Seguro que todos estamos de acuerdo en que cuando uno quiere
robar una bicicleta estacionada, lo más cómodo es hacerlo
dentro de un garaje común, sobre todo si pertenece a una comunidad de vecinos grande, donde a ciertas horas es fácil pasar inadvertido o parecer ser el dueño y operar con toda tranquilidad.
Muchas veces, para evitarlo, tenemos las bicicletas atadas con una cadena a una
argolla en la pared o a una columna, pero esto tiene algunos riesgos como que aflojen la argolla, le abran el arillo o simplemente la desenrosquen usando la propia bicicleta para girarla.
Queremos compartir con vosotros una idea que hemos puesto en práctica hace años y que tiene un excelente resultado:
hacer una caja o trinchera en el suelo del garaje, donde la capa de hormigón del forjado es muy sólida.
Simplemente hay que seguir estos pasos:
1. Dibujar un
rectángulo en el suelo.
2. Taladrar con una broca fina (6 a 8 mm ø)
todo el perímetro unos diez centímetros de profundidad separándolos un centímetro unos de otros.
3. Sacar con
martillo y cincel (manual o eléctrico) el material del centro del rectángulo.
4. Una vez vaciada la caja,
atornillar dos tacos metálicos de al menos 10 ó 12 mm ø de grueso de argolla en el nuevo suelo del rectángulo. Dos mejor que uno para usar luego candados de cuello largo que unan la cadena y ambos aros
para impedir el giro.
5. Rellenar unos 30 mm de
mortero muy fuerte (1 parte de cemento gris y una de arena fina) o de un mortero autonivelante (por ejemplo
Lanko133), de forma que la tuerca, la arandela y la cuarta parte de la argolla queden
recibidas en la masa para evitar tamibén su giro.
El hecho de sumir las argollas en una caja evita que las propias ruedas de la
furgo al pisar se dañen o las debiliten poco a poco. También que alguien pueda
tropezar cuando la bici no está atada. Incluso dificulta maniobras de herramientas que puedan violar las argollas para hacerlas girar o para cortarlas.
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