo los ojos cerrados y me gustaría dormir pero mi cabeza se entretiene pensando en las cuatro noches  que llevamos fuera de casa: las dos primeras las pasamos conduciendo, la tercera nos tumbamos apretados en una sola tienda, la siguiente congelada en la habitación de un hotel, y hoy ya nos hemos bien aposentado. Ni tan solo notaremos si el suelo está duro  o blando, si hay alguna piedra en la espalda...simplemente el hecho de reposar será un placer y dormiremos de tirón hasta la mañana siguiente. ¡Parece que hace mucho tiempo que salimos de casa!

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6 - DÍA 25 DE DICIEMBRE

6.1 Navidad
Hoy es navidad pero aquí es un día como cualquier otro. Cuando era pequeña estas fiestas me gustaban mucho y todo lo que se hacía era como una especie de ceremonia. Cada momento tenía su representación: ir a misa del gallo, felicitarse para desearse paz, escribir postales a las amistades, comer turrones, hacer el pesebre...
A medida que he ido creciendo, estas fiestas han perdido el significado para mí. No entiendo porqué tenemos que enviar postales y felicitaciones cuando llega el día de hoy. No veo porqué en un día concreto todo el mundo tiene que ser bueno, feliz...Yo pienso que la vida es un día detrás de otro y que es en las pequeñas cosas cotidianas donde hay que demostrar la paz y el cariño a los demás.
Es como si al hacerme mayor hubiera descubierto con decepción que éstos días no son lo que me habían dicho y hubieran perdido la magia que los rodeaba. Puedo decir que casi me deprimen un poco. Me  hacen sentir dentro de un remolino que no puedo controlar, y que todo va solo: la colocación de las luces en las calles, los escaparates, los villancicos por los altavoces, los anuncios consumistas...
Este año me he sentido liberada de todo esto. Es curioso que esta reflexión la haya hecho el único año  que, tan lejos de casa, no lo he celebrado. Creo que  sentirme aligerada de este peso me ha hecho consciente. Me refiero al peso de estos hechos que suceden año tras año,  cargados de intereses, disfrazados de buenas palabras y de buenos deseos y, que no se pueden esquivar, porque están presentes  en el ambiente de nuestra sociedad.

Solo me sabe mal por la família, por los abuelos. Seguro que nos encuentran a faltar y mucho. No han podido entender que faltemos en estas fechas. Para contrarrestar, procuraremos llamar por teléfono -si es posible-, para darles un poco de satisfacción.

Es temprano, justo me acabo de despertar y por ser que hace poco que he abierto los ojos estoy muy filosófica. Saco la cabeza por la puerta de la tienda y veo un montón de pajaritos que se pasean y se acercan. Los observo un ratito y los encuentro muy confiados, no se asustan ni se apartan aunque me mueva.
Los amigos de nuestra ciudad ya lo están guardando todo.........Nos despedimos..........nos aconsejan que tengamos cabeza y que no nos compliquemos la vida asumiendo riesgos innecesarios...........es posible que nos reencontremos en Ghardaia.

Hoy vamos a dar una vuelta por la "Sebka". Nos sentimos un poco extraños porque siempre hemos ido a nuestro aire con la compañía de mapas y brújulas, pero este chico acompañó ayer a nuestros amigos y nos convencieron para que nos hiciera de guía.
Nuestro guía ya está aquí. Es un chico que trabaja en el camping. Por su apariencia nos impresiona un poco: la ropa muy rota, los zapatos dejan ver los dedos de los pies -bastante habitual en este país-, ni un diente de color blanco -como a la mayoría-. Sus facciones son muy bastas y su aspecto muy destartalado. Como muy bien dice el tópico, las apariencias engañan. El chico es muy paciente, amable y simpático y nos acompaña todo el día a lugares que cree que nos gustaran.
Está afónico y dice que es de la fiesta de ayer, de acostarse tarde,  de beber y de fumar. Nos lo explica con toda la satisfacción del mundo, como si fuera una heroicidad. Dice que las leyes coránicas son muy radicales y, por eso, los jóvenes quieren hacer exactamente lo que está prohibido. Lo que más me sorprende es el ingrediente de orgullo  y el que hacerlo signifique: "ser moderno".

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6.2 Una vuelta por la “Sebka”

Salimos de Timimoun callados mirando por la ventana  y, de momento, nadie sabe qué decir. Por el camino encontramos una caravana de camellos y paramos a verla. Cada uno de ellos lleva un cargamento de “drinn” (especie de matojo seco) y nos explica el caravanero que cada camello se come lo que lleva el de delante suyo y, que ésto, es básico para su subsistencia en el viaje.
Seguimos nuestro itinerario y paramos en un lugar desde donde podemos admirar toda la Sebka. Se trata del que había sido el lago Lybia. Un inmenso lago salado que ahora está seco. Es la región más deprimida que queda entre el Atlas Sahariano y la hamada del Tademait. A nuestros pies y hasta donde se pierde la vista hay un abismo que es el que había sido años atrás el fondo del lago. Es muy grande y en su interior se ve arena muy fina y algunos puntos verdes a diferentes niveles que son oasis, recuerdo testimonial de cómo el lago se fue desecando a lo largo del tiempo.
Es temprano  y la luz que hay da a este lugar una claridad especial. La arena se ve dorada con formas onduladas y se amontona a los lados. Si no fuera por su color podría parecer un manto de nieve polvo acabada de caer esta madrugada.
La visión de esta panorámica es magnífica. Nos da la sensación de estar viendo una cosa preparada y hecha a medida para gustar. Hacemos fotografías y continuamos en coche por la arena hasta un pueblecito colgado en unas rocas –que ha estado construido aprovechando las mismas piedras- de manera que queda totalmente mimetizado con el paisaje. Debajo de las rocas hay una cueva natural muy grande y honda...................

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En estas rocas hay las casas mimetizadas

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6.3 Aprovechamiento del agua: Las “Foggara”

Seguimos un camino de arena que nos lleva hasta un poblado que hay en un oasis cercano. Aquí dejamos el coche y caminamos bastante. Delante tenemos unas palmeras altísimas que hacen sombra a unos huertos muy verdes y muy bien cuidados,  de donde sacan  tomates, zanahorias, lechugas y árboles frutales, sobretodo: limones y mandarinas. Al fondo hay unas rocas y un enjambre de casas pegadas a ellas que no se distinguen hasta que llegas.
De lejos veo venir una mujer bereber. Sus vestidos de mil colores me han robado el corazón y, espontáneamente le hago una fotografía. En el mismo momento, la mujer se ha tirado al suelo gritando y pegando puñetazos y patadas a la arena.
Primero me asusto. No me acordaba que no les gusta pero la reacción ha sido desmesurada. Le pregunto al chico que nos acompaña el porqué de esta actitud y me explica que son antiguas supersticiones: piensan que la cámara se les lleva el alma.

Pasando por unas callejuelas muy estrechas de este pueblo, veo a la chiquillería reunida en el patio de una casa. Están todos sentaditos en el suelo y en silencio como si escucharan alguna cosa importante. Nuestro amigo me explica que estos días los niños ya tienen vacaciones de la escuela pero siguen yendo diariamente a recibir las enseñanzas coránicas. Le pregunto si él también tiene que ir y no hay manera de sacar agua clara de sus explicaciones, pero hace un gesto que me hace suponer que no le gusta mucho.

Las casas de estos pueblos son muy diferentes a las nuestras. En nuestra cultura los pueblos tienen casas con puertas y ventanas que dan una sensación acogedora. En cambio aquí ves unas casas cuadradas pequeñas, bajitas, a menudo separadas de las otras y con el techo plano, hechas de ladrillos  de  arena cocida al sol y colocadas de forma irregular. Parece que no están acabadas e incluso que tengan que desplomarse de un momento a otro. No se ve ninguna ventana exterior. Por una puerta pequeña se accede a un patio y, es en este patio, donde dan todas las habitaciones.
Esto tiene una explicación lógica. Las paredes exteriores son lisas y sin aberturas para evitar la arena que lo invade todo  movida por el viento y se puede filtrar por cualquier rendija. Es una forma de construir práctica y adaptada al medio y, una estrategia para protegerse. Comprendo que es natural y necesario que se haga de esta forma pero también es cierto que estos pueblos, en primer momento, parecen hostiles y desordenados.

Cuando hemos pasado por delante del patio donde habían los niños recibiendo lecciones del Corán, como estaba la puerta entreabierta, he hecho la acción de sacar la cabeza para mirar. Quizás es deformación profesional porque soy maestra pero me ha hecho mucha gracia poder ver como lo hacían. Mi marido, que caminaba detrás de mí, y ya se esperaba mi reacción, me ha estirado del jersey y me ha dicho: -¡Ni se te ocurra! ¡-Se lo van a tomar como una falta de respeto! Pienso que tiene razón y paso de largo mientras oigo a los niños recitar y repetir unas cancioncillas que suenan  todas iguales a mi oído.

Ya a la salida del pueblo encontramos las “foggara” que buscamos. Son conducciones de agua que discurren a través del desierto para transportarla hasta el oasis. De agua –nos explica- en contra de lo que se pueda pensar, hay mucha, pero está en el subsuelo. El trabajo es canalizarla, hacerla salir a la superficie y llevarla hasta donde sea necesaria. A veces puede ser a kilómetros de distancia. Algunas de estas conducciones, construidas por esclavos, datan de la época de los romanos.
Ahora, a años luz de aquellos tiempos, nos lo miramos y lo encontramos casi inexplicable de tan complicado. Nos explica nuestro amigo que los ingenieros de una universidad  europea lo han querido estudiar y se han vuelto locos para comprenderlo. Donde llega el agua al oasis hay un sistema para distribuirla equitativamente. El líquido va pasando  por unos conductos hechos con arena humedecida prensada y secada con el sol,  que van a parar a los huertos. En un lugar concreto, hay unos repartidores para cada familia de manera que a cada una le llega el agua proporcionalmente a la tierra que cultiva. Quién tiene mucha  tierra tiene mucha  agua porque necesita regar más,  y al contrario.
Nos estamos un rato mirando como se distribuye el agua porque es muy curioso. Se podría comparar a nuestros cruces de autopistas, incluyendo los puentes a diferentes niveles. Podría ser una imagen parecida pero en miniatura y con canales de agua en vez de carreteras.

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6.4 El pueblo de las mujeres y los niños.

Nos vamos hacia otro pueblo de la Sebka que no conservo su nombre pero del que guardo gratos recuerdos.
Curiosamente no vemos hombres -quizás están trabajando- pero sí muchas mujeres, niños y niñas. Seguramente es el lugar donde vemos  más pobreza. Cuatro casas, cuatro palmeras y...muchos niños. No sé de donde salen pero desde que alguien nos ha visto no paran de venir –incluso de bastante lejos- . Van bastante mal vestidos y se les ve necesitados de todo. Eso sí, juegan y hacen mucho jaleo y si juzgamos por sus caras, parecen muy felices.
Entramos dentro del oasis –que es muy pequeño- y tengo la visión  de una estampa preciosa que no me atrevo a fotografiar a causa de la experiencia anterior. Debajo de las palmeras exuberantes y de un verde intenso, hay una balsa de agua clara que utilizan de lavadero. Hoy debe ser el día de la colada y unas cuantas mujeres bereberes con sus vestidos de mil colores –esto solo ya es bonito de ver-  están  lavando.
Su piel muy oscura –curtida por  el sol- contrasta exageradamente con los ojos, con los dientes que dejan ver sus sonrisas de oreja a oreja, y con el pañuelo que llevan puesto en la cabeza.

En un lado hay  palanganas  de porcelana esparcidas con  ropa para lavar y, encima de las piedras, montones muy bien hechos, todos iguales, y redondeados de ropas ya lavadas y escurridas de diferentes colores que  se reflejan en el agua. El conjunto: las mujeres, las ropas, el verdor de las palmeras y el agua tan limpia, forman una imagen que mis ojos se complacen en mirar.
He estado tentada de  preguntar si les podía hacer una foto pero me lo he quitado yo misma de la cabeza. Las mujeres me saludan cariñosamente –siempre sonriendo- y yo, también procuro ser amable.
Más arriba, sentada en el suelo a pleno sol, hay una mujer joven amamantando a su bebé. Me siento cautivada por todas estas situaciones tan tiernas y bonitas. La chica me mira y me sonríe. Las sonrisas de estas mujeres son transparentes y nobles, abiertas e irresistibles. No nos decimos nada pero con la mirada nos llegamos al alma.

Cuando volvemos hacia el coche hace aparición de nuevo la chiquillería  del pueblo. Las niñas nos quieren vender unas jarritas de arcilla sin cocer. Son  muy rústicas pero bonitas, no hay ni una de igual. Adornadas con dibujos geométricos rebajados en el barro y lo más curioso: tienen la base redondeada. Las hacen ellas mismas y es una manera de ayudar a la subsistencia familiar.

Para marchar de este pueblo situado en una hondonada, el coche tiene que trabajar bastante pues la arena está muy blanda y caliente .........................

Empiezan a venir muchos niñas y niños corriendo desde muy lejos y por todos lados y rodean el coche por completo. Chillan, golpean los cristales, piden que les demos ropa o cualquier otra cosa.................................nos sentimos realmente mal.........................
Queremos marchar y no sabemos como hacerlo. Tenemos miedo de hacerles daño. Mis hijos están muy afectados y nosotros, también. Es imposible que el mundo funcione  de esta forma. No puede ser que haya pueblos como éste con unas necesidades tan básicas sin resolver mientras en otros sobre de todo y no se valore nada.
Ponemos en marcha el motor y, poco a poco, probamos de avanzar con la esperanza que con el ruido se vayan separando. Así es pero siguen corriendo un buen rato por los lados  y por detrás del coche.

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6.5 Navegando por la arena




Ahora sí que se puede decir que ya estamos dentro de la Sebka.  En  algunos momentos me pregunto si el coche podrá pasar porque va dejando unas rodadas muy hondas en la arena blanda.
Atravesamos un palmeral bastante grande y mi marido va siguiendo las instrucciones de nuestro acompañante que, en estos momentos, ya habla por los codos explicando todo lo que le parece  que nos pueda interesar.
Parece que hacemos slalom por entre las palmeras. El coche se puede decir que navega –y no corre- o al menos ésta es la sensación que da. El sol cae a plomo y la arena se ve dorada. Es como si estuviéramos pasando por un laberinto de palmeras. El coche se hunde hasta tal punto que parece que se va a parar de un momento al otro. Interiormente me preparo por si se queda embarrancado...pero no, aguanta, parece que flota  hasta que salimos del palmeral. Este trayecto ha sido precioso, la luz del sol nos llegaba filtrada entre el follaje y producía una atmósfera muy especial.

Al salir de aquí pasamos por unos extraños campos de arena oscura. Nuestro amigo nos explica que lo que estamos viendo es fruto de unas  investigaciones y consiste  en la preparación de extensiones de desierto para poder sembrar. En primer lugar las inundan. De esta manera el agua disuelve los minerales y los nutrientes y, cuando se seca la arena, se forma una costra dura. Es el momento de pasar una máquina para removerlo todo y volver a repetir la operación tantas veces como sea necesario hasta obtener una capa de arena suficientemente gruesa  convertida  en tierra endurecida y enriquecida.
Cuando este trabajo se ha terminado, el desierto ha ganado grandes extensiones  de suelo para sembrar. Los únicos problemas son: su elevado coste económico, el gran esfuerzo que representa y, que no se puede hacer en todas partes sino que depende de diversos factores. De todas maneras, para este país representa un gran progreso.

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6.6 Los viejos “Ksards”

Cambiamos totalmente de rumbo y, otra vez a través de arena muy blanda, después de subir y bajar algunas dunas, llegamos a un lugar bien diferente: una fortaleza en ruinas. Su aspecto es imponente aunque por dentro está bastante deteriorada. Subimos a lo alto de la fortaleza con cuidado porqué las piedras se caen con tocarlas, para contemplar una buena panorámica y nos sorprendemos porque lo que se ve desde este lugar es como un sueño.
Esta sensación ya no es nueva para nosotros, la hemos experimentado en mucho otros rincones desde que llegamos a este continente. La luz, las sombras y el aire caliente crean esta imagen irreal de una manera increíblemente natural. Lo que vemos nos deja de piedra y no podemos hacer nada más que mirarlo Te das cuenta que ni respiras porque parece que se tiene que romper el encantamiento si lo haces. El silencio que lo rodea todo y la soledad que hay tan profunda también son factores que contribuyen a crear esta imagen de sueño.

He experimentado que te deja en un estado de calma total. Parece ya tan lejos los días de  nervios y de prisas para llegar a trabajar a la hora...Parece que haga toda una vida que estamos aquí e incluso he perdido la noción del tiempo que ha pasado. Desde que puse los pies en este continente, he mirado el reloj en contadas ocasiones y ya no me acuerdo que lo llevo puesto. El tiempo no cuenta, se hacen las cosas sin prisas...simplemente, se hacen.

Cuando el viento sopla fuerte, trae arena a los huertos y acabaría por cubrirlos. Para evitarlo, los rodean con “afredj”, unas vallas hechas con troncos de palmera secos y trenzados. Parecen empalizadas. Con el tiempo, la arena avanza y va formando una duna encima. Cuando ya es demasiado alta y  queda casi sepultada, construyen otra y la empalman. De esta manera protegen los huertos y los mantienen  verdes y libres de arena.


Empalizadas para los huertos

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Foto hecha desde lo alto de una fortaleza. Se pueden ver otras. En medio una surgiendo de una nube de arena




He hecho una ampliación de la zona pero no muestra la belleza ni  la visión irreal de resurgimiento de la arena.

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6.7 Buscando rosas de arena

Después de los viejos castillos, nuestro amigo nos lleva allí donde nos hacía mucha ilusión: a buscar rosas del desierto.
Es el punto del mediodía y el sol calienta mucho. Nadie diría que hoy es el día de Navidad. Es pleno més de diciembre y hace mucho calor. Nos paramos en medio de un campo de arena y, es tan blanda, que el coche se hunde hasta la mitad de la rueda. Vemos tres chicos que están trabajando buscando rosas. Están aquí desde la mañana y han encontrado algunos ejemplares curiosos. Tienen abierto un agujero en el suelo que cabríamos nosotros dentro y, como que están descansando, dejan meter a nuestros hijos y les dejan sus palas para cavar, que bien mirado, son más grandes que ellos.
Hasta donde alarga la vista, el suelo está lleno de rosas, pero no son muy agraciadas.  Cuando buscas bajo tierra es emocionante porque vas de sorpresa en sorpresa y encuentras de todos los tamaños y formas, más o menos bonitas y más o menos cristalizadas.
Los niños se animan buscando pero nosotros no nos quedamos cortos. Empezamos haciendo un agujerito aquí y otro allí y, terminamos tan apasionados  que pasamos mucho rato y gastamos muchas energías para desenterrar una rosa muy grande. Hay que sacar tanta arena para dejarla al descubierto que necesitamos refuerzos. Acabamos los cuatro trabajando en el agujero. ¡Cuando la sacamos  a la superficie se nos rompe en dos trozos! .................

Mi marido y los niños se sientan  a hablar con los chicos que hemos encontrado y éstos, preguntan si tenemos agua y alguna cosa para comer. Sacan la comida y proponen compartirla. Se enamoran enseguida de las latas de atún y también les gusta mucho el pan de higos y los frutos secos.
Yo, que me había alejado y no me había enterado de nada, he vuelto y me he sentado a comer. ¡Qué gran problema! No se me había ocurrido que con esta acción les podría molestar. Todo ha sido sentarme a comer a su lado y notar nerviosismo, risitas, habladurías entre ellos,  miradas extrañas... Cuando he comprendido lo que pasaba me he sentido tan incómoda que no sabía como actuar pero los he comprendido.

En este país, cuando las  mujeres se casan ya no pueden hacer una vida social al lado de los hombres, tienen que ir totalmente cubiertas y hacen su vida un poco aparte. En cambio yo llego con pantalones, con las mangas arremangadas porqué hace calor, me siento a su lado a hablar con ellos, les ofrezco de mi comida...Si lo analizo fríamente pienso que la situación creada ha sido demasiado fuerte para ellos. Cuando ha llegado a un punto que me ha parecido demasiado tensa, me he levantado sin ganas y me he marchado a buscar más rosas bien lejos.
Un poco más tarde, nos despedimos y tomamos rumbo de nuevo hacia Tiomimoun, el “oasis rojo” .

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6.8 La ilusión de los jóvenes por una bebida de cola

...........................ahora que ya nos tiene confianza nos pide disimuladamente si le podríamos dar una lata de cola que ha visto en el coche –una de las aspiraciones de los jóvenes de este país-, y sigue jugando con mi hijo pequeño como empieza a ser habitual con todas las personas que conocemos.....
......................en el camping trabajan dos chicos más que se han dado cuenta y ya hace rato que nos miran.......................se acercan a mi marido y le preguntan: -¿Es posible que yo tenga una como esto?, señalando una lata del preciado líquido que se podía adivinar en el maletero...................les ha dado una y  han estado muy contentos. Se han puesto muy nerviosos con ella en la mano.  Se la han bebido ávidamente delante nuestro mientras han empezado a hablar de política y del gobierno de su país. Se quejan de vivir en un sitio tan cerrado. Están en época de elecciones y, como que se ha presentado el FIS temen que pueda ganar. La victoria de este partido fundamentalista representaría –según ellos- un gran retroceso para el desarrollo de Argelia. Son jóvenes y se encuentran atados a un sistema demasiado rígido. Les gustaría sentir-se más libres y vivir como nosotros................................


6.9 Un viaje frustrado.

Llegan unos chicos de Canarias con dos coches, un Land-rover y un camión que se ha estropeado. Están desesperados porque acaban de empezar el viaje que han planeado durante un año entero y, ahora que están aquí, les falla la locomoción.
En este lugar no se pueden hacer bromas porqué se depende  totalmente del vehículo para salvar las distancias tan grandes que hay de un emplazamiento a otro. Además, no se les ha estropeado ahora, ya llevan días pasando un calvario de mecánico en mecánico. Muy lejos de arreglarse el problema cada día ha ido a peor. Se están pensando la opción a elegir pero, abandonar siempre es tan difícil y tan duro..............

Nos pasamos la tarde paseando por el pueblo.  El nombre de oasis rojo lo tiene ganado a pulso pues se observa una marcada influencia sudanesa. Es muy pequeño pero tiene aires de gran ciudad. Para entrar hay que pasar por debajo de un arco  que le da un estilo monumental. Dicen sus habitantes que por Timimoun no se pasa, sino que uno se queda.

Nos continúan llamando la atención las tiendas. Parecen haber quedado paradas cincuenta años atrás y me gusta ver los escaparates. Dentro no hay gran cosa, solo lo  más necesario: una pequeña habitación con un mostrador y detrás algunos estantes –no muchos- y por cierto, bastante vacíos.

Entramos en una tienda de artesanía y todo nos gusta. Nuestros hijos se emocionan con la mayoría de las cosas que ven. Acabamos haciendo un pacto con ellos: les daremos algunos dinares para que se puedan comprar un recuerdo. La condición es que cada uno se los administrará.

A partir de este momento empieza para ellos un gran trabajo que los tendrá ocupados todo el viaje. Cuando ven alguna cosa que les gusta tienen que preguntar el precio en dinares, contar-lo en pesetas, y lo más importante: pensar si les conviene, si tienen bastante dinero...También tienen que sospesar que faltan algunos días, que iremos a otros sitios donde pueden encontrar algo que les guste más...
Consideramos que es la forma que entiendan que todo no se puede tener. Una manera de hacerlos madurar y de aprender que no se puede tener todo lo que te gusta. Una forma también  para comprender porqué algunas veces se les dice: ¡-No!

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6.10 Un país con poca capacidad telefónica

A media tarde  probamos de llamar a los abuelos. Nos toca hacer muchos viajes al hotel y no hay manera de coger línea. Decidimos ir a cenar y probar más tarde. Alrededor de las ocho volvemos. El sol se ha puesto y el cielo se está volviendo rojo.

Como que estamos en las afueras del pueblo y delante tenemos el palmeral, las siluetas recortadas contra el cielo nos sirven un buen espectáculo. Nos gusta tanto que nos sentamos para saborearlo hasta que va anocheciendo y queda el cielo negro  repleto de estrellas que brillan intensamente. Nos hemos quedado helados pero no nos importa.
.....................no hay manera de llamar.........................la dificultad se basa en que los números que tenemos que marcar para llamar a nuestro país son excesivos, sus instalaciones no lo permiten y hacemos saltar las líneas.....................Nos suprimen unos cuántos los empleados del hotel, y milagrosamente funciona. Hablamos y nos podemos escuchar alto y claro como si estuviéramos muy cerca.........................

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6.11 Té y azúcar, elementos con significados diferentes.

Volvemos al camping y nos preparamos un té para quitarnos el frío. Mientras lo preparamos se presentan los dos jóvenes que hemos conocido hoy y nos ponemos a hablar. Acabamos invitándolos aunque nos dicen que –en teoría-, son ellos los que nos tendrían que invitar.
El té que les ofrecemos es de bolsa y, como nunca antes lo han visto, se quedan estupefactos. Les parece muy especial  pero lo que les llama más la atención es el terrón de azúcar. ¡El papel de colores con dibujos  del envoltorio los vuelve locos! Se ponen muy nerviosos, les cuesta desenvolverlo y dicen que es la primera vez que toman té de una forma tan extraña.

Aquí el tema del azúcar es otra historia ya que generalmente utilizan un pilón muy grande y lo rompen a trozos con un pequeño martillo  cada vez que lo necesitan.

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6.12 Gente con gran capacidad de aprendizaje

Una vez terminada esta ceremonia del té tan rara, para entretenernos nos ponemos a jugar con un juego de nuestros hijos. Se trata de un aparato con botones que suenan a la vez que se iluminan con un color concreto cada uno de ellos. El juguete emite una serie de sonidos  y se trata de repetirlos igual. La serie cada vez se hace más larga y aumenta la velocidad.

Este juego trabaja  el oído, la atención y la memoria y, es necesario concentrarse del todo. Ya de noche, cuando los botones se encienden se ven muy bien. Estos chicos se alteran de mala manera, las luces, la música...pero no comprenden el juego y siempre pierden. Parecen niños pequeños en la escuela. Se aplican de forma exagerada y muestran una voluntad de hierro. A base de probar y equivocarse el ejercicio empieza a dar sus frutos. ¡Ya han aprendido! Y esto les provoca una alegría tan grande que no paran de reír, gritar y hacer jolgorio. Cada vez hacen más ruido y me da vergüenza porque es tarde y quizás alguien quiere dormir.

La gente de este país –en general- encuentro que es muy receptiva y que muestra una gran capacidad de aprender. Para ellos es una necesidad. Como que les conviene entenderse con los viajeros que pasan.................................te encuentras que la mayoría saben decir unas palabras en montones de idiomas............................
...Es tarde y  nos acostamos pero antes de marcharse nos invitan mañana a tomar el té aunque  no podrá ser porque ya nos iremos.

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7 - DÍA 26  ATRAVESANDO EL DESIERTO(fragmentos)


7.1 De Timimoun a Adrar

Hoy nos levantamos muy temprano y  lo recogemos todo para continuar el viaje. Aún estamos pensando si bajar hasta Tamanrrasset o no. Pensamos que quizás lo que nos dicen de los tuareg es una exageración y, ahora que estamos aquí...

En el camping hay unos franceses  que tenen claro que está en su plan y por lo tanto irán igualmente. Nos ronda por la cabeza juntarnos con ellos, de esta manera ya no iríamos solos...pero finalmente lo desestimamos por los niños.

Marchamos de Timimoun y a la salida del pueblo nos encontramos a los de Canarias con su camión en el mecánico. Les deseamos suerte y vamos a poner combustible en una estación de servicio. Mientras estamos allí vienen muchos niños que, cuando nos marchamos, se cuelgan como macacos por detrás del coche y por los lados. No bajan, tenemos miedo que se caigan y paramos un instante. Se asustan mucho y salen disparados al mismo tiempo que oímos un ruido fuerte y seco en el exterior pero no le damos más importancia porque no encontramos nada extraño.
Esta vez también hemos llenado de combustible los jerricanes del techo porque nos adentraremos en la hamada del “Tademait” y los necesitaremos.

Hacemos por carretera los doscientos kilómetros que nos separan de Adrar. Sopla un viento de mil demonios que no se puede aguantar al que se le tiene que sumar la arena que levanta, que se arremolina y que se mete por todas partes incluso en los sitios más impensables  por tapados y escondidos que puedan estar.

En Adrar paramos a comprar pan. Se encargan nuestros hijos. Mientras esperamos se nos acercan dos hermanos para saludarnos.  Mi marido me hace fijar en los zapatos de la niña. En realidad no sé porqué los lleva porqué de zapato ya no queda.  Le salen los dedos y la mitad del pie por delante y, de los calcetines, solo le queda la parte de la pierna, la del pie es un gran agujero, tan grande, que no hay calcetín.
Tenemos unos zapatos nuevos que no nos van a ninguno, nuevos para estrenar y parece que son de su medida. Las cojo, se las muestro a la niña, pero sin tiempo de más, el niño se me tira encima y me las quita. Me enfado mucho y con gestos le hago entender que quien  tiene los zapatos rotos es ella. Asiente con la cabeza, se las da a su hermana, y salen disparados gritando y enseñándoselas a su madre que está en la ventana. Ella nos da las gracias y nos saluda con una sonrisa.

Este pueblo es para nosotros  el punto de partida para entrar en el desierto. Dejaremos la carretera, y cogeremos la pista para atravesar el plateau del Tademait.
Me hace ilusión pero ya estamos otra vez...en el fondo, tengo un remolino en el estómago...¡Nunca he estado en un lugar tan solitario!

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7.2  La planicie del “Tademait”

Mientras estoy ausente pensando en estas cosas, todos dicen que quieren comer, que ya es hora. Bajo del coche y casi me muero de la impresión. Estamos en una explanada inmensa ya lejos del pueblo de Adrar y no hay absolutamente nada. Mi sorpresa viene de un gran cartel –como las vallas publicitarias de nuestras carreteras-.
La valla es grande, rectangular, pintada de color negro y, en el medio, como si se tratara de una bandera pirata, hay el dibujo de una calavera con dos tibias entrecruzadas, así como unas letras en francés muy grandes que dicen “ Hammade  du Tademait- Peligro de muerte”.

La visión de este cartel me descontrola. Mi marido me hace entender que es normal  que esté ahí ya que quién pasa de este límite tiene que saber a qué se expone y tiene que ir preparado. Según él no se trata de ninguna exageración pero produce un fuerte impacto.
Acabamos comiendo dentro del coche porque el viento nos llena la comida de arena y,  rodeando el morboso cartel, entramos en la hamada.

Se trata de un lugar completamente plano. El suelo es duro con arena gruesa y piedras. Hay marcas de otras rodadas pero es imposible seguirlas para guiarse porque van en todas direcciones. Aquí cada uno tiene que marcar su propio rumbo , la dirección a seguir, y buscar su propio camino.
El suelo es oscuro porque está lleno de piedras negras que son restos de antracita. La hamada tiene siete cientos kilómetros de largo por tres cientos de ancho. En otras épocas  había estado cubierta de bosques de los que solo quedan restos fósiles. Con el sol esta antracita negra hace coger al azul del cielo unos reflejos de color lila muy bonitos.

Vamos siguiendo nuestro rumbo y encontramos balizas: palos clavados en el suelo muy de vez en cuando  para marcar referencias. Por lo que hace al suelo, es muy llano pero no te puedes fiar porque hay agujeros u otras trampas que no ves hasta que te encuentras encima.

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7.3 ¿Alguien tiene problemas?

Cuando ya hace algunas horas que rodamos por aquí, vemos una columna de humo al fondo y nos preocupamos. Sabemos que en el desierto si alguien tiene un problema, el último recurso es quemar una rueda. El humo que hace, en un terreno tan llano,  se ve a kilómetros de distancia y puede significar la salvación.
Por ésta razón, abandonamos nuestro rumbo y marchamos en sentido contrario. Conducimos mucho rato y siempre vemos el humo a la misma distancia. Cuando ya estamos cerca  nos damos cuenta que son explosiones. Hay una torre muy alta y gente trabajando. Pensamos que buscan petróleo y ya no nos acercamos más. Hemos perdido el tiempo y el combustible, veinte kilómetros más los de la vuelta, serán cuarenta, pero si alguien lo hubiera necesitado seguro que lo habría agradecido.
No paramos de rodar en toda la tarde y parece que no nos movemos de sitio porque mires  por donde mires, el paisaje es siempre igual: el suelo plano, el cielo azul con reflejos lilas y ya está. Ah, y la soledad, la nada, nosotros con nosotros mismos.

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7.4 La brújula nos hace una mala pasada.

De repente ya no estamos en la llanura. Hemos intentado atravesar un “oued”, un río seco, pero en lugar de cruzarlo nos hemos quedado dentro. El aspecto del lugar ha ido empeorando: agujeros, piedras cada vez más grandes y puntiagudas, matojos secos con sus calabacitas... Empezamos a estar cansados de tanto bache. Tenemos la espalda dolorida y ya tenemos bastante.
Aunque no vemos clara la situación seguimos algunos kilómetros más hasta que lo encontramos tan raro que ya pensamos que tiene que haber algún error.

Llevamos dos brújulas. Una de bolsillo que para utilizarla hay que salir y apartarse un poco del vehículo para eliminar campos magnéticos, y otra de fija instalada dentro del coche, que ya está preparada y compensada para poder ir leyéndola mientras circulamos. Contrastamos la información de las dos brújulas  y como no se ponen de acuerdo, después de comernos el coco un buen rato, descubrimos que la del coche se ha estropeado y va loca marcando lo que quiere. ¡Vete a saber desde cuando estamos yendo en una dirección incorrecta!

Se está haciendo muy tarde y por esta razón, decidimos salir del oued y buscar un lugar para acampar antes que no anochezca. Mañana será otro día y con luz suponemos que todo será más fácil.

El sol se está poniendo detrás nuestro. ¡Deseaba tanto ver una puesta de sol en el Tademait! Me habían hablado mucho de su belleza.
Acostumbrada a ver el cielo de color azul y sin nubes desde ya hace tantos días, me gusta ver como se va llenando de pinceladas de colores diferentes como si de una acuarela se tratara.

Estas imagenes la hizo mi marido en el viaje anterior

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7.5 Acampada en pleno desierto: Los “Kel-Essuf”

Por un lado vemos unas rocas y creemos que serán un buen resguardo para acampar.  Sigue haciendo el mismo viento horroroso y desagradable de esta mañana. Dicho y hecho, en un momento estamos allí.  El lugar queda muy bien protegido gracias a la pared de rocas que nos hace de pantalla. Sólo nos tocará el viento pero no se puede pedir más, al contrario, a todos nos parece un lugar magnífico.
La puesta de sol está a punto pero no nos podemos entretener a sacar fotos como yo quisiera porque a la que se esconde oscurece rápido y aún nos tenemos que instalar. Es posible que solo nos queden unos minutos de luz y hay que aprovecharlos. El viento  llega helado y molesta tanto que dificulta los movimientos y, en las manos, no tenemos tacto para hacer nada a gusto.

Nos disponemos a sacar el soporte de la rueda de recambio para acceder a la puerta trasera del coche y coger la tienda y...ésta sí que es buena: ¡No se puede abrir! Con esta gracia no contábamos. Hoy se ve que es  nuestro día y vamos de una aventura a la otra, le tendremos que dar la culpa a los “kel-essuf”.
La gente de aquí dice que son unos espíritus  del mal a los que culpan de  los males que les pasan. Por esto hoy, parece que hayamos topado con ellos. Mi marido prueba en vano de desbloquear  el soporte y no tenemos tienda ni cacharros de cocina, ni comida, ni sacos de dormir, ni nada.
Después de mucho trabajo y de pegar algunos martillazos lo consigue. La arena que hay en el aire y se mete por todas partes había estropeado el mecanismo.

Cuando estábamos la mar de contentos y pensando que estaba todo solucionado, topamos con el siguiente problema. Ahora resulta que tampoco se puede mover la ventana de la puerta trasera. Ponemos la llave en la cerradura y no hay manera. 

Está trabado como lo estaba el soporte de la rueda. (La puerta de atrás de nuestro coche está dividida en dos partes. La superior,  de cristal, que se abre hacia arriba, y la inferior, metálica que se abre hacia abajo. El cerrojo está en la ventana y, sin levantarla, es imposible abrir la puerta).

El sol ya se ha puesto y  he podido mirarlo solo de reojo alguna vez. No era el momento, teníamos otros problemas primordiales para solucionar.
Ha oscurecido en un momento. Suerte que después el cielo enrojece  y la mínima visibilidad nos da un poco de margen. Desde dentro del coche, con una buena dosis de ingenio y muchos esfuerzos, se ha podido desmontar la cerradura y, por tanto, abrir la maldita puerta. Al final hemos podido coger la tienda. Ahora sí que ya es negra noche.

Nos hemos repartido el trabajo. Mi marido y el niño pequeño intentaran volver a montar la cerradura para poder dejar el coche cerrado y el mayor y yo, montaremos la tienda.

El suelo no es plano, hace mucha pendiente pero es el precio que hay que pagar para estar al abrigo de las rocas. Por otro lado también es una ventaja porque el suelo es muy blando, sin ninguna piedra. Interiormente pienso que como mínimo descansaremos  mullidos después de tanta peripecia

Ni tan solo este pensamiento se cumple. ¿Qué ha pasado? Ignoraba que los niños no habían podido resistir la tentación de saltar y pasearse sobre la arena virgen. Al poner de noche la tienda no lo he visto.  A consecuencia, cuando nos hemos  tumbado en los sacos, al poner la espalda en el suelo, hemos notado unos agujeros que parecían cavernas.

A mi marido tampoco le ha resultado fácil volver a montar el cerrojo porqué tenía las manos tan frías que se le ha caído la herramienta en el suelo y ha desaparecido en la arena.

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7.6 Una cena alrededor del fogón, bajo las estrellas.

................estamos bajo cero, hace  viento y hace mucho frío. Ponemos el fogón delante de la rueda del coche y nosotros nos sentamos alrededor encima de un aislante. El otro lo colocamos a modo de para-viento para que no se apague el fuego. Vamos haciendo la cena entre todos y mientras tanto, conversamos. ¡Nos sentimos muy unidos! Esto de estar aquí afrontando situaciones adversas y trabajar en conjunto para superarlas, refuerza nuestra unión. Cada uno de nosotros se esfuerza para ser amable y colaborar.

La noche se ha hecho ya muy negra y las estrellas son magníficas. Me gusta estar aquí con este silencio. También da un poquito de respeto pensar que estamos solos en muchos kilómetros a la redonda. Recogemos todo y nos apresuramos a entrar en la tienda. A mí me gustaría ver como sale la luna  pero hace demasiado frío y aún tardará unas dos horas.

Estar tumbados con estos socavones en la espalda es
dramático pero ahora mismo no hay solución posible y nos conformamos. Todos tenemos alguno debajo, nadie se salva. Intentamos adaptar el cuerpo y encontrar la forma para poder dormir.

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7.7   Insomnio

No consigo dormir. El viento mueve desmesuradamente la tienda de un lado a otro. Solo por casualidad quisiera saber a cuántos kilómetros sopla.  Los palos del iglú se aplanan y la ropa  casi  nos toca la cara. Da la sensación  que haya alguien  encargado de irnos tirando cubos llenos de arena  con mucha fuerza y siguiendo un ritmo bien preciso. Me angustio y llego a pensar que si el viento continúa soplando con esta cadencia, mañana nos encontraremos debajo de una duna y nadie se habrá enterado.
No paro de dar vueltas y tengo un poco de  miedo. Estos días hablando de los tuareg que asaltan a los viajeros...y, aunque están muy lejos de esta zona, no me lo puedo sacar de la cabeza..............................cuando el cansancio me vence, me quedo plácidamente dormida a pesar de los agujeros del suelo, y no me despierto hasta la mañana siguiente.

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8- DÍA 27 DE DICIEMBRE


8.1 Tres salidas de sol en una mañana

Salimos de la tienda, todo está en orden y ya estoy más tranquila porque no ha pasado absolutamente nada. Nos abrigamos y subimos a la montaña para ver la salida de sol. Aún es muy temprano pero nos esperamos. Con un poco de paciencia  hoy no veremos solo una...sino...¡Tres!

Me acuerdo de un fragmento del libro “El principito”.  Está en un pequeño planeta sentado en una silla mirando la puesta de sol y la va moviendo  para volver a verla.
Nosotros hemos hecho lo mismo. Cuando hemos visto la primera salida de sol, hemos bajado un poquito por el otro lado de la montaña, de manera que las rocas de enfrente nos lo tapaban. Después de esperar un rato  hemos visto otra vez su nacimiento y, así...tres veces.

Bajamos al plateau y recogemos los trastos. Se rompe la bolsa de un saco de dormir y la arreglamos con cinta americana. Queda bastante encartonada pero el saco se puede volver a guardar en su sitio.......................

Al cabo de un rato nos vamos y por poco no vemos la cuarta salida de sol pues está a punto de aparecer por encima de las rocas. Subirnos a esta montaña ha sido difícil. No porque fuera muy alta sino porque el viento y la arena erosionan tanto las piedras que  acababan en punta y cortaban mucho.

Nos situamos de nuevo en la planicie del Tademait y marcamos bien el rumbo. Con la equivocación de ayer casi vamos a parar a “In-Belbel” que está prácticamente en el centro de la hamada. Nuestro destino es “Aoulef”. Al cabo de unos cuántos kilómetros encontramos una zona donde hay un poco de vegetación y encontramos una haima de nómadas. ¡No me lo puedo creer! Toda la noche pensando que estaba a cientos de kilómetros de la civilización y casi teníamos vecinos.

Por el camino, a cada quince kilómetros encontramos balizas solares pero no deben  funcionar ya que esta noche las habríamos visto.

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  8.2 ¡Se ha estropeado el coche!

Mientras estábamos distraídos mirando la próxima baliza  mi marido para el coche muy asustado. ¡La aguja del marcador de aceite se ha parado!
Abre la tapa del motor y todo parece estar en orden. Éste es un problema muy serio ya que si el aceite no lubrica el motor se quema en poco rato. A ninguno de nosotros se le ocurre hacer comentarios de mal gusto pero la procesión va por dentro.  El problema se ve de difícil solución.
Sacamos el libro del coche, miramos qué recomienda en nuestro caso y nos quedamos de piedra en leerlo: “No tocar nada y llevar el vehículo al concesionario más cercano!

Por dentro no dejo de preguntarme qué se puede hacer  en un sitio como éste en una situación así. ¿Esperar a que pase alguien? ¿Es posible que no pas nadie en unos días?

Mis hijos me dejan maravillada ya que ninguno de ellos se queja ni demuestra la más mínima preocupación. Eso sí, cosa extraña, están quietos y callados en su asiento de atrás, casi me atrevería a decir que tan inmóviles, que no mueven ni los párpados.

Mi marido no encuentra nada estropeado y hablamos de la posibilidad que solo sea el marcador. Podría ser otra mala pasada de la arena que transporta el viento como nos pasó ayer con la puerta trasera.

Ponemos el coche en marcha con mucho miedo y probamos de rodar un trocito muy despacio. Por suerte no sube nada la temperatura y todo se comporta de forma normal. Al cabo de un cierto tiempo de circular así, decidimos seguir  -aunque vigilando los marcadores continuamente-.

 Tres días después, de la misma manera que hoy ha dejado de funcionar, misteriosamente  el marcador de aceite se volverá a poner en marcha. ¡Quizás sí que habrán sido los “kel-essuf”  ¿Tendremos razón  en haber pensado en  la arena que el viento se empeña en introducir insistentemente en todos los rincones?.

Pronto empezamos a encontrar unas balizas elaboradas con ruedas de camión medio enterradas en la arena que nos han conducido, en primer lugar: a una antigua planta de prospección de  petróleo abandonada, con todos los materiales esparcidos  por el suelo, y restos de alguna construcción; y después: a una carretera que rodea la hamada por la cual llegamos a “Aoulef” donde vamos a repostar combustible.

Las gasolineras aquí son bien especiales y extremadamente peligrosas. El suelo es un lago de gasolina y gas-oil porque no tienen ningún cuidado...................Llenamos otra vez los jerricanes del techo y, a partir de ahora, vamos a estar más atentos pues en la gasolinera de Timimoun, de los niños que se colgaron por el coche, se ve que alguno se colgó del tapón de uno de los bidones y al soltarse se destapó. –De aquí el golpe seco que oímos y no pudimos identificar-. Lo descubrimos ayer en medio de la llanura.
Encontramos el jerrican  abierto y vacío –suponemos que se fue derramando el gas-oil por el camino- y no pudimos llenar el depósito. Hoy nos ha tocado sufrir y hemos llegado a  Aoulef haciendo saltos.
Fue una gamberrada de chiquillos pero nos podría haber reportado malas consecuencias.

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8.3   De “Aoulef” a “In Sallah: ¿Pista, arena, fesh-fes-, toulée ondulée…?

Este itinerario se puede hacer  por carretera o cruzando por  el plateau  del Tademait. Decidimos que será mejor ir por carretera para descansar de  los dos últimos días. En un principio está bastante bien aunque invadida por dunas muy grandes que se tienen que ir sorteando invadiendo el carril contrario. A lado y lado vemos que hay restos de árboles fósiles y nos paramos un poco a verlos. Los niños se revuelcan y juegan en la arena. Los dejamos porque bien se tienen que  desfogar  de los largos momentos que pasan dentro del coche. Mientras, mi marido aprovecha para atar bien  los trastos del portaequipajes del techo pero como veo que no ayudo demasiado, acabo dentro escapándome de este viento tan horrible que hace días que aguantamos y de la arena que se mete por los ojos, boca y orejas.

Seguimos y, más adelante  encontramos a unos belgas arreglando su coche. Los vimos embarcando en Almería. Nos paramos y nos explican que el coche funciona pero tienen que ir haciendo reparaciones de vez en cuando. La chica me cuenta que está ya muy cansada del viento y del frío. Ya hace dos días que soportamos estas condiciones climáticas y ellos, no se han visto capaces de acampar. Cuando le comento que hemos dormido en la tienda y en medio de la hamada...se asusta.

A nosotros, la verdad es que nos ha gustado. Yo no cambio esta noche bajo las estrellas ni la cena alrededor del fogón por una noche de hotel.
Mi marido les ayuda un poco por aquello de dar moral...................pues en este lugar tan hostil, con este viento tan helado y con tanta arena en el aire, una mano se agradece.
Más adelante, encontramos unos franceses que van con un turismo, también arreglando el coche. Nos paramos pero simplemente han pinchado.

A los pocos kilómetros, nos encontramos con la sorpresa que la carretera se acaba y empieza una pista de tierra dura y ancha, pero...¿Dónde está la carretera que está dibujada en el mapa? ¡Bien, no pasa nada! O sí que pasa, porqué el suelo es de toulée-ondulée, es decir de una forma parecida a la uralita pero puesta al través. Pasar por encima con el coche no es nada agradable pues acabas destrozado de la espalda y la cabeza....Cuando ya estamos hartos, salimos de la pista y vamos buscando alternativas por los laterales. No debemos ser los únicos que lo hacen ya que está repleto de roderas

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8.4   Rodar y navegar

El viento arremolina la arena y  la levanta por el aire  convirtiéndolo en irrespirable. El camino se vuelve cada vez peor, alternando toulée con mares de arena fina y profunda donde el coche no corre sino navega. La sensación que produce es como la de ir en barca surcando por encima de agua de  un color  amarillo-blanquecino. Sentimos como el coche se va  hundiendo cada vez más y la parte trasera va de un lado a otro. Tenemos la suerte que cada vez llegamos por los pelos a la pista dura. Cuando ya nos vamos mentalizando  para salir a desencallar el coche, justamente las ruedas tocan tierra firme y sale disparado hacia delante.

Hoy, esta alternancia de toulée con tierra firme se irá repitiendo sucesivamente en numerosas ocasiones hasta llegar a In-Sallah y, cada vez, reviviremos  la sensación de navegar en un mar de arena  hasta llegar a tierra.

Incluso encontramos tramos de fesh-fesh, que es una arena podrida muy fina en la que te hundes irremisiblemente, pero como se notan por el color, los evitamos por encima de todo.

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8.5   Ciclistas en un pueblo abandonado.

Encontramos un pueblo medio engullido por las dunas. De aquí a un cierto tiempo es posible  que ya no quede prueba visible de su existencia. Vemos unos ciclistas sentados al lado de un muro con las bicicletas esparcidas por el suelo y, como pensamos que ha pasado alguna cosa, nos paramos.

Están bien, solo que muy cansados. Para ellos es imposible avanzar con este viento. Por esta razón, los que estaban más fuertes han seguido hasta Aoulef para contratar un camión que les venga a recoger.
Nos extraña ver en este pueblo –donde ya no vive nadie-,  una fuente de la que mana un chorro de agua fresca que se pierde en la arena....................... Más allá, pasamos por un oasis pequeñito muy bonito: arena dorada y, tan barrida por el viento, que se diría que nadie lo ha pisado. Nos quedamos un buen rato para que los niños corran y jueguen, y acaban subidos a las palmeras porqué descubren que están repletas de dátiles. La lástima es que ya están pasados, secos y deshidratados, pero puestos en la boca parecen un caramelo y se van reblandeciendo. (La época de la recogida es en el mes de octubre).

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8.6   ¡Agua fresca en medio del desierto!

Seguimos el camino, -si es que a esto se le puede llamar camino- y tenemos nuevamente sorpresas. Allí, delante nuestro, en medio de la arena, hay unos bebederos para los animales llenos de agua hasta los topes, resbalando por los lados  y perdiéndose en la arena. El viento -que no nos abandona- forma olas en su superficie. No nos explicamos qué hace esto aquí en medio del desierto, lejos de cualquier población. Rompe nuestros esquemas, pero hay tantas cosas para las que no encontramos respuesta...

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8.7   Buscando el camino continuamente

Cuando esta mañana hemos escogido recorrer esta distancia por carretera, poco nos podíamos imaginar que de carretera “nada de nada” y, que ni tan solo la veríamos de lejos. Pensamos que habría sido mucho mejor cruzar por la hamada. Es la continuación hacia  al sur del Tademait y coge el nombre de  plateau del “Tidikel”. Es llano como la palma de la mano y se puede correr sin problemas.

En estos momentos ya tenemos las vértebras desmontadas de  tanto saltar por la uralita aunque –como he comentado-  intentamos buscar camino por fuera: a veces por la derecha, a veces por la izquierda. Pero no siempre es posible y, en algunos momentos, nos enredamos tanto que ya no sabemos qué es peor y volvemos a la pista a botar sin ganas.

Cada vez encontramos tramos de arena más a menudo y más largos. De esta manera llegamos a un lugar donde se rompe la planicie y tenemos que bajar por donde podemos para empalmar con  la de abajo donde se ve un oasis muy grande. Me asusto solo de pensar cuánta gente debe vivir en este lugar tan aislado.

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8.8   Bosque fósil

Toda esta hamada alrededor del oasis está llena de troncos  de árbol fosilizados. Es fácil imaginarse este desierto millones de años atrás cuando era un bosque de coníferas, donde llovía a menudo, con animales que vivían a su sombra

Realmente ahora parece un cementerio porque hay troncos  en el suelo por todas partes. Los hay en la superficie y los hay que están sepultados bajo tierra pero son fáciles de encontrar porque se adivina el bulto en el terreno. Mires por donde mires, se ven protuberancias que parecen tumbas. Es por esta razón que digo que parece un cementerio.

Nos acercamos a un tronco que está a la vista y lo encuentro precioso. Se ve muy bien que es madera convertida en piedra. El tronco está perfecto y parece imposible que se haya conservado así después de millones de años. Tiene el aspecto de un árbol acabado de cortar, se puede ver la cubierta, los nudos... y,  naturalmente, no he podido resistir la tentación  de tocarlo. He sentido el frío de la piedra dura y pulida por la acción abrasiva del viento y de la arena y, me he quedado tan distraída pensando, que el tiempo se ha parado para mí por completo.
He intentado imaginarme  este lugar con los árboles de pie con ramas y hojas...y me ha costado llegar a la imagen que veo hoy.
Mientras estoy tan ocupada,  mi familia me hace saber que ya nos han visto desde el oasis y muchos niños  vienen corriendo hacia nosotros.  Si alguna cosa hemos aprendido estos días es que esto puede resultar muy agobiante así que subimos rápidamente al coche y seguimos adelante.

Por donde miraras había troncos de árboles fósiles enterrados. Solo se notaban los bultos, parecían ataúdes enterrados. Debajo de cada montón había uno


Algunos estaban al descubierto. Su superfície estaba limada por el viento y la arena. Veías un tronco de madera pero al tocarlo era pura  piedra fría.



Los trocitos esparcidos son los restos de las ramas


Esta foto la hizo mi marido en su viaje anterior


De repente encontramos que están haciendo obras...¡Están haciendo la carretera! ¡La carretera de verdad! ¡La que está dibujada en el mapa! Están trabajando. Al cabo de unos kilómetros,  el último tramo ya es transitable. No está asfaltada ni nada, solo es tierra mojada y prensada pero ha permitido a nuestras pobres espaldas y a nuestros cerebros descansar del martilleo incesante a que en el día de hoy han estado sometidos.

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