ForoCamper.com > Viajes y Quedadas

TREINTA Y TRES DÍAS POR HUNGRÍA

(1/4) > >>



viano:
Para evitar el atracón de digerir todo este muro de 33 ladrillos, os voy pasando las etapas poco a poco, como las telenovelas...

Y os vuelvo a pedir perdón por enrollarme.





Las estadísticas:

Vehículo: Mercedes-Benz Viano Marco Polo 3.2, versión 2004
Km totales: 9058
Duración: 33 días (del 2 MAR al 3 ABR 2005)
Países en tránsito: 11
Monedas utilizadas: 4 (EUR, CHF, HUF, CZK)
Poblaciones visitadas: 56
Presupuesto íntegro todo incluído 2 personas 33 días: 5200 € (78 € persona/día combustible, comidas, compras y extras)

Aunque va camino de haber sucedido hace dos años, éste ha sido por el momento el viaje más largo que hemos hecho con la Marco Polo, con la que todavía no superamos aquel otro de 2001 a Escandinavia de algo menos de 11000 km con el viejo Renault 21 TXE 2.0.

He conseguido reunir la viejas notas y fotografías tomadas durante aquellos días y me pongo ahora a pergeñar la redacción para que podáis hacer el recorrido virtualmente con nosotros.

1



Todo empezó a media tarde en cuanto acabó la compra grande en el supermercado del barrio. Que aquí se llaman El Árbol.

Es una de esas etapas tontas, sin gracia. Para el que nació fuera de Castilla, es probable que la sucesión de llanuras cerealistas sea una atracción. Pero para nosotros es un aburrimiento muy grande no ver montañas, no ver árboles por ningún sitio...

Me acuerdo de un viaje hace como quince años, entre Guipúzcoa y Salamanca, en un departamento de tren, de aquellos de ocho plazas... Enfrente iba un chaval de Ermua, de carrillos sonrosados y mirada noble que seguramente había viajado poco allende los prados y los valles de su comarca. Nada más pasar la estación de Alsasua, cuando ya empieza la Llanada Alavesa, y desde luego en cuanto rebasamos el desfiladero de Pancorbo, donde la tierra empieza a nivelarse y a no tener horizonte, sólo sabía decir a cada momento con ojos grandes y chisporroteantes de ilusión mirando las fincas por la ventanilla:

–¡Jo!, ¡Menudo campo de fútbol saldría de ese terreno...!

Una sola parada en la gasolinera de Villagonzalo, a las puertas de Burgos, nos transfirió de la A62 a la AP1, que entonces no era tan aristócrata y se llamaba A1 a secas. Lo mismo le pasaba a la A68, que ahora los despachos de Fomento denominan AP68, para recalcarnos, por si alguno no se había dado cuenta, la pe de pagar. Por ella circulábamos cuando nos entró el sueño a la altura de Haro. Y, haciendo caso de los consejos de la DGT, allí mismo, en el área de descanso, nos quedamos dormidos.

Por suerte, esa noche fue todo muy bien y no nos pasó lo que meses después, en la madrugada del 16 al 17 de octubre, nos ocurriría en una de las siguientes de la misma calzada, en Mallén:

Cuando, recién cenados en la furgo, estábamos partiéndonos de risa en lo mejor de los sketches de ¡Vaya Semanita!, que para los que sois de fuera de Euskadi es el programa de humor de la ETB2 que luego se produjo con algunas variaciones y escasa audiencia en TVE1 bajo la denominación Made in China, con algo menos de carga en la crítica política... pues cuando estábamos viendo eso, completamente solos en el área, sin coches de ningún tipo, a miles de metros del núcleo poblado más cercano... de repente... apareció una cara humana salida de la oscuridad en la ventanilla del copiloto, por fuera. Subió el rostro para mirar el interior y volvió a bajar. Nada más. Y nada menos...

Creo que fueron cinco los segundos que tardamos en arrancar y salir zumbando de allí. Acojonaos...

¿Un psicópata de alguna finca cercana? ¿Un ladrón de caravanas preparando el asalto? ¿Un reflejo de nosotros mismos al movernos? ¿Una ilusión óptica entre la luz del interior y la negrura de la calle?

Por el retrovisor no se veía a nadie, todo estaba vacío... nunca sabremos si fue verdad lo que vimos. No quisimos comprobarlo. Hay que estar allí para creerlo. Fue simple instinto de superviviencia... Cualquier día le escribiremos al Iker Jiménez, de Cuarto Milenio, para ver si sabe de casos similares...

Podéis imaginar por qué tardé tan poco en diseñar este brico...

2


Un abrupto despertar por una llamada telefónica para una cosa sin importancia del trabajo nos devuelve a la vida. Nos integran todavía más en ella unos cafés con leche y donuts® en el área de servicio de Sobradiel donde rellenamos el agua y la gasolina gastadas.

La chica de la estación  –cosas de los coches cuando están muy nuevos–  se encaprichó con que le enseñáramos un poco en detalle el camper. Era una forofa de este tipo de vida.

El día de hoy y el de mañana van a ser un poco densos: tenemos por delante lo que podíamos llamar unas jornadas gastronómicas que comenzamos almorzando con una rica degustación en Calldetenes, adonde llegamos por las AP2 y C25, Eix Transversal de Cataluña, in extremis, a las tres y cuarto de la tarde:



Lo que más nos gustó de este chef fue el Canelón de pollo y un postre impresionante llamado [sic] Chocolate con chocolate.

Cumpliendo con la cita previa que teníamos, nos pasamos por nuestra casa madre, Autosuministres Motor SA, el concesionario de Mercedes-Benz de Vic, donde habíamos comprado la furgo meses atrás.

Allí recogemos un montón de accesorios de Westfalia que teníamos todavía pendientes de instalar (mosquiteras, barras interiores, disco del navegador de ese año...) y, con la ilusión de un niño con zapatos nuevos, los vamos acoplando camino de Barcelona.

Tomamos como base de operaciones el aparcamiento subterráneo del número 1 de la calle Casanova, en el Ensanche, y nos dedicamos a sacarle el jugo a la ciudad, como tantas otras veces. Barcelona siempre es Barcelona. Para nosotros, probablemente, una de las mejores plazas para vivir.

En un escondido espacio sin prohibiciones junto al cuartel de la Guàrdia Urbana que hay en Montjuïc, con la tranquilidad de ver pasar cada pocos minutos un coche patrulla, nos dormimos sin sospechar siquiera lo que nos iba a pasar al día siguiente.

3


13:43 h. Después de una agradable mañana de librerías por el barrio gótico, cuando nos disponíamos a entrar en el aparcamiento subterráneo del Moll de la Fusta, en el Port Vell (junto a la estatua de Colón) con la tranquilidad de que su gálibo estaba limitado a 2 m y nuestra altura es de 1.98… ¡ rrraassss ¡… la barra metálica de preaviso nos da un zarpazo en el techo. Y eso que íbamos con pies de plomo…



¡ Atención, amigos !

No os podéis imaginar la de miles de euros que puede llegar a valer el tener a mano siempe la cámara fotográfica.

Tuvimos una rápida reacción al notar el golpe: paramos en seco, uno hizo señales a los coches que iban llegando por detrás para que utilizaran la otra entrada al recinto, y otro fotografió el pastel con todo tipo de ángulos y detalles.

La mala suerte quiso que la garita de los empleados estuviese justo a la otra punta del estacionamiento y tuve que correr  ¡ 400 m !  para avisar de lo que había pasado.

Entonces el empleado, que justo terminaba su turno a las 14:00, con una clara vocación de escaqueo y con muy malos modos se intentó hacer el sueco con todo tipo de excusas:

Llegó con su cómoda moto eléctrica (tipo campo de golf) mientras yo volvía a hacer la carrera en sentido inverso otra vez corriendo hacia la entrada donde estaba atascada la furgo. Decía el julai que aquella barra la habían medido los ingenieros y que no podía estar mal. Que tendríamos nosotros mal la altura, que a él no le metiéramos en problemas, que no pensaba pagar nada…

Tuvimos que tranquilizarlo nosotros a él explicándole que el problema consistía en que la barra estaba medida justo en el encuentro de la rampa con la parte plana del piso del aparcamiento y que por tanto no habían tenido en cuenta la longitud de los vehículos altos, que durante un par de metros siguen teniendo el eje trasero más alto que el delantero mientras pasan bajo el medidor. Y que para eso están las aseguradoras, maxime en ese negocio que era un parking municipal.

Como el hombre  –encima–  se puso violento, se desentendió del tema, y sus compañeros, recién entrados de turno tampoco querían colaborar, no hubo más remedio que avisar a la policía autónoma.

Los Mossos tardaron más de cuarenta minutos en llegar, les obligaron a dar sus datos y extender reglamentariamente la hoja de reclamaciones y levantaron un pequeño atestado de los hechos.

Y ahora llega la segunda odisea: ¿cómo presentar en la Oficina Municipal de Consumo nuestra reclamación un viernes por la tarde?

Primero localizarla en la ciudad. El navegador nos ayudó y allí fuimos, una vez metido el coche en el aparcamiento (levantando a mano la barra metálica),  ¡ pagando dos horas de estancia !  y volviendo a salir por la puerta contraria, en la que no hubo el menor problema de altura.

Cuando llegamos a la dichosa oficina, naturalmente, no abrían ya hasta el lunes.

Suerte el saber que por la Ley de Procedimiento Administrativo cualquier oficina pública de registro está obligada a cursar los escritos de los ciudadanos y redirigirlos hacia donde estén encabezados.

Así es que volvimos a localizar ahora la Subdelegación del Gobierno (lo que antes eran los Gobiernos Civiles) y allí registramos la reclamación, aportamos el tique y una factura expresa que habíamos conseguido que nos hicieran en el parking delante de la policía.

Casualmente la encargada que nos atendió era paisana nuestra y, entre chascarrillos sobre lo que se pueden complicar las vacaciones en un momento, nos hizo gratis todas las fotocopias y nos las compulsó para poder conservar nosotros los originales. Para que luego digan de las funcionarias de los ministerios...

¿Os imagináis que además hubiésemos tenido que empezar a buscar fotocopiadoras por el barrio?

Meses después, enviadas desde casa las fotos del siniestro a través de la asistencia jurídica del seguro del coche, el aparcamiento, propiedad del Ayuntamiento de Barcelona, reconoció su culpa y pagó al chapista 2000 € para dejarlo todo como nuevo.

La próxima vez que paséis por Barcelona, si sentís curiosidad, podréis ver que han cambiado ya la señal de 2 m por otra de 1.95 m. El gato escaldado no vuelve al agua...

Unas paradas en las áreas de servicio de Montcada y de descanso de La Roca del Vallés, en la AP7, nos sirvieron para lavar la ropa y repostar un poco de todo. Luego, ya en Gerona, en la localidad de Mont-Ras, purgamos todos los sinsabores del día en el cálido restaurante La Cuina de Can Pipes, donde dimos buena cuenta, por ejemplo, de unas Vieiras con cítricos o unas Albóndigas de pescado. De postre será difícil de olvidar la Copa de lichis con calabaza.



Antes de dormirnos del todo en el área de descanso llamada Village Catalan, que recrea unas masías en medio del bosque mediterráneo, un poco antes de Perpignan, en la A9 francesa, el oficial de la gendarmería (era un negrito con cara de poli americano) que pasaba patrullando nos peguntó:

– ¿Cuántos sois?
– Dos
– ¿Y no sois tres?
– No. Somos dos.

Así es que con este diálogo de besugos se nos fue dulcemente la consciencia por unas horas. No sé qué andarían buscando...





(continuará)

Tweet




viano:
4


La mañana empezó estrenando la lavadora Jata 582 de la que ya se ha hablado en este hilo, aprovechando que nos habíamos situado muy cerca de los WC del área.



En la siguiente, la de Loupian, comimos. Y en la de Montpellier nos hicimos con la Guía Roja Michelin de Francia del año en curso. No sólo es la Biblia gastronómica (fue la de este país la más antigua en publicarse, hace ahora casi 110 años), sino que resulta muy práctica por la cantidad de mapas urbanos e indicaciones turísticas que ofrece de cada localidad.



Después de darle de beber a la furgo en el Carrefour, nos metimos en el aparcamiento descubierto de Los Arces, bajo el imponente acueducto, para ver qué había de nuevo en la ciudad. Por aquí pasamos con frecuencia, un par de veces al año, y siempre hay cosas por descubrir.

Por ejemplo una surtidísima frutería llevada impecablemente por un francomagrebí en la que a buen precio hicimos la compra de frescos, o un bonito recorrido por la Promenade Peyrou, desde donde hay unas panorámicas estupendas de la ciudad.

Una vez de nuevo en la A7, cenados en el área de descanso de St Aunès y descansados en otras, pusimos el huevo finalmente en la de Montélimar, muy cerca de tres chavales que se preparaban también para dormir en una California T4.

La noche fue bastante fría y de ello se aprovechó un batallón de streptococcus que se nos quedó a vivir unos días en las vías superiores. Menos mal que en el armario pequeño solemos llevar una farmacia en miniatura.



5


Tras repostar en el propio área en donde habíamos dormido, nos acercamos un poco más hacia Chambéry y almorzamos en el aparcamiento del Lago, antes del túnel. Cuando estábamos en ello se acercó una furgoneta de gendarmes que de modo expeditivo sin mediar más aviso intentaron abrir sin éxito la manilla de la puerta del conductor.

Con flema británica, que es lo que peor sienta en casos así, abrí dos dedos la ventanilla y les pregunté qué querían. Luego ya nos obligaron a bajar y no hubo suerte: registraron lo que quisieron, porque en Francia, según nos explicaron, la legislación sí permite entrar en vehículos-vivienda. Pero al final hubo buen rollito y dos de ellos se pusieron a jugar con los mapas en la pantalla de la Jenny, que es como llamamos cariñosamente a nuestro navegador Pioneer AVIC X1 con voz de mujer.



Durante la visita a la ciudad de Chambéry nos acompaña una buena nevada toda la tarde. Aquí, justo empezaba:



Al final de la cual, con precaución (la Alta Saboya son plenos Alpes y estamos en invierno todavía), nos acercamos hasta escasos dos kilómetros antes de la frontera suiza, cenamos en el Mc Donald's de Etrembières y en su aparcamiento, por cuanto éramos clientes, pernoctamos sin más problema.

6


Una de las marcas de distribución a precio ventajoso en esta zona es la cadena Migros, que estaba justo enfrente de donde habíamos dormido. Os podéis figurar dónde nos acomodamos a desayunar (aunque casi era mediodía) al ver una humeante cafetería-obrador de bollos recién horneados al entrar al complejo.

Allí mismo hicimos la compra grande de alimentación, llamamos al agente de seguros para dar parte del siniestro del aparcamiento de Barcelona y, finalmente, junto a LIDL, lavamos a conciencia los bajos de la furgo para retirar la sal de la carretera. Creo que es muy importante para alargar la vida del recubrimiento anticorrosión hacer esto con regularidad cuando se circula en invierno.

En Anemasse nos sirvió un centro de bricolaje para jardinería (aquí los llaman Garden Center) para coger unas mangueras apropiadas para hacer más cómodos los vaciados del WC químico, como se explicó en el foro en este brico.

Tras el control rutinario en la aduana, compramos la pegatina de 2005 para circular por las autopistas (la vignette) y guardamos la Marco Polo en el céntrico parking cubierto ginebrino de Villereuse. El centro de la ciudad que vió nacer a Jean-Jacques Rousseau está plagado de cosas originales como este suelo de adoquines luminosos con saludos en los idiomas más variopintos,



o bonitas tiendas de decoración sólo para sueldos helvéticos.



Cenamos en el coche y enseguida enfilamos la autopista A1 hasta el área de serivico de Deittingen-Norte, que es la primera pasada la circunvación de Berna. Como habíamos hecho los deberes por el camino (repostar fluídos y deshacernos de las aguas grises y negras), pues dormimos como cuando llegas de una caminata por el monte: ponerse en horizontal y fundirse el fusible, todo a la vez.

De vecinos de sueño, una California con matrícula rusa.



(continuará)

Tweet



Loocked:
Espero con impciencia la continuación ;)

Como siempre un relato que te traslada y te hce pensar que estas viajando desde la oficina.

Gracias por compartir tus vivencias ;)
Tweet



viano:
7


En el recorrido que media desde allí hasta Zurich aprovechamos al final de la mañana para atender nuestras necesidades de agua y gasolina. En la ciudad, es una buena opción el aparcamiento de varios sótanos de la calle Beethovenstrasse, abierto 24 horas y con gálibo suficiente, aunque pasan de hablar inglés. Cada día veo más necesario tomarme en serio esos cursos de alemán con cintas de casette (¡qué antiguo suena!) que andan abandonados por los estantes de casa. Hablar de filosofía es jodido, pero las cien expresiones más útiles al turista, creo que sí las podemos aprender poco a poco...

Se portaron muy simpáticamente las de la pastelería del comienzo de Badenerstrasse, donde recargamos la mochila de bombones más de lo que la OMS fija como dosis diaria recomendada. En la acera de enfrente hay una curiosa joyería que luce en el centro una imagen en plata de ¡ la Pilarica !  Parece que la emigración de los pasados años sesenta dejó algún poso aragonés.

Allí al lado, en la Langstrasse, hay un restaurante chino al que hemos ido otras veces. Nos gusta el trato y la comida. No tiene molduras-barrocas-multicolores-con-escenas-de-dragones,-lagos-fantásticos-y-tejados-cóncavos. No parece un chino. Además tiene horario non-stop y eso nos conviene a los que vivimos a nuestro ritmo en tierras lejanas. Pues allí que nos metimos a hacer comida-merienda.

Desde las cuatro de la tarde en Suiza ya es de noche. El día es muy frío. Así es que apetece meterse en nuestros ires y venires por la ciudad y sus deleites en uno de esos clónicos pero sin embargo acogedores Starbucks Coffee. Ricos cafés de cualquier variedad exótica y mejores tartas de queso o de chocolate.

En el parque Arboretum, a orillas del lago de Zurich, nos despedimos de la extensa y adinerada capital financiera del país para dirigirnos a la frontera de otro por el paso de Listenau adonde arribamos a medianoche. Pero, aunque compramos la pegatina de la vignette austriaca en la gasolinera Agip (los carburantes más caros en cualquier parte de Europa, confirmado), la estancia duró apenas quince minutos en cuanto traspasamos la desierta raya alemana de Bregenz para acabar durmiendo en el primer aparcamiento de la A96 en Wangen.


8


Bueno, pues aquí la cosa se pone seria. ¿Veis esos follones de coches atrapados en la nieve que tenemos casi todos los inviernos en España? Pues en la parte alpina de Baviera cae el triple de nieve, pero son el quíntuplo de prevenidos. Carreteras perfectamente limpias, aunque con más de un metro y medio de nieve alrededor;



áreas de servicio que se limpian a conciencia todas las mañanas; legiones de máquinas esparcidoras de sal viaria, palas pasando sin cesar; vehículos circulando a cien por hora con neumáticos de pinchos donde aquí haríamos trompos a 40 km/h... en fin... esto es Alemania.

Hay una ligera neblina a eso del mediodía que todavía no había levantado. Probablemente por ello, a unos dos kilómetros más adelante se ha producido un accidente que ocupa el arcén y parte del carril derecho de la autopista ocasionando una pequeña retención que se va aliviando poco a poco. De todo ello, a través del satélite y del sistema TMC, nos informa el navegador con la suficiente antelación: Imagen 1.



Cuando estamos a unos 500 metros, con los coches casi parados a la vista, indicamos la maniobra, aunque por el retrovisor no venía nadie, y nos cambiamos al carril izquierdo para avanzar más. Los coches del carril derecho estaban parados y los del izquierdo iban con cierta fluidez: Imágenes 2 y 3.

A los dos o tres segundos aparece como por encanto un potente Volkswagen Golf plateado matrícula LU E 4347 a unos 180 Km/h. Imposible que fuese a menos, porque recorrió en dos segundos unos cien metros.

Lo único que recuerdo como imagen viva es que instintivamente di un enorme volantazo acelerando a fondo para cambiarme al carril derecho de nuevo, como intentando evitar el alcance de una vaquilla en el tentadero, pero a la vez frenando inmediatamente para no comerme la fila de coches parados de ese carril. Por el retrovisor se veía el terrible chillido de un frenazo en seco y el coche patinando sobre el asfalto y soltando una humareda azul de pastillas de freno casi incandescentes: Imagen 4.

A la décima de segundo siguiente, por la ventanilla del conductor vimos rebasar el coche por el carril izquierdo, todavía patinando y envuelto en aroma a ferodo quemado: Imagen 5. Pensad en toda esa energía empotrada contra el culo de la furgo. Nos acabábamos de salvar por segunda vez de unas vacaciones jodidas.

Cuando por el azar de la retención volvimos a rebasar a ese coche porque momentáneamente quedó más lenta la cola de la izquierda que la de la derecha, se trataba de un  ¡ matrimonio de ancianos !  que mediante gestos no sabían ya cómo pedirnos disculpas... En fin... eso es lo que puede pasar en carreteras donde no existe el límite de velocidad genérico. Alemania también es eso.

Con el susto todavía en el cuerpo, nos salimos a comer en un Burger King de carretera (AutoKing), plantado dentro de un área de servicio donde repostamos. Como no aparecía el grifo del agua, tuvimos que cogerla de la toma del autolavado que estaba libre en ese momento. Y, sin más demora, continuar hasta el castillo de hadas más bonito del mundo. No me cabe la menor duda. El que se hizo construir el melancólico, atribulado y abúlico Luis II de Baviera. Algo parecido a nuestro austria menor Carlos II, el hechizado. ¿Recordáis la película Ludwig? Pues ése. Se trata del Schloss Neuschwanstein. La foto aérea de la derecha, que no es nuestra, seguro que os suena más. Seguía nevando a ratos intensamente y hubo que subir 2 km a pie desde el aparcamiento.



Esta otra, tomada desde dentro del bosque, cayó simpática y nos la publicó la versión impresa de la revista Digital Camera unos meses después, en el número 31 de Julio-Agosto.




Volver desde allí hacia Munich no fue nada fácil. Se trataba de carreteras secundarias, con el efecto de la sal de la mañana un poco retardado ya. Lo peor sucedía cada vez que un vehículo precedente se detenía en el centro de la calzada para iniciar el giro a la izquierda en alguna intersección, esperando a que cruzasen los vehículos del sentido contrario. Al intentar bajar la velocidad para rebasarlo con cuidado por la derecha, a pesar del ASR, la Marco Polo culea un poco por ser de propulsión. Hay que tener mucho cuidado con eso si no queremos tener sustos en la nieve cuando todavía no está como para montar cadenas.

La gente estaba saliendo de una función de teatro en la Rudolfplatz cuando aparcamos sin problemas en las proximidades. ¿Quién coloca una bestia de cinco metros junto a un teatro de Madrid en hora punta? La diferencia está en que aquí la gente (de todas las edades y trajes) se marchaba para casa con sus bicis, caminando o en tranporte público. Hacía mucho frío y la nieve se acumulaba contra los bordillos... Una verdadera lección de civismo y de sostenibilidad para los que dicen en España que las bicicletas son para el verano... o para los chavales... o para hacerse 40 km en carretera con los amigotes... y luego ir a trabajar o al gimnasio  ¡ en coche !  Algo falla en nuestra sociedad... Bueno, no insistiré en este tema, que me pongo malo...

Después de disfrutar de la ciudad, muy animada y epicúrea, como todas las urbes meridionales con respecto a las del norte de su mismo país, nos aventuramos por la helada autopista que conduce de nuevo a Austria por Salzburgo. Asustados por ser adelantados continuamente por camiones a velocidades de vértigo (y neumáticos de invierno), nos acomodamos en la primera área de descanso que tenía sitio libre. En este tramo son todas muy pequeñas y llenas de vehículos pesados. Además, la nieve acumulada y endurecida por la fuerte helada restringía todavía más las posibilidades.

El ruidito de nuestra calefacción estacionaria puesta a tope nos arrulló en Piding, un poco antes de la frontera austriaca.

9


Si no lo vemos, no lo creemos: Apenas hubo amanecido, de estar rodeados completamente por medio metro de nieve pasamos a un aparcamiento completamente expedito. Las máquinas y los operarios se afanaron en media hora con toda profesionalidad y eficiencia, de forma que en algo más de otra media ya estábamos situados en el sótano -5 del parking de la ribera norte del río Salzach, que da nombre al bonito enclave donde nació Mozart.



La gente no tiene empacho en jugar con ajedreces gigantes o en pasear unas calles para nuestro gusto demasiado prostituidas con recuerdos turísticos del músico. Aunque entre visitas a la catedral y al castillo,



no vienen mal unos ricos lazos hojaldrados de sabores diversos que venden las señoras en improvisados puestos a la intemperie.

Junto a la casa natal del genio, encontramos por casualidad otra maravilla: la cadena de restaurantes rápidos Nordsee.



A ver si me explico: imaginaos una mezcla entre la rapidez de una hamburguesería yankee, la calidad de una pescadería del mercado central de nuestra ciudad y el sabor de unos pescaítos fritos con oliva virgen extra en El Puerto de Santa María. Pues eso es Nordsee . Rápido, sano y rico. Los encontraréis por toda Alemania, en las mejores calles peatonales. Y en Austria.

Tras aquellos Calamares con patatas riquísimos, teníamos las fuerzas suficientes para avanzar hasta Linz, supermoderno centro con todas las facilidades.



En sus calles, para evitar patinar con el hielo, el ayuntamiento no echa sal, sino piedrecitas muy finas, entre gravilla y mármol molturado como el que se emplea para proyectar sobre los morteros monocapa (Cotegrán, Weber, Cemarksa...). Es muy curioso. Lo guardan en arcones de plástico por las equinas y, en el momento oportuno, lo palean por los sitios más peligrosos (rampas de minusválidos, pasos de cebra...).

El aparcamiento del Neues Rathaus nos sirvió muy bien para recorrer el centro, de rabioso capitalismo de escaparates junto a edificios públicos y religiosos que ya empiezan a anunciar la arquitectura de la Europa del Este.

Viena está todavía muy lejos. Así es que, nos cenamos lo que hay por la furgo en la autopista, y, tras repostar allí mismo, a orillas del Danubio, con unas bonitas vistas de la Abadía de Melk,



nos dormimos en soledad en la explanada congelada del comienzo de un sendero de ribera, evocando las voces de la famosa Escolanía del monasterio. Lo más parecido a la de El Escorial, pero con mucho más renombre si cabe. ¿Os acordáis del novicio de El nombre de la rosa, el fiel escudero de Sean Connery? Su nombre completo en la ficción era Adso de Melk. Llegó a ser monje de esta abadía y, ya en la vejez, cuenta el relato novelado en técnica flash-back por la pluma inimitable de Umberco Eco.


(continuará)
Tweet



Descartes:
Los adeptos esperamos. Por cierto, el diálogo de Perpignan me ha parecido alta literatura. Creo que valdría para esos certámenes de literatura hiperbreve que se estilan por ahí. Si abstraes el contexto, lo tiene todo  ;). Salud.
Tweet

Navegación

[0] Índice de Mensajes

[#] Página Siguiente

Ir a la versión completa