Con materiales tan humildes (todo por
3 €) como
(de izquierda a derecha) un poco de
lanas de alambre, de venta en tiendas de recambios de fontanería,
bombillas de rosca estrecha de 220 V / 15 W (las de los frigoríficos) y 40 W respectivamente, una
abrazadera de 28 mm ø, un
casquillo cerámico de rosca estrecha, un conector macho de
euroclavija de algún viejo aparato desechado,
y un
tubo redondo de aluminio de 60 mm ø y entre 70 y 110 mm de altura, dependiendo de la bombilla a emplear, nos podemos construir en unos minutos un práctico y moderno aplique de 220 V para usar en la furgo como
luz de umbral para el escalón lateral
o como
testigo de que está encendido el inversor de 12 a 220 V para no olvidar dejarlo conectado, o como
consumidor basal para que no se desconecte automáticamente por
infraconsumo (función muy habitual en los de gama
senoidal pura).
Incluso, para los que tenéis
pekes que tardan en dormirse por miedo a la oscuridad, como
generador de penumbra. También es una luz indirecta muy adecuada que crea esos
ambientes tenues propicios para dejar volar el lenguaje de los cuerpos...
Construir este aplique es extremadamente sencillo. Sólo hay que pelar los hilos muy cerca de la clavija y conectarlos a las dos
bornas traseras del casquillo.
Después
encastramos la abrazadera para que nos sirva de fijación alrededor de la parte cerámica
y mantenemos fija provisionalmente con un gato de forma perpendicular la clavija, trabándola con un poco de
masilla bicomponente. Se nos pondrá dura en cinco minutos.
Dependiendo del tipo de luz que vayamos a desear (muy suave, más potente...), equiparemos al casquillo con una bombilla de 220 V
15 Wo con la de
40 W.
En este último caso el calentamiento también será un poco mayor, por lo que el remate plástico que se pone al final de este
brico tendremos que omitirlo para evitar que se deforme.
Para no tocar accidentalmente la bombilla caliente, dirigir controladamente la luz hacia arriba y abajo y carenar estéticamente el
invento,
cortamos (unos 70 mm de largo para la bombilla pequeña ó 110 mm para la grande) un
tubo redondo de alumnio de 60 mm ø, cuyos bordes deberán ser suavizados con las lanas para que no hieran y cuyo exterior
puliremos también con ellas para darle un bonito aspecto
Silverstone,
y, mediante un pequeño taladro de 6 mm ø, lo
fijamos con un tornillo de la misma rosca a la abrazadera.
Con el fin de que no arañe las bases de enchufe al conectarlo, lo revestimos con un
fieltro autoadhesivo.
Como remate y tamiz de luz, reutilizamos el viejo
tapón de plástico blanco de cualquier
spray de pintura, aerosol de producto de limpieza, etc
que,
cortado estratégicamente así con unas tijeras de punta aguda,
se encajará perfectamente abrazando el conjunto.
Y ya está: un
práctico y sencillísimo aplique para alumbrar el escalón lateral,
localizar fácilmente los
enchufes de otros usos (
cargapilas,
ahuyentamosquitos, ambientadores, cargadores de móvil...)
o cualquier otro fin para el que nos pueda ser útil.
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