La idea de abrir este hilo no es rebuscar en el dolor de nadie, ni en el morbo de ninguna situación. Se trata simplemente de que, a través de lo que contemos, podamos extraer una enseñanza, aprender de la experiencia de los demás lo que debemos hacer u omitir a la hora de prevenir accidentes de tráfico con nuestras furgos.
Hayan sido leves o graves, seguro que de los accidentes de tráfico que hemos sufrido en nuestras carnes o en la de personas muy cercanas a nosotros tienen unas causas más o menos claras. Ésa va a ser la clave de este tema: ir a las causas, lo que se hizo mal o no se hizo bien (nosotros o los otros implicados), o las casualidades o fatalidades que se juntaron para desencadenar el suceso.
Los que tenemos en torno a 40 tacos recordamos muy bien aquel programa de televisión,
La segunda oportunidad,
(https://media6.dropshots.com/photos/604659/20090323/180735.jpg) (https://www.youtube.com/watch?v=GBp7gspN-LY)
dirigido por Paco Costas (https://www.pacocostas.com) en el que se iban dramatizando accidentes. Al final, la magia del cine hacía retroceder la escena hasta el principio y se corregían las causas para que el accidente no sucediera.
¿Os acordáis de estos cinco accidentes evitables?
1 (https://www.youtube.com/watch?v=o6-lUSe5HHc#)| 2 (https://www.youtube.com/watch?v=mu1YzRm09H4#) | 3 (https://www.youtube.com/watch?v=IxcGI6J0CaM#) | 4 (https://www.youtube.com/watch?v=_VYQDmvq5Lc#) | 5 (https://www.youtube.com/watch?v=V7L_7HrQEMg#)
Bueno, pues os voy a abrir la veda con los dos accidentes de cierta importancia que he tenido en estos 21 años de permiso de conducir. Así nos vamos animando a contar cada uno los suyos.
El primero me sucedió con mi primer camper, hecho con un Renault 5 GTL con los asientos traseros retirados. Sucedió una tarde muy lluviosa en un barrio populoso de Valladolid capital. Cuando circulaba (coche 1) a 50 km/h, el máximo permitido, por esta intersección, otro vehículo (2) cuyo conductor confesó después que no había mirado bien a la derecha, no respetó el ceda el paso y fue alcanzado por mí en la puerta trasera derecha, donde viajaba una niña. Por suerte ni el padre ni ella resultaron heridos. Sólo el susto. Pero hubo importantes daños de carrocería.
(https://media8.dropshots.com/photos/604659/20090323/021653.jpg)
Estoy seguro que de no haberse juntado tres casualidades, mi velocidad, que podía haber sido menor dada la lluvia, el hecho de ser un barrio muy populoso y la distracción del otro conductor, seguro que no se habría producido. Hubiera sido un simple frenazo y a lo mejor algún insultillo dicho por dentro.
El segundo accidente tuvo lugar con el primero (GTS) de los dos Renault 21 (https://cubiculo.321.cn)que también campericé en este puente sobre el río Trueba en el norte de Burgos, en la carretera de Baranda a Espinosa de los Monteros. El tramo que antecede al puente es una fuerte bajada señalizada a 30 km/h. Acababa de caer la noche de un día laborable de diciembre y yo volvía con prisa a cenar a casa (entonces vivía allí). Conocía el lugar perfectamente, así es que antes de la bajada reduje de cuarta velocidad a tercera y después a segunda, pero no contaba con que el tablero del puente estaba completamente helado. Noté el deslizamiento fatal en línea recta, muy despacio, pero lo suficiente para chocar contra el pretil del puente. Es una terrible sensación de descontrol. Allá abajo, a unos centímetros, diez metros de precipicio hacia el río.
(https://media6.dropshots.com/photos/604659/20090323/021927.jpg)
En este caso, lo que hay que celebrar es lo que realmente me salvó: haber adecuado la velocidad (aunque no lo suficiente). De haber ido apenas a cinco km/h más, aquella barandilla metálica que resultó doblada no hubiera resistido más y ahora sería una cifra en las estadísticas de muertos de aquel año.
Una par de horas antes, en una curva a la umbría varios pueblos más al oeste, en una subida (por suerte), el coche me hizo un extraño, sin duda una pequeñísima placa de hielo. Pero no fijé ese aviso en el cerebro. No le di importancia. Y mira que era bien claro...
Llevar prisa no es bueno. No hay que bajar la guardia. Por una tontería, como llegar a una hora determinada a un restaurante o por fijarse una hora poco realista para acabar un viaje, es posible no acabarlo nunca.
Es impresionante cómo en unos momentos y por unos detalles se puede pasar de una simple factura de trescientas mil pesetas (de entonces) de chapista al cementerio.