A fines de 1950, Renault emprendió su revolución cultural bajo el impulso de su presidente Pierre Dreyfus. Mientras que el R4 y el R16 de tracción delantera se perfilaban en las láminas de dibujo, también se estudiaban otros vehículos muy sorprendentes de revolucionaria arquitectura.
A fines de los años cincuenta, Pierre Dreyfus no estaba demasiado satisfecho con los resultados comerciales del Frégate. A este barco le costaba mucho navegar en las aguas de alta gama francesa. Deseaba sacar a la Régie Renault de su populismo y de su clasicismo, lanzando modelos más innovadores. Paralelamente al desarrollo del futuro R4, auténtico y rustico, el bureau de estudios, presidido por Ives Georges y bajo la dirección técnica de Fernand Picard, trabajó en una serie de vehículos revolucionarios.
El primer estudio fue en 1957: este auto llamado "compacto" (fue el calificativo que le asignó al bureau de estudios) pertenecería a la categoría del Dauphine. El prototipo que durante mucho tiempo permaneció secreto, fue presentado en el marco de una exposición que tuvo lugar entre el 15 de diciembre de 1972 y el 4 de marzo de 1973 en el Pub Renault de París. El constructor mostraba en esta exposición unos diez proyectos olvidados y abandonados, "los RENAULT que nunca se vieron".
Al declinar este concepto, RENAULT se puso a trabajar en un vehículo más ambicioso. El programa "900" comenzó en 1958 y podía suceder al Frégate. El auto era propulsado por un motor V8 1,7 litros, constituido por el acoplamiento de dos bloques de Dauphine.
Un dibujo de Gastón Juchet muestra una interesante propuesta para el proyecto 900, con un vasto parabrisas dividido en dos partes y amplias superficies vidriadas en los costados, que iluminaban el habitáculo.
Muchos de estos proyectos se desarrollaron con el carrocero italiano Ghia, firma vinculada con Renault desde la creación de un descapotable Frégate, el Ondine, presentado en el salón de París en 1953.
En el transcurso de los años, Renault continuó con nuevos proyectos, investigaciones y diseños. De alguna manera, Espace, Scénic, y Avantime constituyen las interpretaciones modernas de estos autos que vinieron a molestar, impidiendo que la industria automotriz se durmiera en los laureles.
SERGE BELLU - GLOBAL-LE MAGAZINE RENAULT
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