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Autor Tema: De cuando nos prometimos no volver nunca más al desierto.  (Leído 13621 veces)



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De cuando nos prometimos no volver nunca más al desierto.
« en: Jue, 17 Enero 2008, 10:04:59, am »
Esta crónica que empiezo tendrá dos partes. En la primera habrá la parte escrita, y en la segunda vendrán las fotos. 
Esta vez no explico la ruta que hicimos, sino los problemas con que nos encontramos. No la escribo para asustar a nadie, sino para dejar constancia de que en cualquier cosa que hacemos en la vida asumimos un riesgo. Incluso en las cosas más cotidianas y, no por ello... dejamos de hacerlas.


"De cuando nos prometimos no volver nunca más al desierto" Un título así es muy raro en este foro. Y también es raro que sea el título de una crónica referente a Fenec y a Dunesdesorra.

Hicimos un viaje a Marruecos aprovechando las vacaciones de Navidad de 1.988.  Dos coches (por suerte). En un Suzuky Vitara: nosotros dos, y en un Nissan: Alex -primo de Fenec-  y Caro, su mujer.

Un viaje como cualquier otro que habíamos realizado hasta entonces por tierras del sur. Haríamos una ruta y además  nos pararíamos en las Gargantas del Todra para que ellos dos pudieran escalar.

El viaje atravesando la península transcurrió sin más novedad que la ilusión de volver al desierto. Pasamos el estrecho y paramos a dormir en Midelt.
A partir del día siguiente, Alex  empezó a decir que no veía bien a Fenec, que lo encontraba raro.., a ver a mí qué me parecía. Yo de momento no había notado nada y lo encontraba normal como siempre.

Lo mismo me repitió  al día siguiente. Quizás yo había empezado a notar algo en su manera de hablar. Parecía que no podía articular bien las palabras. Pero era sólo en  momentos concretos y  de forma muy puntual.

Fuimos haciendo la ruta que nos habíamos planteado disfrutando como otras veces  de bellos paisajes, de acampadas con su fuego...

Un día, el problema de habla de Fenec  se hizo bastante evidente pero él no quiso ni oír hablar del tema. Sólo tenía palabras para decirnos  que se encontraba  muy bien, que no le miráramos tanto y  que estábamos cogiendo muchas manías.

Ahí nos empezamos a preocupar  bastante. Parecía que la lengua no  podía hacer su función  y  no le dejara articular. Estuvieron escalando en el Todra y aunque él no lo quiso reconocer,  cuando bajaron Alex me habló muy seriamente que algo estaba sucediendo y que no coordinaba bien.

Aquella noche dormimos en un albergue en Tinhergir después de haberlo pasado un poco mal en una pista de la que acabamos retrocediendo. Esto había sido por la tarde y el sol nos estuvo dando de frente molestando bastante. Un ojo en particular le lloraba mucho.

Cuando nos despertamos por la mañana siguiente, él mismo se encontró raro y se fue volando al espejo. Lo que vió le asustó. Tenía la cara  desfigurada, como si le hubiéramos dado un poco de vuelta a todo hacia un lado. Los ojos, para entendernos, no estaban en su posición sino uno más arriba hacia la frente y el otro más abajo. ¡Aquello parecía el tercer ojo! La articulación de las palabras... había empeorado, los párpados no se movían y los ojos enrojecidos, le  lloraban mucho.

Nos asustamos bastante. ¡Estábamos muy lejos! Decidimos viajar de tirón hasta Ceuta pensando encontrar allí un buen hospital.

De esta parte del  viaje rumbo al norte, por razones obvias,  tengo un vacío en mi cabeza en cuánto a sitios por los que pasamos, por lo tanto  no puedo dar muchos detalles. Sólo recuerdo que la pista por la cual rodábamos de repente se transformó en obras pues la estaban convirtiendo en carretera.  Circulamos mucho rato por una plataforma sobre una capa muy gruesa de piedra suelta.
En un momento determinado el Vitara se paró misteriosamente y no hubo forma humana de que hiciera la más mínima intención de andar. ¡Se había quedado sin  embrague!

En días anteriores habíamos estado en arena y el otro vehículo se empanzó unas cuántas veces. Costó bastante sacarlo y se tuvo que estirar con el Vitara una y otra vez. El embrague quedó cascado y a partir de ahí Fenec tenía que estar  haciéndole mimos y carantoñas metido por debajo cada día. Así que ahora había dicho ¡-Basta!

Las cosas no nos podían ir mejor. Allí no nos vendría a buscar nadie, así que atamos el Vitara con una eslinga al Nissan y nos arrastró hasta Errachidia, como unos 57 kilómetros.

Era el día de año nuevo. Fiesta mayor en Marruecos. Errachidia es una ciudad grande, capital de provincia. Encontramos la casa  oficial Renault pero estaba cerrada. Fenec empeoraba por momentos. En una gasolinera le debimos dar pena a alguien y fue a casa del mecánico a buscarle. Éste, pese a ser fiesta vino,  nos abrió el garaje y nos dejó guardar allí el coche. Creo recordar una especie de patio bastante grande y cubierto en parte.

Caro se quedó con Fenec en el coche para entretenerlo hablando pues llegados a este momento solo tenía ganas de dormir y nosotros no le dejábamos. Nos daba miedo y le queríamos despierto.

Alex y yo  fuimos a buscar un teléfono para llamar al Racc del cual somos socios. Esto no fue tarea fácil. Eran las doce del mediodía. Encontramos una “teleboutique”. Era el principio de estos establecimientos. (Ahora hay “cibers”).  Había un par de teléfonos colgados en la pared y también hacían fotocopias.

Llamamos y nos contestaron enseguida pero las monedas que habíamos echado no dieron para mucho y se cortó. Rebuscamos todas las monedas que teníamos entre los dos y las tiramos dentro.

Marqué de nuevo, me salió una musiquita de villancicos y una odiada voz por mí que me iba diciendo: ¡-Espere un momento por favor! Y se acabaron las monedas otra vez antes que nadie me contestara.

La chica de la teleboutique nos cambió a monedas pero no tenía gran cosa. Volví a probar mientras Alex se fue corriendo a lo loco a por más monedas donde fuera. Me salió la misma cancioncita de Navidad y la misma voz durante un rato. Llegó Alex con monedas. Por fin me contestaron. Yo, a lo mío hablando, y Alex a lo suyo poniendo monedas continuamente. Hubo tiempo de decir que teníamos un enfermo y un coche sin funcionar.  Me dijeron que pasarían el parte y nos llamarían ellos. Nos sentimos aliviados pues la historia con las monedas no era fácil.

Mientras, tuvimos que ir al garaje.
El mecánico dijo que allí no sabían arreglar coches tan modernos. El Vitara se podía quedar hasta el día siguiente para no tener que estar en la calle. Él tenía que cerrar y marcharse a su casa. Cogimos lo que nos pareció que necesitaríamos y lo metimos en el otro coche. Sacamos el Nissan y lo aparcamos delante de la pequeñísima teleboutique.  A Fenec lo sentamos en la acera.

La llamada del Racc no llegaba. Los nervios estaban a flote.  Siempre me acordaré que Caro me dijo: ¡-Algún día nos reiremos de todo esto! En aquel momento no lo entendí, pero tenía razón, sí que nos hemos reído en otras ocasiones al recordarlo. 

Por fin sonó el teléfono y a él  me tiré.
El tema del coche se solucionaba de esta forma: al día siguiente vendría una grúa a recogerlo y lo llevaría hasta la frontera. Allí lo esperaría otra grúa, pasaría el estrecho en barco y lo pondrían en un almacén en Algeciras. Cuando tuvieran otros para transportar, lo traerían a Barcelona  hasta la casa Suzuky de Terrassa.

El tema del enfermo: me pusieron en comunicación con un médico al que le tuve que explicar lo que había pasado, los síntomas...todo lo que me preguntaron. Me respondieron que tenía que llevar al enfermo a un médico que le hiciera un diagnóstico y luego  lo mandara por fax.

Ahí yo  exploté. Me tengo por una persona bastante calmada y de trato educado pero la situación me pudo. ¡Cómo querían que lo llevara a un médico que le hiciera un diagnóstico! Tenía claro que no iba a dejar que lo pincharan para hacer  ninguna clase de analítica, ésto para empezar. Otra: ¡Dónde encontraba un médico!.
Creo que nunca en la vida he enlazado tantos insultos. Mi boquita se volvió viperina. ¿Dónde estaban estos aviones que en su publicidad te sacan de cualquier problema?

Su respuesta fue que éste era el protocolo para empezar a trabajar en el expediente pues se tenían que asegurar que era cierto que teníamos una persona con un problema y no ganas de viajar  gratis. (Palabras textuales. Supongo que se llega a esto a causa de abusos de la gente).

Ya en nuestra desesperación nos enteramos que había un hospital en la ciudad. Teníamos un coche con dos asientos pero éramos cuatro. Alex y Fenec se fueron en el coche hasta encontrar una gran avenida llena de señales que anunciaban “Hospital de Urgencias”. Caro y yo nos dimos un panzón de andar. De hecho, cuando llegamos, ya salían y,...vuelta atrás.

Se encontraron una sala vacía. Había una mesa al fondo con un médico. Ni armarios ni material...nada. El diagnóstico consistió en sacar un bastoncito de madera del cajón, mandarle sacar la lengua para mirar...volver a “guardar” el bastón en el cajón...y decir que tenía una parálisis facial.
No había papel para escribir el diagnóstico. Tuvo que salir a la calle y entrar en un edificio oficial que había al lado a pedirlo. Volvió el médico y escribió su diagnóstico en el papel.

En la teleboutique no había fax pero nos indicaron un establecimiento al que fue Alex corriendo.

Habían ido pasando las horas. Era invierno y hacía mucho frío en la calle, así que Fenec entró dentro.

Justo acababa de recibir nueva llamada del Racc pero esta vez ya con un médico especialista del tema.  Me volvió a hacer muchas preguntas y aún me asustó más. Estaban reunidos los médicos y no sabían si podía ser  parálisis o un principio de embolia. Por esta razón descartaban subirlo a un avión. Quisieron hablar con él, y como Fenec siempre ha sido de quitarle importancia a las cosas, va y les dice que está muy  bien, que patatím y que patatam...
Total, que cuelgan para estudiar bien la situación y a esperar una nueva llamada.

Con la tontería se hacen las ocho de la noche. ¡Llevamos con esta conversación desde las doce! Suena el teléfono y me dicen que lo mejor que podemos hacer es buscar un hotel y ponernos a dormir porque se ha hecho muy tarde. Por la mañana temprano nos vendrá a recoger un taxi y nos llevará a la frontera.

¡A mí casi me da algo! ¡Pero qué se han creído!  ¿Creen que tal y como está la situación nos podemos meter en un hotel a dormir tan ricamente?
De mi boca volvió a salir de todo menos bonito. Solo sabían decirme que si estuviera en Suiza ya estaríamos en casa pero estábamos en Marruecos y todo era muy diferente.

Yo quería un avión, helicóptero...lo que fuera,  para salir inmediatamente hacia casa.
Realmente, la problemática del país era la que era .  Si entras en Marruecos en coche...tienes que salir en el mismo coche. ¡No era tan fácil sacarlo en avión!  Era día de año nuevo. Fiesta general. Para una cosa así habría necesitado algún papel de la embajada o consulado...pero aquel día no se encontró a nadie. Para más casualidad era ramadán. El país en ramadán queda totalmente parado.

Así estaban las cosas. Buscamos un hotel, nos metimos en la cama y no paramos de decir que no volveríamos “nunca más”. No nos cansamos de repetirlo una y otra vez. Nos lo prometimos a nosotros mismos. Nos pasamos la noche diciendo que a partir de ahora miraríamos hacia Finlandia. Fenec finalmente se durmió y yo, me pasé la noche escuchando si respiraba.

Por la mañana siguiente ya nos esperaba un chico con una grúa. No se la veía muy ortodoxa pero...Cargó el Vitara y dijo que empezaba a pasar puesto que con el taxi iríamos más rápido y ya le alcanzaríamos.

A la hora de pagar el hotel surgieron más problemas.
Nosotros no teníamos pensado ir de hoteles y el viaje ya se estaba terminando, así que no teníamos suficientes dirhams para pagar dos habitaciones (al volver nos devolvería el dinero el Racc). Quisimos pagar con tarjeta. No quisieron. Quisimos pagar con pesetas...no quisieron.

Fuimos a buscar un banco. Estaban abiertos pero  no trabajaban cara al público. Día 1 de enero de 1.999. Era el día  que en Europa se ponía en marcha el euro. Nos dijeron que estaban a la expectativa de la nueva situación creada y se tenían que adaptar. Nos decían que necesitaban un tiempo pero no nos podían decir si se trataba de una hora, de un día o de una semana ¿?. Volvimos al hotel, y después de mucho tira y afloja conseguimos pagar en pesetas, pagando mucho más de la cuenta para que no perdieran en el cambio a dirhams y por el trabajo de tener que ir a cambiar...pero todo ya nos daba lo mismo, la prioridad era marchar.

Llegó el taxista. Era muy tarde. Nos dijo que había salido de su casa a las seis de la mañana. Encontramos extraño que nos mandaran un taxi de tan lejos pues en Errachidia seguro que había y muchos. Aquella noche había nevado y hacía frío. Nos dijo que había tenido que cruzar el Atlas con nieve y  la carretera helada.

Subimos al taxi nosotros dos y el Nissan va rodando detrás. Al poco de estar en el taxi –por decir algo pues de taxi no tenía nada-, nos damos cuenta que el coche está muy cascado. No tiene amortiguadores y parece que vamos sentados con el trasero en la carretera. Piedrecita o agujero que hay, golpe que machaca nuestras cervicales. Y aquí no acaba todo pues la salida de humos entra en el habitáculo. Yo, que estaba bien, acabé intoxicada y encontrándome fatal...¡Imaginaros Fenec -con lo que ya llevaba encima-, cómo terminó!

Justo a la salida del primer pueblo que encontramos se me ocurre mirar por la ventana y, veo en una gasolinera, la grúa con nuestro Vitara encima  estacionada en un rincón del garaje. Naturalmente paramos a ver qué pasaba. Nada, la grúa se había estropeado. ¡Sólo había llegado al siguiente pueblo! Pero  la iban a arreglar y  nos encontraríamos en la frontera. Ahí le dije adiós a mi coche con todo lo que había dentro y pensé que ya no lo vería nunca más.

Catorce horas duró la agonía del viajecito en taxi. Yo creo que el hombre nos llevó de viaje cultural por el trayecto  más largo. En el viaje hizo de todo, desde rodar muy despacio, a darle al pedal y conducir a cien por hora dándonos en el suelo continuamente –tan de prisa que el Nissan se las veía y se las deseaba para seguir-, hasta ponerse con la cabeza agachada al volante rezando porque según él era la hora de rezar (a cien por hora sin mirar la carretera)... ¡Aquello fue una tortura psicológica!

Al pasar por el Atlas, por cierto muy bonito porque estaba nevado -ya ni me acuerdo si resbalamos con la nieve o no-, paramos un momento y pudimos respirar un poco de aire limpio pues estábamos  mal. Al señor en cuestión se ve que no le afectaba porque le pedíamos una y otra vez que abriera la ventana y no conseguimos que lo hiciera puesto que decía que hacía mucho frío.

Paramos en Fez y nos llevó a una oficina. Era una especie de Racc pero marroquí. El Racc la tenía asociada para cualquier problema que tuviera que solventar en el país. Mientras esperábamos, presenciamos cosas raras que no comprendimos. Historias de dinero entre el jefe de la aseguradora y el conductor. Nos pareció entender que en lugar de un taxi nos había mandado un amiguete suyo. Se pelearon a base de bien pues se quejaba el conductor que era poco dinero el que le daba.

A la hora de marchar, el jefe de la oficina pretendió cobrarnos el servicio. A mí el Racc me había dejado clarísimo que no teníamos que pagar "nada" -aparte del hotel de Errachidia-. Así que me tocó sacar las uñas y mucho para dejar  las  cosas claras.

Y seguimos en nuestro estimado taxi camino hacia el lejano norte.
Esta vez, a Fenec lo pusimos en el Nissan, y Caro vino conmigo. Empezamos a perder la paciencia y, cada vez que el hombre corría demasiado o le daba por rezar sin mirar a la carretera... le pegábamos bronca. ¡Pero buena bronca! Creo que en su vida se habría esperado esto de dos mujeres.

Dieron las seis de la tarde. Por los pueblos que pasábamos ya se empezaba a ver más animación puesto que en ramadán –que no se come ni se bebe en todo el día-  a esta hora hacen la primera comida. El conductor nos pidió si podía parar a comer. Aparcó el coche y entró en un chiringuito. Todos comían lo mismo: un cuenco de sopa bastante ligera. De repente, un tumulto en la calle. El chiringuito se vacía y salen todos a mirar: ¡Se ha incendiado el coche que está aparcado al lado de nuestro “taxi”

Y aquí, no sé si sería por los nervios que habíamos ido acumulando , fue cuando nos dio un ataque de risa colectivo a los cuatro, al ver a un ciego con un ojo tapado con un parche a modo de pirata,  levantarse el parche para verlo todo mejor y, visto como corría el tipo, no parecía ciego más que para pedir limosna.

Dejamos el chiringuito, el pueblo, el ciego  y el vehículo quemado, y viajamos de nuevo con dirección a la frontera.
Al llegar a Tetouan, el hombre para el coche y dice que ya hemos llegado ¿?.  ¡Pero si faltan kilómetros!

Si queremos ir hasta la frontera tenemos que pagarle  lo que inventa que quiere cobrar. Es de noche. Parados en una calle de las que no te hace gracia estar a esas horas y con un ambiente un poco raro. Fenec, que es persona de no quejarse, estaba  muy cansado y decía que ya no podía más.

Ví un teléfono público y, con un par de monedas que me quedaban en el bolsillo llamé por teléfono a Fez, a la aseguradora marroquí, para quejarme.
De pasada me hicieron saber que la grúa ahora había empezado a viajar y que no llegaría a la frontera hasta el día siguiente al mediodía ¿?.
Me pidieron que  pasara el auricular al chofer y le deberían cantar la cartilla pues el hombre no dijo nada más. Simplemente subió al coche y nos llevó hasta la frontera. Eran alrededor de las doce de la noche y había mucha gente.

Aquí se volvió a poner pesado que le teníamos que pagar yo que sé cuánto pero de lo único que no teníamos ganas era de perder tiempo discutiendo, así que lo mandamos al cuerno y lo dejamos.


« Última modificación: Mié, 19 Marzo 2008, 21:30:09, pm por dunesdesorra »
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Re: De cuando prometimos “no” volver “nunca más” al desierto.
« Respuesta #1 en: Jue, 17 Enero 2008, 10:24:38, am »

Estaba claro que no podíamos esperar
hasta las doce del mediodía siguiente con Fenec en aquellas condiciones. Algo teníamos que inventar y así lo hicimos.
El Nissan no llevaba asientos detrás, todo eran trastos y paquetes. Intentamos cruzar la frontera en el mismo coche los cuatro pese a saber que no podía ser y que nos la jugábamos. Dispusimos los paquetes de forma adecuada. Fenec y yo nos sentamos atrás amparados en los trastos como si fuéramos sentados normalmente.

¡Qué nervios! Temblaba tanto que mi cuerpo parecía que no podía estar quieto. Al llegar al primer agente, éste nos pide los pasaportes y se los pasamos a Alex que a su vez se los entrega. Se los mira bastante rápido para lo que estamos acostumbrados y se los devuelve. ¡Buff! ¡Qué descanso! Pero la cosa no dura. Justo que se los acaba de dar, se los quita otra vez como si le hubiera llamado la atención alguna cosa. Se lo mira bien, se acerca, mira por la ventana y me llama imperativamente: ¡-María, baja!

Me empieza a temblar la barriga. El que entra a Marruecos en un coche tiene que salir con él. Ya lo sabíamos, pero también teníamos un problema serio. El Vitara está a mi nombre y por eso me llama. Me hace la misma pregunta una y otra vez: “- María, ¿dónde está la coche?”.

Estaba muy nerviosa pero la situación me daba una fuerza inesperada y actué todo lo que pude haciéndome la loca, contestando con naturalidad y siempre sacando importancia a la situación. Mis respuestas siempre fueron en la línea de: -está estropeado, -venía en una grúa detrás nuestro pero se ha estropeado, - la están arreglando, -llegará mañana....

Pero no cuela y me dice: “-si no coche, no pasar”. Cuando veo que no hay nada que hacer, le digo que mi marido está muy enfermo, que ya me quedaré yo en un rinconcito procurando no molestar hasta que llegue mi coche mañana, pero que  -por favor-, lo dejen marchar para ir al hospital.


Creo que al hombre le toqué el corazón.
Se quedó callado, me miró y me dijo -indicándome  adónde me tenía que dirigir-  que se lo contara al jefe de la aduana. Si aquel me dejaba pasar...él también.

Salí disparada y al llegar vi que había una larga cola pero aquel agente había ido por detrás, había llegado antes que yo, y había puesto al corriente al jefe. Éste al verme me llamó, me hizo pasar a la primera, me devolvió el pasaporte, y me dijo: -¡Maria, vete!  ¡Besos le habría dado!

Alex me había ido siguiendo con el coche. Así que subí y nos largamos corriendo a tope hasta el hospital de Ceuta. Era tarde y no había  tránsito. Pasamos la avenida creo que a cien por hora. O a lo mejor no, pero a mí me lo pareció.


Llegamos al hospital de Ceuta. Tengo muy buen recuerdo de todas las personas que nos atendieron.¡Un trato para nosotros tan cariñoso! Y  con lo que llevábamos aquel día encima, cariño era justo lo que más necesitábamos.

Ingresaron a Fenec. Le pegaron un chute de cortisona y, entre esto y el cansancio, se quedó dormido. Lo trasladaron a un lugar oscuro y donde no se oyeran ruidos para que pudiera descansar tranquilo. Todo el mundo lo quería ver. Hasta el vigilante y las señoras de la limpieza venían de vez en cuando.

En el Racc no sabían nada más de nosotros.
En aquel viaje ya teníamos un móvil, pero era “moviline” porque hacíamos mucha montaña y era quien más cobertura tenía de lugares remotos aunque eso sí,  sólo valía para España.  Al llegar a la frontera probé y había cobertura. Llamé al Racc. Me salió el villancico y la voz que llegué a odiar con todas mis fuerzas, y justo al empezar a hablar se acabó la batería.

La doctora que estaba de guardia esta noche era de medicina general. Fue muy sincera y dijo que no tenía ni idea del tema y que los especialistas no llegarían hasta la mañana siguiente. Llamó a Barcelona. Estuvieron muy contentos por retomarnos y, a partir de este momento en que estábamos ya fuera de Marruecos, sí que puedo decir que todo fue sobre ruedas y muy bien organizado.

Una vez fueron saliendo los resultados de las analíticas, las mandaban por fax a los doctores del Racc. Estudiaban la situación y le comunicaban a la doctora qué tenía que hacer.
A las cuatro de la madrugada le dieron el alta. Nos pusieron un taxi (de los de verdad) en la puerta del hospital, que nos llevó a la farmacia de guardia a comprar las medicinas que se tenía que ir tomando. Nos esperó y nos llevó a dormir al Parador Nacional de Ceuta.

Ya en Errachidia me tuve que pelear con el Racc porque nos querían pagar el hotel  a nosotros pero no a la otra pareja pues –según ellos- su coche podía rodar. Se suponía que se tenían que ir y hacer su vida. Lo mismo nos decían con el hotel de Ceuta. En mi cabeza no cabía. O sea: que vas dos coches para ir acompañado y, cuando surgen problemas, te tienen que dejar tirado...

Pues justamente pudimos llegar a Errachidia gracias a que nos eslingaron unos buenos kilómetros. Pude hablar con el Racc porque Alex se dio unas buenas carreras buscando monedas por los alrededores y porque Caro se quedó atendiendo a Fenec. Tuvimos el diagnóstico que nos pidieron porque Alex lo llevó al hospital de urgencias y mandamos el fax porque él  buscó uno  para poderlo enviar. Pasamos la frontera y llegamos al hospital de Ceuta gracias nuevamente a ellos dos. ¿Después de todo esto había que decirles, a las cuatro de la mañana (y pico cuando terminamos con la farmacia)...adiós muy buenas? ¡Es que era de cajón! De momento lo pagamos nosotros. ¡Ya reclamaríamos al llegar a casa!

Por la noche intentaron robarles el coche,  forzaron la puerta pero no lo consiguieron, y esto que estaba en el parking del parador, con vigilancia a través de  circuito cerrado de televisión.

Por la mañana sí que nos despedimos de Alex y Caro.
Ellos siguieron viaje hacia Barcelona. A nosotros nos vino a buscar un taxi que nos llevó al puerto y pasamos a recoger en una agencia que nos indicaron, los billetes para el buquebús. 

La travesía fue muy rápida.  Al llegar a  Algeciras nos esperaba un taxista con un cartel bien grande con nuestros nombres y nos llevó en su taxi hasta Málaga. Nos dejó en el aeropuerto. Y de allí fuimos en avión hasta Barcelona. Nos recogió otro taxi que nos llevó a Terrassa, la ciudad donde entonces vivíamos, y nos dejó en la puerta de nuestra casa.

En el aeropuerto de Málaga tuvimos tiempo, y para no asustar a las familias, preferimos llamarles y contarles que en cuestión de un par de horas estábamos en casa. No tengo que explicar el susto que se llevaron pero como pudieron hablar con él por teléfono  se tranquilizaron.

Al llegar a casa, nos esperaban nuestros hijos con sus novias, con una mesa con su cena bien preparada y colocada, que nos hizo una ilusión tremenda. ¡Y lo buena que estaba! Me acordaré siempre.

Fenec siguió el tratamiento recomendado y poco a poco se puso bien.
Yo hablé con un jefe del Racc y le expresé mi indignación. Le hice saber  que le mandaría una reclamación formal por escrito. El hombre me trató muy bien  e intentó que comprendiera que realmente hasta Ceuta había sido problemático por el tipo de país. Yo le decía que la publicidad que estaban haciendo que te sacaban de cualquier punto del mundo, pues...como que no. Me dijo que revisarían el comportamiento de la agencia  marroquí y si realmente no había sido el adecuado buscarían concierto con otra.

Le hice llegar la reclamación bien argumentada y con todas las facturas: del hotel de Errachidia de los cuatro, de los medicamentos comprados en Ceuta, del taxi de Ceuta por la noche y del Parador de nuestros compañeros. Recibí una respuesta por escrito y nos lo pagaron todo.

El coche llegó tres semanas después.
Ni me lo creía. Supimos que realmente al día siguiente había llegado a la frontera, que lo había recogido una grúa  y estaba en algún almacén, pero nada más y...los días iban pasando.
No faltaba nada. El día que habíamos entregado el coche lleno, con sus papeles  y las llaves...¡Creímos que ya lo habíamos visto bastante!

Y así acabó por esta vez el viaje al desierto.  El sentimiento que nació en nosotros en el hotel de Errachidia  era muy fuerte y "para siempre". A partir de ahora viajaríamos a países en los que los problemas fueran más fáciles  de resolver. Miraríamos hacia el norte. Nombrábamos Finlandia por nombrar algo, pero en realidad significaba mirar en dirección al Norte.

Pero al cabo de un tiempo –y creo que no fue mucho-, nos sorprendíamos mirando fotos de antiguos viajes. Sabíamos de siempre que cuando esto nos pasaba....la cosa se volvía peligrosa. Y pasó una vez más. Nos empezaron a invadir unas ganas locas de volver. ¡Y volvimos aquel mismo año!

Ni que decir que cuando la familia se enteró......sobretodo los abuelos pusieron el grito en el cielo y no lo podían comprender.

Nada de lo que nos dijeron nos hizo efecto. Al contrario, con el tiempo le fuimos sacando importancia a la historia. Podía haber pasado en cualquier otro sitio. Sí es cierto que por el hecho de estar en un país con menos medios había sido más difícil, pero....llevábamos a nuestras espaldas muchos viajes al desierto en los que no había pasado nada. La estadística era mínima.

No podíamos aferrarnos a este suceso  para no hacer más en la vida lo que nos gustaba. Así que nos fuimos y volvimos sin ninguna incidencia, lo que fue bien a nivel familiar para calmar los ánimos que se habían encendido.

Pero la cosa fue a más. A Fenec le entró la idea que tenía que hacer un viaje sólo. Se puso pero que muy pesado con el tema: ¡Tenía que ser precisamente solo!  A decir verdad, nunca creí que lo hiciera pero estaba muy equivocada.

No paró hasta que lo realizó. Creo que lo necesitaba a nivel personal. Aunque yo no lo podía entender lo respeté. Lo hizo y volvió muy  contento.
Desde entonces, por ser que dijimos que no volveríamos nunca más, he perdido ya la cuenta de las veces que   han sido.

Y aquí termino esta crónica escrita y doy paso a ilustrarla con cuatro fotos que tengo. Incluso las fotos de este viaje demuestran lo que pasamos. Hay pocas y todas revueltas. Y como soy incapaz de recordar bien la ruta, simplemente las iré poniendo y ya está.



Dunesdesorra


Por la tarde las fotos.
« Última modificación: Jue, 17 Enero 2008, 20:58:04, pm por dunesdesorra »
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Re: De cuando prometimos “no” volver “nunca más” al desierto.
« Respuesta #2 en: Jue, 17 Enero 2008, 10:39:17, am »
Muy bien dunesdesorra, aunque tú hayas pasado por situaciones parecidas, siempre te gusta leer un relato
tan pormenorizado, y bien redactado, muy ameno, vas a dejar a Emilio salgari a la altura de una babucha  ;D
Es mejor un mal día de pesca que un buen día de trabajo .                                                            Autt. 1622
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Re: De cuando prometimos “no” volver “nunca más” al desierto.
« Respuesta #3 en: Jue, 17 Enero 2008, 10:40:59, am »
Por dios.. que situacion :o lo he pasado mal yo leyendo aun sabiendo a la fuerza que todo acabo bien..

Y a todo esto, ¿fue algo fortuito lo que le paso o bien consecuencia de algo a tener en cuenta?

salu2


Hasta el infinito y más payá...



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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #4 en: Jue, 17 Enero 2008, 11:00:09, am »
Pues aquí el médico le dijo que no sabían bien a qué se debían estas cosas. Generalmente lo achacaban a pillar una corriente de aire pero, según él, lo decían porque no sabían que decir. Y -todavía según él-, si éste fuera el motivo, los que viven en sitios muy fríos estarían siempre con estos problemas.  Fenec siempre estaba en el Pirineo, durmiendo en iglús, escalando en hielo y nunca le había pasado algo así.
También dijo que lo podían achacar a algún virus...O sea, que a ciencia cierta no lo saben.

Después Fenec se acordó que en el viaje de ida de Barcelona a Algeciras, se sentía los labios como dormidos, pero habíamos estado comiendo una bolsa de patatas fritas al jamón -compradas por equivocación, y ni las terminamos porque no estábamos acostumbrados y las encontramos muy fuertes y saladas. Él pensó que le había quedado el morro  así de las patatas. Se supone que podía ser el virus que el médico comentaba y ya lo estuviera incubando desde hacía unos días.

Él, como siempre le quita importancia a todo os dirá que no fue nada. Yo llegué a pensar que volvería sin él.

Dunesdesorra
« Última modificación: Vie, 18 Enero 2008, 17:23:25, pm por dunesdesorra »
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #5 en: Jue, 17 Enero 2008, 11:15:17, am »
Angustioso el relato  :o :o, aunque finalmente todo terminó bien. Por la enfatización que haces en el texto se ve que lo pasásteis realmente mal. En cuanto a lo de no volver a Marruecos, ya lo dice el dicho "Sarna con gusto no pica..."  ;D



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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #6 en: Jue, 17 Enero 2008, 11:22:07, am »
... vas a dejar a Emilio salgari a la altura de una babucha  ;D


 ;D ;D ;D ;D ;D ;D ;D ;D ;D ;D
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #7 en: Jue, 17 Enero 2008, 11:23:39, am »
... ya lo dice el dicho "Sarna con gusto no pica..."  ;D


¡...Pero mortifica!  ;D ;D Mi abuela lo nombraba mucho.
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #8 en: Jue, 17 Enero 2008, 11:28:49, am »
... Por la enfatización que haces en el texto se ve que lo pasásteis realmente mal.

Piensa que no he exagerado ni un pelo. En realidad fue tal cual y como lo he contado. Creo que ya no se nos podían poner más cosas a la contra.   :o ??? :P

Saludos
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Re: De cuando prometimos “no” volver “nunca más” al desierto.
« Respuesta #9 en: Jue, 17 Enero 2008, 11:33:17, am »
Alucinadito me he quedado. :o :o :o
Si a mi me pasa algo parecido, me voy por las patas abajo y alli mismo la diño del susto.
Y vosotros, aun volveis. :o :o
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #10 en: Jue, 17 Enero 2008, 11:45:21, am »
Jolin que angustia y por eso me da no se qué salir del pais.

Te has expresado muy bien, pero "como puedes acordarte de todo"  ::) :o

Lo mismo fue, por tener las defensas debiles, en aquel momento  ???


Saludos
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #11 en: Jue, 17 Enero 2008, 12:19:01, pm »
Anda, que la otra pareja, quedarian con ganas de repetir experiencia tambien.. ;D ¿sabes Montse si han vuelto alguna vez?

salu2


Hasta el infinito y más payá...



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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #12 en: Jue, 17 Enero 2008, 12:23:36, pm »
Pues aquí el médico le dijo que no sabían bien a qué se debían estas cosas. Generalmente lo achacaban a pillar una corriente de aire pero, según él, lo decían porque no sabían que decir. Y -según él-, los que viven en sitios muy fríos estarían siempre con estos problemas.  Fenec siempre estaba en el Pirineo, durmiendo en iglús, escalando en hielo....También dijo que lo podían achacar a algún virus...O sea, que no lo saben.


vaya historia dura la verdad es que toda una aventura , eso si lo de los aires esos son complicados , a un amigo le dio una con 18 años mientras dormia y se desperto con la cara como un cuadro le duro como una semana y pico asta que pudo hacer vida normal , segun el medico , decia que esta enfermedad que aqui en las islas la suelen llamar aires  , se le manifesto por que es una persona muy nerviosa , pero lo raro es que le ocurio durmiendo.

un saludo desde las islas.



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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #13 en: Jue, 17 Enero 2008, 12:23:58, pm »
Menuda experiencia. Terrorifico ¡

Aun asi, con tu permiso, cuando lei lo del coche que se incendia mientras el taxista cena , el ciego se quita el parche y corre como un gamo casi lloro de la risa.

 ;)
Hola



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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #14 en: Jue, 17 Enero 2008, 12:27:45, pm »
Tremenda la situacion.

Yo tambien escuche que puede ser causado por una corriente de aire muy frio.
Hola



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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #15 en: Jue, 17 Enero 2008, 14:28:39, pm »
Uff, menuda historia. Me he quedado de piedra leyendolo, y eso que ya sabia que acabaria bien

Estas cosas te curten, sin duda  ;)
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #16 en: Jue, 17 Enero 2008, 15:20:26, pm »
Jolin que angustia y por eso me da no se qué salir del pais.

Si  vas  a mirar también te puedes caer por las escaleras y las bajas cada día aunque vas con cuidado. Pues es lo mismo. :)

Te has expresado muy bien, pero "como puedes acordarte de todo"  ::) :o

Porque fue muy intenso y no se me olvidará mientras viva :o :o


Lo mismo fue, por tener las defensas debiles, en aquel momento

No lo creo porque siempre había tenido muy buena salud y estaba fuerte como un roble. ;D ;D ;D ;D




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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #17 en: Jue, 17 Enero 2008, 15:22:35, pm »
Anda, que la otra pareja, quedarian con ganas de repetir experiencia tambien.. ;D ¿sabes Montse si han vuelto alguna vez?

salu2

Y tanto, y dos veces con las niñas pequeñas. Son nuestras ahijadas. Las podeis ver en otras crónicas mías. ::) ::)
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #18 en: Jue, 17 Enero 2008, 15:25:51, pm »

... segun el medico , decia que esta enfermedad que aqui en las islas la suelen llamar aires  , se le manifesto por que es una persona muy nerviosa , pero lo raro es que le ocurio durmiendo.


¿Ya has leído que nos dijeron que dicen esto porqué no saben que decir?
Pues vete tú a saber. ???

Lo cierto es que ya está muy lejos pero fue complicado.
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #19 en: Jue, 17 Enero 2008, 15:28:11, pm »
Menuda experiencia. Terrorifico ¡

Aun asi, con tu permiso, cuando lei lo del coche que se incendia mientras el taxista cena , el ciego se quita el parche y corre como un gamo casi lloro de la risa.

 ;)

Pues nosotros igual ;D ;D ;D Con todo el dramatismo de la situación, yo creo que explotamos de nervios. Muchas veces nos hemos reído recordando aquel ciego. Estaba en la puerta pidiendo limosna pero cuando se levantó el parche había que ver como corría. ;D ;D ;D ;D
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #20 en: Jue, 17 Enero 2008, 15:30:52, pm »

Estas cosas te curten, sin duda  ;)

Y tanto que sí :o :o Mientras estás en el baile lo bailas y ni sabes de donde te vienen las fuerzas.

Después alucinas de lo que te puedes llegar a salir :o

Saludos
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #21 en: Jue, 17 Enero 2008, 16:45:25, pm »
ya es preocupante que salga todo mal, pero si encima alguien está enfermo y en el extranjero ya no te cuento.
el lado "bueno" es que no deja de ser una experiencia a intentar controlar en los viajes futuros
"Ahora es usted el que miente"



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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #22 en: Jue, 17 Enero 2008, 16:51:37, pm »
Bueno, aquí viene la segunda parte de la crónica. Sólo  algunas fotos sin ánimo de ilustrar ninguna ruta en especial.



Cerca de Erfoud

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Vallas de palmera trenzada para parar el avance de las dunas

By rosadeldesert at 2008-01-17

Dunas de Merzouga

By rosadeldesert at 2008-01-17

Albergue Le Touareg en Merzouga

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« Última modificación: Sáb, 05 Septiembre 2009, 01:53:06, am por dunesdesorra »
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #23 en: Jue, 17 Enero 2008, 16:58:24, pm »
ya es preocupante que salga todo mal, pero si encima alguien está enfermo y en el extranjero ya no te cuento.
el lado "bueno" es que no deja de ser una experiencia a intentar controlar en los viajes futuros

Lo que pasa es que son  situaciones inesperadas, no puedes saber cuando te pondrás enfermo. Nos puede pasar en cualquier momento a cualquiera de nosotros, pero no lo pensamos porque sino no haríamos nada.

Ahora, como bien tú dices, no dejar nada de lo que se pueda controlar al azar. Y, si surge algo imprevisto, pues como nosotros, batallar para salirse lo más airoso posible.

Saludos
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #24 en: Jue, 17 Enero 2008, 17:14:16, pm »
Albergue de Tamegroute cerca de Zagora

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Incluso la cámara fotográfica se estropeó y hacía las fotos montadas una encima de la otra. En un rincón se ve a Fenec. Su aspecto es de cansado pero aquí era el principio y aún no se había definido su problemática

By rosadeldesert at 2008-01-17



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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #25 en: Jue, 17 Enero 2008, 17:23:23, pm »
Tizi Tafilalet

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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #26 en: Jue, 17 Enero 2008, 17:51:38, pm »

Erg de Ouzina. Aún no existían los albergues.

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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #27 en: Jue, 17 Enero 2008, 18:01:43, pm »
Aquí acampamos. Hacía un frío terrible. Buscamos leña pero poca cosa había. Hicimos un fuego pero pronto se terminó. Nuestros amigos llevaban una botella de wisky y fuimos tirando vasitos al fuego.  El líquido se inflamaba haciendo una gran fogata que calentaba mucho pero se terminaba enseguida. Para esto teníamos más en la botella. Y así nos calentamos hasta que se nos terminó y nos tuvimos que meter pitando en las tiendas. Nos habíamos reído un montón.

Supongo que los efluvios del wisky llegaron hasta el pueblo más cercano pues cuando nos despertamos estábamos rodeados. Las crestas de las dunas estaban llenas de jóvenes sentados con las piernas cruzadas cual indios cheerokes, esperando que saliéramos de las tiendas.

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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #28 en: Jue, 17 Enero 2008, 18:17:19, pm »
Fue salir de la tienda y ponerse a llover muy fuerte. Así que empezamos una carrera para recoger y salir pitando de donde estábamos antes que se convirtiera en un barrizal. Salió el arco iris.

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Aquí fuimos espectadores de algo que nunca se nos había podido ocurrir. Hacía mucho frío. Los chicos que habían venido del pueblo, iban todos armados con mecheros en los bolsillos. Cuando el frío les podía, prendían fuego al primer matojo que encontraban y, como estaba seco, se convertía por un momento en una gran fogata. ¡Pero eran plantas vivas! ¡Y duraban un momento de nada! Por donde pasaban veías fuegos esparcidos aquí y allí.

Eran muy simpáticos y nos lo pasamos muy bien con ellos. Nos querían vender fósiles y nos decían que eran "orejas". ¡Orejas fósiles! No había manera de convencerlos. Eran algún tipo de animal marino que ya no recuerdo. Llevábamos una guía de fósiles. Buscamos y allí estaba la foto de su fósil y explicaba qué era. Es increíble las ganas de aprender que tienen. Escucharon a Fenec con una gran atención, y ahora que habían visto la foto, se convencieron de lo que tenían en las manos.
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Re: De cuando prometimos no volver nunca más al desierto.
« Respuesta #29 en: Jue, 17 Enero 2008, 18:46:56, pm »
Creo que esto era camino a Zagora. Me traían de cabeza los caminitos marcados con piedrecitas que te encontrabas en medio de nada y cuando menos lo esperabas. Llevabas horas de piedras y hamadas y de repente ésto, indicando un café.

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El cartel anunciando el chiringuito

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Pista balizada con neumáticos de camión

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« Última modificación: Sáb, 16 Febrero 2008, 08:52:27, am por dunesdesorra »
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