Más que un antirrobo propiamente dicho, este
brico es un
protocolo de seguridad adicional que estaría muy bien que todos tuviéramos en el punto oculto de nuestras
furgos que sólo nosotros conozcamos.
Las mafias que se dedican al tráfico de vehículos sustraidos o robados suelen centrarse en las siguientes modificaciones para poder revender rápidamente:
–
Doblan las placas de matrícula para eludir controles rutinarios (colocan numeraciones de modelos muy parecidos cuya documentación imitan) y no despertar sospechas.
–
Eliminan y renuevan el número de bastidor troquelado en el chasis. Incluso consiguen remover los que están grabados con técnica laser en partes inaccesibles.
– Borran u
ocultan los grabados de lunas en los que aparecen los números de matrícula, para evitar tener que sustituirlas todas.
–
Repintan el vehículo. Aunque este caso sólo se justifica en pocos casos. Lo que interesa es
colocarlo lo antes posible, y mejor fuera del país en el que se delinque.
–
Inhabilitan las emisiones de señales radioeléctricas que puedan tener origen en el vehículo para su localización remota por distintos métodos de inhibición electrónica o de barrera física.
En resumen, se trata de desfigurar las señas de identidad de la
furgo para que no sea localizable por los investigadores policiales.
Por lo tanto, los delicuentes se dirigirán a borrar los parámetros habituales y conocidos, pero no sospecharán ni mucho menos encontrarán las distintas
marcas identitarias que nosotros podamos instalar privadamente.
Una de estas marcas puede ser una chapa de aluminio de 1.5 mm de grosor a la que le practicamos dos taladros laterales de 4.75 mm ø.
En ella dibujamos una
trama a lápiz para colocar todos los caracteres numéricos y alfanuméricos que deseemos grabar
con unos
troqueles portátiles de impacto, a la venta en las buenas ferreterías y comercios profesionales de herramientas.
Lo más interesante a escribir puede ser nuestro
NIF,
matrícula del coche y número completo de
bastidor (lo comprobáis en el
permiso de circulación o en la
tarjeta técnica). Después eliminamos el lápiz con una goma de borrar.
Con ayuda de unos remaches (de 4x10 ó 4x14 mm) la colocamos en el sitio elegido del interior o exterior del vehículo
y –¡
muy importante!– la ocultamos empleando un retal de PVC autoadhesivo oscuro para que, aunque la tengan delante, no la descubran y, por tanto, no la retiren también.
Este mismo procedimiento lo podemos hacer en varias
partes plásticas de los revestimientos por el lado del revés.
Todo ello lo anotaremos cuidadosamente entre nuestra documentación de valor en casa para que sea accesible a cualquier miembro autorizado de la familia o de quienes entiendan de un posible futuro delito.
En caso de robo, podemos explicar a la policía la ubicación exacta de la nueva placa para que en el transcurso de las investigaciones se pueda identificar correctamente de entre las posibilidades sospechadas.
Un saludo. Y que
no la tengáis que utilizar nunca.
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