Salto adelante
Jeep Cherokee 2.8 CRD Limited
El nuevo motor del Cherokee, de 163 CV, le confiere mayor alegría en carretera y más posibilidades en campo con un consumo nada exagerado. Por lo demás, aparte de ciertos cambios estéticos, el TT americano sigue siendo el de siempre: un tipo duro de carácter amable.
Antonio Corral. Fotos: Alicia Ruiz.
Han pasado más de 40 años desde el nacimiento del primer Cherokee y el todo terreno de Jeep sigue manteniendo su “american flavour”. Su estética, aunque actualizada, ha sabido conservar las raíces que le han hecho tan popular desde hace más de cuatro décadas, con la clásica parrilla presidiendo el frontal. Por suerte, hay cosas que, por el progreso, han cambiado. Ahora, uno de los TTs más emblemáticos de la historia de Estados Unidos ha dejado de ser ese aparato tosco y rudo cuyo habitat natural era el campo y se ha convertido en un vehículo más cómodo y cosmopolita, que incluso se ha “rendido” a las mecánicas Diesel, más populares en el Viejo Continente.
El protagonista de nuestro análisis es, precisamente, la versión tope de gama de gasóleo del Cherokee, el 2.8 CRD de 163 CV que ha sustituido al 2.5 CRD de 150 CV.
Este incremento de potencia ha sido muy beneficioso para este Jeep, pues le ha convertido en un vehículo más capaz en carretera y campo. La mecánica elegida,es una evolución dl anterior 2.5 -ahora es un 2.8- que entrega 163 CV oficiales (casi 167 en nuestro banco de rodillos) y un par máximo de 40,8 mkg a 1.800 rpm (42,5 a 2.520 euros). El aumento de potencia respecto al 2.5 CRD se consigue, entre otros, gracias al aumento de la cilindrada, la nueva inyección directa por conducto común, el turbocompresor de geometría variable y el intercambiador de calor.
Poderosas razones
En la práctica, este incremento de potencia y par viene a dotar de mayor alegría al Cherokee, tanto en asfalto como fuera de él. Es un propulsor que, comparado con otras mecánicas de gasóleo incorporadas en todo terrenos, nos ha parecido bastante silencioso en regímenes medios-altos, los más utilizados en carretera. Tiene un funcionamiento correcto desde lo más bajo del cuentavueltas, con una buena entrega de par –rondando los 30 mkg- entre 1.750 y 3.750 rpm, aunque, eso sí, “muere” un poco pronto, pues el régimen máximo de giro se sitúa en las 4.100 rpm.
Lo que no nos ha gustado es la caja de cambios automática de cinco relaciones a la que está asociado este motor, pues le quita brillo con unos desarrollos algo largos y la imposibilidad de uso secuencial, lo que “maniata” al conductor, dejando toda la responsabilidad de los cambios al propio coche. Así, en ocasiones, nos encontramos con falta de "repris" para llevar a cabo maniobras como adelantamiento, pero, para paliar esto, existe un botón en el pomo (Overdrive) del cambio que provoca que el motor del Cherokee gane revoluciones y todo sea más fácil.
Las prestaciones de este motor son, indudablemente, mejores que las que ofrecía el 2.5 CRD al que sustituye, pero, al mismo tiempo, los consumos no se han elevado en exceso, al contrario, son muy similares, con crecimientos que no alcanzan el medio litro de media. Este Cherokee 2.8 CRD automático gasta de media 10,8 litros cada 100 km en el ciclo combinado, pero, lo sorprendente es que en ciudad, su consumo no se dispara y queda en 12,8 litros, que, teniendo en cuenta el peso, nos parece aceptable.
Importantes inercias
Dinámicamente hay que diferenciar el comportamiento que tiene el TT americano en asfalto y fuera de él. En carreteras, a pesar de funcionar mayoritariamente con propulsión trasera, hace gala de un comportamiento bastante neutro, aunque hay que tener muy presente el gran peso del Cherokee y las inercias a las que hay que hacer frente. En grandes vías en buen estado, el Cherokee muestra aplomo y da confianza al conductor, con unas suspensiones bastante cómodas para el conductor, pero con unos muelles lo suficientemente firmes como para asegurar eficacia en las zonas de curvas. En este tipo de recorridos, la carrocería oscila, sí, pero es un movimiento contenido para vehículos de esta altura.
Hay que destacar en este apartado el buen rendimiento del equipo de frenos. Las distancias de frenado, viendo las características y el peso del Cherokee –cerca de dos toneladas-, son muy buenas: hemos conseguido detenerlo desde 140 km/h en menos de 80 metros. El tacto, el equilibrio y la resistencia, al mismo tiempo, son excelentes.
TT light
En el campo, el Cherokee, a pesar de su origen rudo, no está preparado para afrontar terrenos demasiado abruptos ni escarpados, aunque es ideal para las pistas de tierra, donde utiliza su tracción a las cuatro ruedas para poder desplazarse con ligereza. Eso sí, de nuevo, cuidado con las inercias, más peligrosas en pistas de arena por ser más deslizantes y con una altura de las suspensiones delanteras no demasiado elevada, lo que incrementa el peligro de golpear los bajos si topamos con un bache a gran velocidad. Fuera del asfalto, el eje posterior tiende a ganar más protagonismo,lo que nos permite juguetear con el mismo, aunque con prudencia.
El Cherokee equipa el sistema de tracción Command Track, que deriva principalmente la propulsión al eje trasero, la tracción total puede activarse manualmente y reparte el par en un 48 por ciento para el eje delantero y en un 52 por ciento para el tren posterior. Hay cuatro posiciones:
-2H: Propulsión sólo en las ruedas traseras, ideal para circular por carretera.
-4H: El tren delantero y trasero reciben par, con lo que se consigue tracción total. Ideado para uso temporal y sobre superficies deslizantes.
-N:Punto muerto.
-4L: Tracción a las cuatro ruedas y mayor par para afrontar situaciones off road complicadas.
Como decíamos, el TT americano no asimila bien las zonas más off road y eso se debe, en parte, a su escasa altura al suelo y a la falta de un bloqueo en el diferencial trasero.
Imagen fresca, materiales mejorables
El Cherokee, por dentro, nos ha gustado estéticamente, quizás sea por su diseño fresco, que rompe, de alguna manera, con lo que estamos acostumbrados. Lo que no nos convence es el acabado y los materiales tanto del salpicadero como de los mandos, estos últimos son bastante toscos y duros, lo que no favorece el confort en la conducción.
Tampoco nos parece acertada la situación de algunos mandos, como es el caso de los botones que abren las ventanillas, situados entre los dos asientos delanteros. La guantera, al mismo tiempo, nos ha parecido algo pequeña, lo que se une a la escasez de lugares para depositar objetos.
La postura de conducción, a pesar de las regulaciones existentes, no es la más cómoda posible, sobre todo para las personas que superen los 1,80 metros, a lo que hay que unir la ausencia de un apoyo para el pie derecho. Los asientos delanteros, al mismo tiempo, sujetan poco, algo que echamos de menos cuando circulamos por zonas complicadas.
Las plazas delanteras ofrecen el suficiente espacio, mientras que en las traseras tampoco echamos en falta centímetros, con un confort suficiente para tres adultos. No obstante, las puertas de las plazas traseras son algo estrechas, lo que el dificulta el acceso a las mismas.
Equipamiento completo, pocas opciones
El Cherokee cuenta con un precio de tarifa bastante atractivo. Con el acabado Limited, el más completo de la gama, y con caja de cambios automática –2.000 euros extra- sale algo más caro, pues se eleva hasta los 36.650 euros. El precio viene justificado por la gran cantidad de equipamiento de serie disponible. No faltan el aire acondicionado, el control de tracción, la tapicería de cuero, el control de velocidad de crucero, las llantas de aleación y la radio con reproductor de CD y mandos en el volante. El número de opciones es, sin embargo, escaso, pues unicamente se puede añadir la pintura metalizada (480 euros) y el techo practicable (1.280 euros), sin que podamos optar por, por ejemplo, climatizador, sistema de navegación o control de presión de los neumáticos.
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