Prohíben el acceso a los caminos achacando mil razones ecológicas y luego los asfaltan.
Esta carta al director es un buen exponente de la hipocresía reinante.
Un saludo
Antoni Puiggròs
www.cat4x4.orghttps://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008062900_74_651704__Cartas-al-Director-Somiedo-felizCon motivo del vigésimo aniversario de la creación del parque natural de Somiedo han sido numerosos los discursos institucionales y las manifestaciones públicas alabando el resultado de lo que, sin duda, fue una iniciativa verdaderamente pionera en busca de lo que hoy hemos dado en llamar «desarrollo sostenible». Todos estos discursos han tenido dos factores en común. Por un lado, los elogios al revulsivo socioeconómico que ha supuesto para el concejo la declaración de parque natural, y por otro, las nulas referencias a las consecuencias que esto ha tenido sobre el estado de conservación de los valores naturales que motivaron su declaración como espacio protegido.
La ley 2/88 por la que se declaró el parque natural de Somiedo, establece que su objetivo es «garantizar la conservación de los cualificados valores naturales del área», de una manera compatible con el desarrollo económico y social del territorio. Partiendo de esta premisa, las manifestaciones que se han producido en estos días confunden el fin con los medios y, a día de hoy, nadie parece cuestionarse si el parque ha cumplido con los principios ambientales que inspiraron su constitución.
Ante esta situación es especialmente llamativa la carta publicada en este diario el día 14 de junio y firmada por Alberto López Fernández, miembro de la junta rectora del parque natural de Somiedo en representación de las entidades conservacionistas. En ella, las reflexiones críticas sobre el modelo de desarrollo del parque son tan tibias como sólo cabría esperar de quien fue designado arbitrariamente por la consejera Belén Fernández como representante de los grupos ecologistas, a pesar de no contar con el apoyo de ninguna de estas organizaciones.
Desde su creación, el parque natural de Somiedo ha visto desaparecer los urogallos que poblaban sus bosques, se han asfaltado pistas ganaderas para permitir a los turistas un acceso cómodo y motorizado a los lagos de Saliencia, el número de plazas hoteleras se ha multiplicado de forma desmedida y sin ningún tipo de control, se ha modificado el plan rector de uso y gestión para permitir la instalación de empresas en áreas de acceso restringido, y la capital del concejo, la Pola, ha perdido todo el encanto del núcleo rural que fue, para convertirse en un centro urbano más, con olor y cemento y modernidad por todas partes.
Estos hechos ponen de manifiesto, una vez más, la ausencia de compromiso del Gobierno regional con la conservación de la naturaleza. Un Gobierno que utiliza las figuras de protección ambiental exclusivamente como marcas de calidad turística al servicio del desarrollo de las economías locales. El compromiso ambiental, simplemente, ha dejado de existir.
Ante este panorama, cabe recordar a Pedro de Silva, bajo cuya presidencia se creó el parque natural de Somiedo, quien, en este mismo diario, bautizó como «Picoteru» a aquel tristemente famoso urogallo somedano, cuyo pecado mortal, nunca mejor dicho, consistió en molestar a los turistas que se acercaban a su área de cortejo durante la época de celo. Decía el ex presidente regional que con aquel urogallo, «como concepto, y como proyecto, también había muerto el parque natural de Somiedo».
Cuatro años más tarde, no puedo estar más de acuerdo con aquellas palabras, que tanto desentonan en estos días de celebraciones y medallas autoimpuestas.
Carlos Rodríguez del Valle
González
Avilés
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