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Autor Tema: Apuntes de un viaje a Argelia  (Leído 27081 veces)



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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #120 en: Sáb, 22 Diciembre 2007, 23:04:24, pm »
8.9   Juegos y puesta de sol en el plateau del “Tidikel”

Como ayer me quedé con las ganas de fotografiar la puesta de sol en la hamada, hoy me gustaría  hacerlo. Por eso cuando pasamos por al lado de unas dunas muy altas  nos quedamos para esperar el momento. Aún falta un rato y los niños y su padre –para pasar el rato-  se dedican a jugar a embarrancar el coche en la duna pequeña para hacer prácticas de sacarlo con las planchas y el gato. Todo ha quedado como una classe práctica –que siempre va bien-  y a mí me ha servido para sentirme más segura comprobando que, llegada la ocasión, se puede hacer.

Subimos a lo alto de la duna más grande con la cámara a punto y nos sentamos a esperar que el sol se esconda en el horizonte y nos deleite la vista. Es un lugar ideal y nos hace de mirador. Los niños empiezan a hacer de las suyas en la arena: se dejan deslizar hacia abajo y dan vueltas sobre sí mismos como macarrones. Poco a poco van ganando confianza, le pierden el miedo y el respeto a la duna y acaban haciendo cada vez más locuras, como por ejemplo embalarse cogiendo carrerilla y saltar al vacío en el rompiente de la duna, aterrizando abajo de todo –cuando más lejos mejor-, y  hundiéndose hasta los ojos.

Otra modalidad que han descubierto es bajar nadando  como si de una piscina se tratara. Naturalmente, al llegar abajo, la gracia está en subir corriendo bien deprisa para volverse a tirar.
Ni que decir hay que han terminado rebozados  de arena por todas partes.
Nosotros, aunque no hemos hecho lo mismo, también hemos terminado de forma parecida  pues el viento –que aún no ha parado-  y la   arena, han sido una molestia constante. (Incluso ha entrado arena dentro de mi cámara y a partir de hoy ya no funcionará bien. Lo  peor de todo es que seguiré haciendo fotos todo el viaje y tendré la sorpresa cuando el fotógrafo  me dé el gran disgusto)

Ya de noche, llegamos a In-Sallah










« Última modificación: Mar, 25 Diciembre 2007, 21:11:56, pm por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #121 en: Sáb, 22 Diciembre 2007, 23:07:30, pm »
« Última modificación: Mar, 25 Diciembre 2007, 21:22:00, pm por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #122 en: Dom, 23 Diciembre 2007, 16:14:04, pm »
Me lo estoy pasando pipa... casi casi como tús hijos en las últimas fotos, ejeejejje

Por cierto, ¿Jordi siempre ha llevado barba? ???
jiji

saludos!!!
Originalmente un Nissan Pickup 'Rally Raid'... ahora es cualquier otra cosa. También llamado el Tractor.
"Algún día me daré un golpe en la cabeza, a ver si me quedo tonto"
Visítame en https://yalohasleido.blogspot.com



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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #123 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 01:14:23, am »
8.10   In-Sallah: Un pueblo cosmopolita

Nos sentimos tan sucios que tenemos necesidad de ducharnos y decidimos buscar un hotel pero...no nos quedamos ni cinco minutos................han cerrado todos los demás hoteles del pueblo y ahora piden un precio abusivo. La alternativa es buscar un camping  que hemos visto anunciado a la  entrada del pueblo pero...¡Qué camping! Es un campo  acabado de arar donde nos hundimos hasta media pierna en una tierra húmeda y llena de surcos, agujeros y pegotes. Imposible poner una tienda.................
Decidimos marcharnos pero no nos da tiempo, aparece el amo y nos da la bienvenida. Nos quejamos de las condiciones pero no le da ninguna importancia y nos dice: ¡-Pas de problem!

Nos ruega que le acompañemos a ver los baños. Muy satisfecho y orgulloso me los enseña como si fueran un tesoro y, a mí, me entran ganas de correr. No tengo palabras para describirlo. Son dos casetas de lado, muy estrechas –imposible darse la vuelta-, sin puerta, ni luz, ni agua, con un agujero en el suelo. Uno es para los hombres y otro para las mujeres.
Nos lo vamos mirando y sospesamos las posibilidades que tenemos: Marchar por la “carretera” hasta el pueblo más cerca (faltan muchos kilómetros), marchar por la “carretera” y donde nos plazca colocar la tienda,  o ir al hotel aunque sea muy caro ...por un día.


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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #124 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 01:18:15, am »
8.11  Tenemos que tomar una decisión

La primera propuesta la desestimamos porque el poco tramo de carretera que hemos visto que sale del pueblo está fatal. Es lo que queda de la antigua  Transahariana con el asfalto comido a trozos, estrecha e invadida por las dunas.
La segunda también porque de noche es muy difícil encontrar un lugar adecuado fuera de la carretera y acabas haciendo muchos kilómetros sin parar.
La tercera nos parece la menos peor que podemos escoger, así que salimos de este “camping” y nos vamos al hotel.

Acabamos de llegar a este pueblo y ya hemos dado muchas vueltas. Aparcamos delante del hotel. De un coche con matrícula italiana  sale un señor que se nos acerca y nos dice que  nos observa desde hace bastante  y ve que estamos indecisos como él. Como buen italiano gesticula más que no habla y, entre los gestos que hace y las palabras que dice...nos hace morir de risa. Es un señor mayor que nosotros, preocupado por su coche que se ha estropeado. Según él, ha hecho: -¡Pum! y ha soltado: “humo nero”. Ahora funciona a saltos y cree que el problema es “grave”, “gravíssimo” y por eso mañana quiere buscar un mecánico.
...............................gracias a él descubrimos que hay otro camping en In-Sallah.

Este pueblo, a comparación de los que hemos visto últimamente,  parece un lugar muy cosmopolita: una gran puerta de entrada iluminada, carteles  también iluminados para indicar las direcciones...parece que entremos a la civilización, pero una vez pasado el arco de la entrada y los carteles...se ha terminado todo. El pueblo queda sumido en la más profunda oscuridad y en el bullicio de la gente caminando por las calles de tierra sin asfaltar. De hecho, está rodeado de dunas y arena por todas partes, y el viento que sopla casi siempre, hace que ésta se arremoline y lo invada absolutamente todo.

In-Sallah es un cruce  importante  de caminos  donde se ve mucho movimiento. Desde muy antiguo, éste era punto de parada obligada de las caravanas cargadas de objetos de valor que iban hacia el sur  y de donde volvían con esclavos. Aquí mismo se hacía mercado de compra y venta. Quizás es por esto que In-Sallah aún conserva la característica  típica de un lugar de paso, de intercambio, de interrelación entre gentes y culturas, aunque hoy día, se han cambiado los camellos por coches.

El nombre de este pueblo significa “fuente salada”. El viento que viene del este lleva la arena, y el que viene del oeste pasa por dos sebkas y trae sal. En su palmeral luchan  constantemente con estos dos elementos –arena y sal-  para poder hacer crecer las verduras  básicas para  su alimentación diaria.

Después de dar muchas vueltas, por fin entramos en el camping. ¡Esto sí que es un camping”. Una buena entrada con árboles a lado y lado...pero: ¡Qué árboles! Cuántos días hacía que no había visto árboles semejantes tan altos y fuertes.

De día deben ser un tesoro por su sombra. Aquí, por mucho calor que haga, en las zonas umbrías  se está muy fresco. ¡Es genial! Puede hacer una calor de mil demonios, pero sacas el agua que tengas en la sombra y está fresca, tan fresca que te deja nuevo. Pienso que la sombra de estos árboles en este lugar no tiene precio.

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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #125 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 01:20:44, am »
8.12   Nos enamoramos del targuí

Cuando nos disponemos a pasar por debajo de los árboles –que ya de por sí crean un ambiente  muy especial-  aparece el responsable y nos deja a todos sin respiración. No lo conocemos de nada ni tan solo lo hemos podido ver bien, pero nos ha enamorado con su presencia –a todos- y estamos pendientes de volverlo a ver. Parece sacado de una película de las mil y una noches.

Es majísimo –que no digo guapo-,  ya que visto de cerca  es un señor mayor, tuerto de un ojo, con los dientes negros y estropeados. Lleva una “gandora” preciosa de color rosa, brillante,  y con unos  ribetes dorados que hacen dibujos  alrededor del cuello, de las mangas y del dobladillo. Por debajo, le salen las piernas de los pantalones  de la misma ropa y con los mismos ribetes dorados. Para  redondear la cosa, lleva el cheché de la cabeza del mismo color, y unas “bälga” que son una chinelas  acabadas en punta rosas y doradas haciendo juego.

De verdad que este hombre no tiene nada en común  con los que hemos visto hasta ahora. Nos habla amablemente por la ventana del coche y nos dice que nos podemos instalar  donde nos plazca. Al oírlo hablar nos acaba de gustar. No son solo las palabras que dice sino todo: la mirada, la sonrisa, la voz, la amabilidad, la galantería  la preocupación por sus visitantes, es decir: “él” , su forma de moverse, de actuar, de mirar, de hablar...

Nos aposentamos y plantamos la tienda. Los italianos tienen un problema serio: no traen nada para acampar y piensan dormir en el coche porque –según ellos- por una noche no se morirán. Nuestro amigo italiano nos comenta que en este camping se está muy bien  y que el recepcionista que hemos visto es “targuí”. ¡Ahora lo entendemos todo!

Mientras arreglamos la tienda se presenta dicho Targuí y se interesa por nuestra salud y nuestra comodidad. Cuando ya se iba nos hace saber que hay un restaurante  donde se puede comer küskus”. Hoy estamos tan cansados, que la tentación de encontrar el plato en la mesa es tan grande,  que pronto decidimos  aprovechar.

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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #126 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 01:24:30, am »
8.13     Ir al lavabo: Una gran necesidad

Los niños han ido a investigar donde están los lavabos y han vuelto escandalizados. Las condiciones en las que se encuentran estos servicios en este continente  se convierten en un mal sueño  para las personas de nuestra cultura. Aunque respetamos sus maneras de hacer, no nos podemos acostumbrar, simplemente lo soportamos pero no lo llevamos bien. Justamente hoy  que venimos llenos de arena...¡Cómo añoramos una ducha!

Lo que hay es una fila de barraquitas pequeñas en las que solo cabe una persona –sin espacio para moverse-, donde no hay  de nada o, quizás hay de todo, pero nada funciona. Hay el típico agujero en el suelo sucio hasta el infinito, una especie de grifo en la pared a ras del suelo y un cubo.

Del grifo quizás algún día salía agua pero ya debe hacer tiempo que no va y, por lo tanto, no hace falta que explique al detalle las consecuencias que de ésto se deduce.

Lo más curioso es que no hay puerta en ningún sitio. Dos o tres compartimentos son duchas  y están igual de impresentables.  De veras que el conjunto  remueve el estómago y que supera  con creces  lo que mi imaginación había creado cuando me mentalizaron antes de venir.

El camping está lleno y, por tanto, mucha gente quiere utilizar los servicios. Usarlos se convierte en un problema para mí –y ahora está oscuro-. Mañana por la mañana será mucho peor.
Recuerdo con nostalgia  las instalaciones de Timimoun y pienso que mientras las tuve no las aprecié. En comparación, ahora me doy cuenta que eran la gloria, un lujo, pero la pobreza y las diferencias en las costumbres  aumentan a medida que nos dirigimos hacia el sur.

Creo que no lo puedo calificar en el sentido de sucio y marrano, sino que en cuánto a los hábitos de higiene actúan de una forma muy distinta a la nuestra, según unas costumbres y unas tradiciones también muy diferentes. Estos aspectos tan cotidianos de la vida han conformado cada cultura tal como es. Para los nacidos aquí debe ser normal.

Y lo digo porqué  a la hora de cenar, podré tomar nota  del comportamiento del señor targuí, y podré comprobar  que está muy lejos de ser una persona sucia sino  todo lo contrario, más bien tiende a ser escrupulosamente limpio.

« Última modificación: Mar, 25 Diciembre 2007, 19:33:32, pm por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #127 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 01:29:41, am »
8.14  Una cena excelente

Después de lavarnos como podemos –dadas las circunstancias- y de arreglarnos un poco, vamos al “restaurante” con un poco de curiosidad. La palabra restaurante  me suena un poco ambiciosa para el lugar donde nos encontramos  y tengo mis reservas.
Cuando entramos, no nos sorprendemos  en absoluto porque a estas alturas ya hemos visto muchas cosas y hemos desarrollado una experiencia  que nos ayuda a encajar  bastante bien las situaciones  que nos vamos encontrando, o por lo menos trampearla, porqué...¡Es lo que hay!

Es una gran sala con columnas en medio. Las paredes están pintadas de color azul fuerte hasta una altura considerable y, de allí hasta el techo, de color amarillo. El suelo, es de cemento pintado por encima de color negro, casi  un lujo pues en las casas -en general-  el suelo es de tierra.

Las ventanas en alguna época tuvieron cristales, pero ahora hay cartones  pintados de color rojo fuerte.
Hay dos mesas puestas juntas en un lado y dos más al otro. En una pared, un estante largo  para guardar platos, vasos,  cubiertos, servilletas...y, en la pared de la ventana, a modo de almacén, hay cajas de bebidas, mejor dicho de limonadas –que es la única bebida  que se envasa en el país a parte de agua-.

El hombre de la gandora nos ofrece  una mesa al lado de los italianos. Nos fijamos que ya está puesta con todo lo necesario. Se ve todo limpio, bien colocado y, me atrevería a decir, que esta sala destaca por su pulcritud. Después de  repasarlo todo con nuestras miradas,  afirmamos que este comedor está tan limpio que da gusto ver. ¡Invita a quedarse!

La comida no se puede escoger . Hay “chorba”, una sopa condimentada con especies, y después küskus, el plato tradicional a base de sémola de trigo y verduras.

Este targuí hace de todo: de recepcionista, de camarero...Viene de la cocina con una sopera, se me planta delante y, haciendo gala de la educación más exquisita, se dirige a mí y me dice: ¿-Madame?, y me pasa la sopera  dándome mil explicaciones de cómo lo tengo que hacer para servir a mi marido y a mis hijos. Yo me quedo parada de la atención que he recibido, pero en esta cena la amabilidad formará parte del menú. El detalle de la sopera solo ha sido el principio.

La sopa pica mucho pero tenemos tanto frío que nos sienta de maravilla. A continuación ya empezamos a ver los preparativos del Küskus, y, el Targuí, se me vuelve a plantar delante con una bandeja llena. Realiza la misma ceremonia que antes y la irá repitiendo cuando traiga las verduras, la fruta...Todo, siempre y, naturalmente, para la “madame”.

En las mesas de al lado hay unos franceses y, este señor, cada vez  que les va a preguntar qué es lo que quieren,  o a traerles la comida, pasa religiosamente por nuestra mesa  preguntando si nos gusta, si lo tenemos todo, si estamos a gusto, si necesitamos alguna cosa........
Tiene una manera de mirar muy penetrante  y sincera, da la sensación de ser una persona honrada. Te mira y parece  que te entre hasta  el alma y, de la misma manera, cuando le miras, ves más allá.
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #128 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 01:33:26, am »
El hombre no para de hacer viajes de la cocina al comedor y nos va observando. Le hemos desconcertado. Encuentra extraño que el Küskus lo haya servido mi marido. Entonces, viene y me riñe –en broma- diciéndome que...¡-Esto, lo tiene que hacer la madame!

Nos fijamos que lleva joyas,  por ejemplo un anillo con una gran base cuadrada que le tapa tres dedos, llena de grabados. Es demasiada nuestra curiosidad y le preguntamos por su significado. Muy gustoso nos cuenta que es de plata –material noble-, y que hay representadas unas máximas del Corán que utiliza para rezar.
También nos enseña la cruz de Agadez que lleva colgada al cuello. Me cuenta que cada padre se la regala a sus hijos cuando tienen catorce años. Las cuatro bolas  de los extremos representan los puntos cardinales y, el gran agujero que hay en la parte de arriba, el ojo del camello, la sabiduría para poder encontrar la dirección a seguir en el desierto haciendo vida nómada.

Para hacerle una broma, mientras está en la cocina le ponemos el cheché a nuestro hijo pequeño, al estilo tuareg, y no decimos nada. Cuando vuelve,  desde lejos ya mira, se ríe y le viene a decir al oído, que este cheché es demasiado pequeño para su gusto. Para que le guste, le añadimos el de su hermano y...¡Ahora sí que le queda inmenso y bien puesto! Cuando vuelve viene a verlo y le dice que es “encantador”
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #129 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 01:37:31, am »
8.15   Las  limonadas de Argelia

Al llegar a este restaurante, en la mesa  -que ya estaba puesta-había una jarra de agua. Como no queremos beber agua que no esté embotellada, pedimos unas limonadas. Habíamos visto algunas en los escaparates de las tiendas, pero no habíamos probado ninguna.

La verdad es que ha sido muy divertido. Nos hemos dado cuenta –al cabo de un rato que ya estaban en la mesa-  que no había ninguna del mismo color y, al probarlas,  tampoco había ninguna con el mismo sabor. Incluso algunas tenían gas y otras no. Algunas eran más tirando al color verde, y otras al amarillo.  Se parecían en una cosa: todas tenían muchos huesos de limón dentro de la botella.

La degustación de las limonadas ha sido un elemento gracioso a lo largo de la cena. Nos preguntamos como puede ser que unas bebidas envasadas no tengan el mismo  aspecto y sabor: más ácida, más dulce. Hemos pedido algunas más a causa de la sopa que estaba muy picante, y se ha creado expectación incluso entre los franceses y los italianos para ver de qué color serían.

Eso sí, ha sido digno de ver el trabajo del targuí cuando se las hemos pedido.  Ha cogido las botellas de la caja, las ha puesto en el estante y, con un trapo, las ha limpiado de arriba abajo dos veces y...! De qué manera!  Las ha secado escrupulosamente  y con toda la tranquilidad del mundo: el cuerpo de la botella, la chapa, la base...y cuando ha terminado, las ha traído a la mesa.

Después del küskus se lo ha llevado todo  y nos ha traído unos platos pequeñitos y cubiertos limpios para comernos unas naranjas que, naturalmente, ha ofrecido a la madame puestas en un frutero. Pero lo que más me ha gustado  ha sido el tema del café. Una bandeja plateada con tazas, platos y cucharitas, colocadas de forma muy estética y...ya no hace falta decirlo...¡Muy limpio!

 De  esta cena nos acordaremos porque ha sido magnífica no nos lo esperábamos por nada en el mundo cuando hemos entrado en este “restaurante”. Creo que ni en el hotel habría sido mejor.

Nos dormimos en la tienda comentando el efecto que nos ha producido a todos la personalidad de este hombre  ataviado con  telas doradas  y brillantes.

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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #130 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 01:58:04, am »
9 - DÍA 28 DE DICIEMBRE (Fragmentos)


9.1 Nos vuelve a sorprender


Nos levantamos temprano con la idea de hacerle una foto a este hombre que nos ha llegado al alma y cuando lo vemos nos decepcionamos porque ya no va vestido con la gandora brillante.  Ayer era viernes –día festivo para los musulmanes-  y quizás era  su  traje de fiesta.

Hoy, vestido con una ropa sencilla nos ha vuelto a impresionar. Gandora blanca  hasta los pies y, encima, una chaqueta de cuadros rojos y negros hecha –parece- con una manta y, un cheché, también blanco.
La túnica y el cheché son de un blanco intenso y la ropa tiene aquel peso que parece nueva, acabada de estrenar. La chaqueta da la misma impresión. Esté donde esté...llena el espacio.  Su porte tiene la misma elegancia hoy con una indumentaria sencilla  que ayer con el traje de fiesta  y, esto se explica porque no es la belleza externa que pueda poseer sino su personalidad.

Los tuareg son una raza que se siente muy satisfecha de sí misma, se tienen en gran estima y valoración. Son extremadamente limpios y tienen su sociedad organizada en forma de matriarcado. Las mujeres van destapadas –quien van tapados son los hombres- y tienen un rol muy importante en la sociedad. Siempre han sido nómadas y ha vivido en poblados bajo tiendas hechas  con lanas de cabra y de camello aguantadas con troncos de palmeras.

Han sido los verdaderos señores del Sahara y también se les conoce por “hombres azules” porque cuando se arreglan de verdad se colocan el cheché y la túnica de color añil, un pigmento natural  que destiñe y les queda la piel de aquel color.

Este targuí que hemos conocido aquí ha hecho honor a su raza y he podido comprobar que todo lo que había leído sobre su carácter y su actitud es cierto.

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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #131 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 01:59:34, am »
9.2  Por fin se ha calmado el viento

Hoy ya no hace viento. Nos sentimos agradecidos.  Por fin esta fuerza indomable se ha parado. Ya no recordaba la tranquilidad de su ausencia. Es temprano y hace mucho frío. Queremos calentar leche para desayunar pero no funciona el fogón. La noche en la hamada  -en la que tantas cosas se estropearon-, la ruedecita se atascó. La hacíamos girar  con unas tenazas que desaparecieron en la arena.

Decidimos comprar unas en alguna tienda del pueblo pero al salir del camping no nos acordamos, cruzamos el pueblo y nos vamos.
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #132 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 02:02:58, am »
9.3 Ser una mujer me convierte en el centro de las miradas.

Antes de salir de In-Sallah, buscamos la gasolinera para llenar el depósito ya que hoy hay que ir hasta “El-Golea”
El surtidor casi no se ve de tantos vehículos que hay  esperando. No están en una  cola sino en  un montón. Todos los coches, camiones y furgonetas están apiñados sin orden ni concierto. Tomamos ejemplo y hacemos lo mismo. Una vez metidos dentro del embrollo, vamos mirando donde está el surtidor del gas-oil pero no lo vemos.

Todo está parado. Se diría que hace horas que nada se mueve y pensamos que esta situación podría durar aún otras más. Mi marido se decide a ir a investigar hacia donde nos tendremos que ir colocando pero justo cuando se ha ido  me llama un trabajador de mala manera, y me hace entender que el coche molesta: un camión inmenso que seguramente estaba descargando combustible tiene que pasar, necesita salir.

¡Precisamente por donde estoy yo! El camión empieza a avanzar antes de que yo reaccione y me siente al volante. ¡Es grandioso! Me lo encuentro al lado en unos segundos. ¡Solo le veo las ruedas! No tengo espacio físico  para apartarme, solo puedo ir en una dirección pero no quiero ir a parar a la arena blanda y profunda. El problema es serio: o me aparto o se me lleva por delante.
No tengo ni la más mínima idea de cómo se le pone al coche la reductora. Nunca me he  querido preocupar de cómo funciona y, ahora que lo necesito...¡Pues no sé! Muevo el coche en dirección a la arena sabiendo que me encallaré.

¡Ya está hecho! El señor de la gasolinera me grita que avance hacia él que me pondrá el combustible. ¡Me coge de todo! Soy consciente de donde tengo el coche y sé que sin reductora no voy a salir. Todo el mundo me mira y puedo leer en sus ojos: -Es una mujer, ¿qué hará?

Es agobiante tener a todo el mundo pendiente de tus  movimientos, empiezas a sudar y a hacerlo todo mal. Y tan concentrada estoy en la representación teatral que se espera de mí, que no me he dado cuenta que mi marido ha vuelto.  ¡A esto le llamo yo ser oportuno!  Con toda mi alma le cedo el sitio al tiempo que respiro y le doy las gracias de la que me ha librado.

Hoy, para llegar a El-Golea tendremos que hacer cuatrocientos kilómetros a través de los cuales  no encontraremos nada más que cielo y llanura hasta el horizonte: ninguna casa, ningún pueblo, ninguna estación de servicio...¡Nada! Nos lo tomaremos con calma e iremos haciendo.

« Última modificación: Sáb, 02 Agosto 2008, 00:38:43, am por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #133 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 02:06:17, am »
9.4 De “In-Sallah” a “El- Golea” pasando por “Fort Miribel”

Conduzco mucho rato. La Transahariana en este tramo está bastante bien. Mi marido la recordaba muy estropeada e invadida por la arena, solo transitable por la parte central, y con más agujeros que un queso de Gruyére.

La foto es del viaje anterior de mi marido


De repente  dejamos la llanura y la carretera sube hacia arriba entre buenos barrancos a ambos lados hacia un puerto de montaña. Hay mucha pendiente y en el fondo del barranco que está a mi lado veo a un camión estampado que me impresiona bastante. Yo que soy un poco cobarde, he pasado miedo porque veía venir  los camiones del petróleo, tan grandes bajando bien embalados como si se me tuvieran que tirar encima. El paisaje era precioso pero no lo he podido disfrutar porque tenía que estar con los cinco sentidos en la tarea.

Después de este puerto, bajamos a la planicie del Tademait y, bastante a menudo, a banda y banda de la carretera hay coches carbonizados que quizás algún día protagonizaron alguna aventura  que acabó mal. Generalmente son turismos. Queda claro que no es  el lugar adecuado para este tipo de coches. Da miedo pensar que nos pudiera ocurrir una cosa así.





El viaje se hace largo y monótono. Nos paramos a mirar un cartel  de madera pequeñito y poco legible que hemos visto pasando. Hay una flecha con una inscripción: “Fort- Miribel” 30km al este. Lo buscamos en el mapa y es un antiguo fuerte de los franceses. Queda situado en un punto muy estratégico ya que hay un pozo de agua: “Hassi-Chebaba” y, separa el Erg Occidental  del Erg Oriental, cerca de la pista Transahariana.

A todos nos hace gracia. Salimos de la carretera y por la nombrada pista llena de piedras y baches e invadida por el desierto, nos vamos al fuerte.
Treinta kilómetros, en teoría es poco,  pero como no hay verdades absolutas y todo depende de cómo se mire, treinta km  pueden ser más o menos distancia dependiendo del terreno  que haya que pisar. La pista (¿?) no se termina nunca. Está muy mal, vamos poco a poco y como podemos. ¡A estos treinta km. no se les ve el fin!

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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #134 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 02:10:54, am »

9.5 Espejismos en el camino de Fort-Miribel


Cae un sol que atraviesa y durante todo el trayecto hasta la entrada al fuerte, vemos espejismos.
¡Es divertidísimo! Al fondo, en el horizonte se ve una bahía con agua azul  como si fuera el mar, y en la costa,  bonitas palmeras y una isla. Cuesta de creer que lo que estamos viendo con nuestros ojos sea una ilusión óptica.

Los espejismos son muy curiosos. A medida que te acercas los ves más lejos en el horizonte. Si al paisaje de mar que vemos  se le añade el cielo tan azul con toques lilas, el conjunto es extraño, irreal, como en tantas otras ocasiones  ya hemos podido percibir.
Al final llegamos al fuerte. Es muy grande. Desde fuera tiene presencia  pero por dentro está bastante destrozado. Se trata de una construcción estrictamente militar justo al lado de donde pasaba la antigua pista. Años atrás, esta vía era el único medio de comunicación entre el norte y el sur del país. Era duro circular por ella a causa de su estado.

El fuerte fue utilizado por los franceses contra la gente del país en los años sesenta.  Mirando por las ventanas  de las diferentes dependencias o de los lugares en los que los soldados harían guardias, quedamos todos con el corazón un poco encogido. Tanto a los  niños como a nosotros nos pasa el mismo pensamiento por la cabeza: ¡Los pobres soldados se tenían que volver locos!
De abril a octubre hay unas temperaturas de cuarenta a sesenta grados y alrededor no hay nada y, digo “nada” en el sentido estricto de la palabra ya que el primer lugar habitado hacia el sur es “Foggaret”, a unos tres cientos km. Hacia el norte: “El-Golea” a unos ciento diez, hacia el este hay otros ciento diez de hamada más el mar de dunas del Erg Oriental; y, hacia el oeste, todo el plateau del Tademait hasta Timimoun a unos cuatrocientos km.

Me pregunto ¿ -qué podría pensar, tantos años atrás,  un soldado francés al que se enviaba tan lejos de su casa a cumplir el servicio militar, en un medio tan desconocido como inhóspito y hostil para él, a defender unos intereses y una causa que no le despertarían seguramente el más mínimo interés? ¿Qué ganas podría tener de disparar a los nativos  que se acercaran a buscar agua al pozo? O, ¿qué temores podría sentir al verse obligado a patrullar por el desierto, entre dunas y hamadas bajo un sol ardiente del que no se podría proteger? ¿Del peligro de perderse?...Todo se ve del mismo color y no hay referencias a simple vista.

Al marchar hemos circulado por un trozo de la antigua pista y nos ha llamado la atención una cosa tan extraña, que hemos parado para analizarla bien.  Ha resultado ser un campo de aterrizaje para aviones. En un lado hay una gran “V” hecha de bloques de piedra incrustados en el suelo, y en el otro lado la pista para aterrizar.  Suponemos que la “V” tan grande no era más que una flecha  gigante, una indicación  para marcar la situación del campo, de manera que desde el aire  los pilotos  fácilmente lo pudieran ver.

Volvemos como podemos hasta la carretera que habíamos dejado, y seguimos en dirección a El-Golea. Después de la monotonía del viaje de hoy interrumpida  por los espejismos y la visita al fuerte, llegamos al lugar donde se fragmenta la hamada y cruzamos una barrera de dunas. Son ramificaciones del Erg Occidental. ¡Es tan bonito! No paro de hacer fotos ( que nunca veré porque la cámara –aunque aún no lo sé-, se quedó con el objetivo abierto y le entra la luz.) Todo es de color naranja intenso, incluso el polvillo que lleva el aire en suspensión hace que éste también se vea de este color.

Es extraño para nosotros encontrarnos en medio de montañas de este color. Supongo que no lo es para nadie nacido aquí, pero nosotros estamos acostumbrados a otras tonalidades contenidas en elementos naturales tan diversos como árboles,  rocas, hierbas, flores, ríos...¡Aquí estamos hablando sólo de arena de color naranja!

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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #135 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 02:15:27, am »

9.6 Llegada a El-Golea


Nos damos cuenta que ya estamos cerca porqué empezamos a encontrar puestos vendiendo rosas del desierto. Generalmente son críos que se tiran a la carretera  para que te pares a comprar.  La primera vez nos han dado un susto de muerte.

Los hay que nos quieren vender fenecs, una especie de zorritos con las orejas muy grandes. Los tienen atados  por la pata con un cordel. ¡Nuestros hijos quieren que los compremos todos para poder soltarlos!

El Golea es un oasis de los más grandes que hemos visto hasta ahora. Tiene doscientas mil palmeras bajo las que se cultiva  gran variedad de verduras y frutas como: limones, mandarinas, granadas, albaricoques...y, a ras del suelo, a su sombra, cereales y hortalizas.

La palmera datilera es la reina del oasis. La riqueza de un oasis se mide  por la cantidad de palmeras que tiene. Una palmera da al año aproximadamente treinta o cuarenta  quilos de dátiles. Hay de muchas clases diferentes pero los más buenos son los llamados Deglet-Nour, que significa “dedos de luz” porque según dicen,  recogen cada rayo de sol  y lo convierten en un dulce.

Los dátiles  son la esencia en la alimentación de los nómadas y  la palmera, es una parte de la economía del país. De los troncos se hace vigas, mecanismos para el funcionamiento de los pozos, de las palmas se hacen tejados, vallas para salvar los huertos de las dunas, cestos...y, de los restos, los fuegos para calentarse y hacer el té.

A la entrada del pueblo hay un cartel que no anuncia  El-Golea y me pienso que nos hemos equivocado. Dice: “El-Menia” porque está escrito en árabe. Este pueblo es muy grande, hay mucha gente en la calle y, sin darnos cuenta, nos hemos metido con el coche en medio del “Souk” que es el mercado...con paraditas de verduras, gente comprando, cabras, bueyes, burros, bicicletas...¡Muchas bicicletas! Unas bicicletas negras  y muy grandes, conducidas por niños demasiado pequeños que van de un lado al otro constantemente.

Por las calles –ya no nos extraña-, hay hombres tumbados –que no sentados- en el suelo sin hacer nada, ni siquiera hablar, con sus chilabas largas y oscuras de lana, y con las capuchas caídas hasta la nariz.

Circular por estas calles de entrada al  pueblo es peligroso. En  poco rato ya tenemos un par de sustos gordos –que por suerte terminan bien- y que parece que no asusten a nadie, solo a nosotros. ¡Los demás parece que lo encuentren de lo más natural!

En medio de este jaleo nuestra preocupación se convierte en no atropellar a nadie y en evitar que algún niño en bicicleta no acabe debajo de nuestras ruedas.

Escapándonos como podemos de este lío decidimos que lo mejor es ir directamente al aparcamiento del hotel, lugar donde pensamos pasar la noche y, donde esperamos  tomar una ducha que nos deje como nuevos.
Primero de todo –como ya empieza a ser un hábito debido a las largas distancias- vamos a poner gas-oil y, justo llegar a la gasolinera, nos envuelve una cantidad exagerada de niños. Nos quieren vender puntas de flecha y rosas del desierto a cambio de lo que sea, pero los hombres mayores los echan y los riñen para que no nos molesten.

Compramos pan y nos lo comemos en un momento. En las panaderías siempre hay pan recién hecho, y está buenísimo. Lo hemos comprado para guardar  pero a trocitos ha desaparecido mientras buscábamos el hotel...........................

De fuera parece  una gran cosa, pero una vez dentro todo está estropeado. Les decimos que no se enciende la luz de la habitación y nos responden  que no es ningún problema, que no lo encendamos.  Informamos que la calefacción no funciona y nos dicen que aquí no hace frío(¿?) ¡Por las noches rondamos los cero grados!. Hemos llegado a la conclusión que estas instalaciones las debieron dejar los franceses pero ya no se han mantenido nunca más.
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #136 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 02:21:01, am »
9.7 Antiguos conocidos y una cena

Cuando nos disponemos a coger el equipaje del coche nos encontramos un chico que conoce a mi marido de la otra vez que estuvo aquí y nos invita a tomar un té en su casa. No nos atrevemos a decirle que no pero primero nos queremos duchar. -¡Pas de problem! Dice Kader, y se espera pacientemente en la puerta hasta que acabamos porque aquí, el tiempo no tiene ninguna importancia pero hablar con los amigos sí.

Nos lleva a su casa y nos enseña una habitación donde guarda las rosas del desierto que él mismo ha recogido y que guarda para vender. Ni nos damos cuenta que ya nos ha puesto algunas en las manos y nos dice que son para nosotros. Las rosas de esta región están bien cristalizadas ¡Son preciosas! A los niños y a mí nos da una de pequeñita pero a mi marido le regala una macla de rosa muy grande. En la puerta tiene una que  casi es tan alta como  yo y nos pide una foto. Lástima que no hemos traído la cámara.


Esta foto la hicimos el día siguiente. Hay que fijarse en sus pintas de "modernos", muestra de la juventud  - digamos "rebelde" que conocimos allí.

También es digno de ver como aguantaba aún el jersey de mi hijo pequeño con los días que llevábamos de arena encima. Los pantalones ya había sucumbido y habían terminado en alguna papelera. Llevaba unos de su hermano con muuuuchas vueltas en el dobladillo. En la foto no se aprecia, pero le quedaba un bulto tan enorme en cada pierna que él mismo se tropezaba cuando andaba. ¡Creo que la cintura le llegaba a la garganta!


Este chico, Kader, es muy joven y trabaja de guía en una agencia con otros amigos. Salimos de su casa y nos acompaña a casa de  Abdallah donde nos encontramos con todos. Después de las salutaciones iniciales, Abdallah nos explica que nos han preparado una cena y que el té lo tomaremos más tarde en una zériba en el patio de la agencia.

Este hombre es ya mayor, está casado y tiene hijos pequeños. He visto las zapatillas pequeñitas al lado de la puerta de la habitación de al lado pero no los he podido ver ni tampoco a su mujer aunque lo he pedido. He preguntado varias veces por ella  con la esperanza de verla pero me hace saber que esto comportaría problemas.

El comedor es muy pequeño, hay una alfombra y algunos cojines y, en el centro  una mesa muy bajita. Abdallah trae una bandeja de “ma’karuna”, macarrones con mucho pimiento rojo y, después, un plato grande con una especie de huevos fritos muy raros. A los lados de la mesa trozos de pan para mojar. Aquí no hay platos ni cubiertos, se come cogiendo los alimentos con trocitos de pan directamente de la bandeja.

No estamos acostumbrados, no nos conocemos casi de nada...pero se come de forma muy respetuosa y...lejos de lo que pueda parecer: muy limpia. A cada uno le corresponde lo que tiene delante. Simplemente es una costumbre diferente.

Mis hijos comen bien a gusto. Cuando se les termina el pan que estaban mojando, cogen un trozo del otro lado de la mesa, donde se sientan nuestros anfitriones, y se dan cuenta que está totalmente seco. O sea que a nosotros nos han puesto lo mejor que tenían.

El pobre Abdallah no se encuentra bien. Tiene la cara muy hinchada de una infección muy grande en el oído. Fue al médico  y le recomendó tomar antibióticos pero...en las farmacias no hay. Hace dos o tres días que está así y, a parte de parecer un monstruo y tener la cara  desfigurada, siente mucho dolor. Nosotros tenemos antibióticos en la bolsa y se los damos. Solo le falta hacernos reverencias  de contento que está. Se toma una cápsula y se marcha un rato a la cama mientras nosotros conversamos. Sus hermanos y Kader nos enseñan las fotos de la boda de Abdallah y enseguida se pasan al tema de la política.

Nos hablan de las elecciones y del FIS. No quieren que gane este partido. Les da miedo que represente un retroceso al pasado –como ya nos expresaron los jóvenes de Timimoun-  y porque tienen necesidad de hacer y de acceder a  otras cosas que ahora no pueden.

Kader se quiere casar dentro de tres meses y ya ha retrasado la boda en dos ocasiones porque no consigue el dinero necesario.  Según él, ha de comprar la novia y vale como un camello (son sus palabras). Dice que antes, los padres lo arreglaban cuando aún eran pequeños y, en cambio ahora,  pueden escoger pero...la tienen que pagar como si la compraran a su padre. A Kader le gustaría que una vez casados tuvieran la libertad de ir juntos a cualquier lugar, como nosotros y, que ella, no se tuviera que tapar.

Kader habla y habla. Está contento  porque hoy a medianoche tiene una cita con su prometida. Como yo pongo cara de sorprendida, se ríe y me dice: ¡-Pas de problem!  Yo encuentro muy extraño tanta libertad antes de casarse y tan poca después. De todas formas dice que no se pueden encontrar en su casa sino en la agencia.

Empiezan a explicarnos que ellos son muy “modernos”. Para mí esta expresión no es nueva, ya me suena del chico que nos acompañó a la Sebtka de Timimoun. Hablan de cerveza, de wisky, que se beben las botellas de un tirón...beber, beber mucho y fumar, acostarse tarde y vivir fuera de casa... Estos nuevos hábitos y disfrutar de más libertad son los deseos de la gente joven en estos momentos.

En este lugar también tratan a nuestro hijo pequeño a cuerpo de rey. Nos dicen que aquí a los niños los adoran. Cuando les parece que ya es la hora adecuada nos hacen saber que nos vamos a tomar el té. Yo propongo que primero recojamos la mesa y...me quedo atónita con la respuesta: -¡No!, nosotros aquí jefes, “mujeras recoger”...y tan contentos salen por la puerta en dirección a la agencia (¿?)

A mí  no me cuadra nada. ¿Como puede ser que me hayan estado diciendo toda la  noche que quieren ser como nosotros, poder ir con sus mujeres y compartirlo todo y, a la hora de trabajar, me salgan con esta respuesta?
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #137 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 15:05:24, pm »

9.8 Un té en una cabaña

Por el camino tengo un poco de miedo porque nos hacen pasar por unas callejuelas estrechas, sin luz, totalmente vacías y con muy pocas casas. Impresiona y, ahora comprendo  porqué mi marido no quería –en ningún pueblo de los que hemos pernoctado- ir a pasear de noche por ellas. A mí me hacía una ilusión loca, me las imaginaba muy bonitas.

Nos hace entrar en la  tienda de un vecino para que nos pueda conocer. Es un señor muy mayor y nos extraña su forma tan  diferente de vestir.  Una especie de casquete  pequeño cubre su cabeza y lleva un “serual” (pantalones que  a partir de las rodillas se hacen muy anchos a modo de faldas) y se abriga con “bubú” (chaqueta blanca con las mangas un poco cortas).

Nos explica que él es del FIS y que está muy contento porque finalmente su partido se presenta a las elecciones. Está ilusionado porque está seguro que vencerá. Suerte que sabemos escuchar, porque en poco rato hemos oído opiniones para todos los gustos.

La tienda es la más mínima expresión de espacio. Tiene estantes en todo su alrededor pero prácticamente vacíos, solo veo un par de bolsas de magdalenas y algunas más de dátiles. Estos dátiles me llevan de cabeza porque están buenísimos. Le compramos una bolsa...¡De dos kilos!

Llegamos a la agencia de viajes donde trabajan. Es pequeñita pero bien montada. Hay una exposición muy bonita de objetos antiguos, fósiles, rosas del desierto y minerales.
En la parte de atrás  hay un descampado muy grande –donde algún día quieren hacer un camping- y, allí tienen una cabaña hecha con  cañas y troncos de palmera. Se enciende un fuego y empieza la ceremonia del té.

Aparece Abdallah, contento y con mejor semblante. Realmente tiene la cara menos hinchada y una expresión más tranquila. Él dice que ya se ha curado. Suponemos que al no estar acostumbrado a tomar antibióticos  le ha hecho un efecto espectacular. Le cuesta entender que tiene que seguir tomando toda la caja y a las horas. Cuando ve que se tendrá que despertar a las cuatro de la mañana para una de sus tomas, dice: ¡-Ah, no, imposible! Entonces, mi marido le cuenta que si no lo hace así no se curará y estará otra vez igual. Luego sale con ésta: ¡Ah, no problem, le diré a mi mujer que me despierte!

Hablamos del tema de los tuareg y nos comentan que  a un amigo suyo le quitaron el coche y treinta mil francos franceses. A unos ingleses: un minibús, el dinero y, lo peor, que les dejaron tirados en medio del desierto sin nada. Al oírlo nos  alegramos  de haber recortado nuestra ruta.

Kader ha estado ocasionalmente en Barcelona para contactar con alguna agencia de viajes  y presentar propuestas de organización conjunta de rutas por Argelia. También para vender rosas del desierto. Habla un poco de castellano y también algunas palabras en catalán.

Nos enseñan a escribir nuestros nombres en árabe utilizando la arena del suelo como pizarra. Suerte del fuego y de los tres vasos de té porque hace mucho frío. A las doce de la noche nos despedimos hasta mañana por la mañana. Y quedamos en encontrarnos a las diez para tomar el último té. Abdallah es el primero que desfila pero los otros continúan el jolgorio porque tienen que fumar y  beber todo lo que puedan. ¡Tienen que demostrar con insistencia que  son modernos!
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #138 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 15:09:00, pm »

10 – DÍA 29 DE DICIEMBRE ( fragmentos)

10.1   Una despedida que no se acaba nunca


Nos levantamos a las ocho de la mañana encartonados del frío que hemos pasado en la habitación. Lo recogemos todo porque este mediodía a las doce ya nos vamos hacia Ghardaia. Cuando vamos a pagar nos sorprendemos porque nos cobran la mitad del precio que nos dijeron al llegar al hotel y de lo que nos apuntaron en el papel oficial del cambio de moneda que hicimos al entrar en la frontera y, que al salir, hay que presentar y pasar cuentas.

A la hora de desayunar, no me pongo leche para no pasar por el mismo mal rato que el otro día, pues aún me acuerdo. Ahora ya la conozco por el color y el olor y sé de cierto que la de hoy, también es de camella.

Más tarde vamos a reunirnos con Kader y compañía para tomar un té y despedirnos. Antes de marchar nos gustaría comprar alguna rosa. Nos llevan a un patio que usan como almacén y nos dejan escoger. A la hora de cobrar nos sorprenden porque no quieren cobrar con dinero sino con ropa. ¡Si sólo tenemos la que estamos usando!. Les da lo mismo y se sienten muy bien pagados con mis calcetines  sucios de lana y con un jersey de mi marido. ¡Dicen muy contentos que ya la lavarán! Aunque me piden  -si podría ser- alguna otra pieza de mujer. Les doy una camiseta mía y les aviso que está muy vieja y usada en el viaje pero es a lo que menos importancia dan. Nos explican que  actualmente no hay donde comprar ropa.

Las rosas que hemos comprado son muy bonitas. Las que se hacen en los alrededores de El-Golea son las más apreciadas porque son perfectas. De rosas hay de muchas clases. Las diferencias dependen  del lugar donde se hayan formado y de la composición del suelo, sobretodo de la cantidad de yeso.

Nos decimos adiós haciendo una foto a la rosa grande que hay en el portal de la casa de Kader como quería  y, él y su amigo, nos quieren llevar  al mejor café del centro de la ciudad para invitarnos.

Quieren que vayamos en el coche pero todos no cabemos. Supongo que para ellos la tentación es demasiado fuerte: todo lo arreglan con un ¡–Pas de problem! Y, en un momento se sientan los dos en el asiento del copiloto. Así que yo me tengo que subir atrás con los niños.
¡Pues no van contentos  saludando a la gente que pasa por la calle!  ¡Subidos  en un coche de extranjeros!

« Última modificación: Mar, 25 Diciembre 2007, 20:20:49, pm por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #139 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 15:13:28, pm »
10.2   El mejor café del pueblo

Y llegamos al “café”.  Cualquier idea que se pueda tener en mente de lo que significa la palabra no tiene nada que ver  con lo que encontramos. Se trata de una pequeña habitación con un mostrador al final que tiene un escaparate por la parte de delante lleno de pastelitos.
Aunque el lugar es pequeño, como el mostrador está al fondo, la parte que queda vacía –donde por cierto no hay mesas ni sillas-, está lleno de hombres con sus chilabas, agachados en el suelo en corrillos y apoyados en las paredes, hablando y haciendo tertulia.
Encima del mostrador hay unos distribuidores de batidos, algunas jarras llenas de leche para que quien quiera se ponga en el café, un vaso con agua lleno de cucharillas “limpias” (¿?) y un recipiente pequeño con azúcar.

Kader está muy satisfecho de podernos invitar y muy convencido  nos dice: ¿-Un café, verdad? A mí el café no me gusta. Sin pensar más allá, como un reflejo digo: ¡-No, yo un té, por favor!
¡Ya estamos! ¡Ya lo he estropeado!. El señor que despacha con cara de sorpresa me contesta: ¡-Imposible! ¡El té es una ceremonia! ¡Aquí se bebe café!

Rápidamente me tengo que decidir por alguna cosa. Café no quiero porque aparte que no me gusta me sienta mal. Voy mirando lo que hay pero nada me parece oportuno. Mis hijos se enamoran de los pasteles...¡Que son fluorescentes! Y  de unos batidos de color rosa –también fluorescentes-, que solo de verlos ya duele la barriga.

Mi marido me da la idea: -Pide un vaso de leche –que es de vaca-, y ya está. Justo cuando voy a pedirlo, entra un hombre, se pone a mi lado, y sin decir hola ni nada, coge la jarra del mostrador con las dos manos, y se pega un lingotazo de leche metiendo sus grandes mostachos dentro. Me quedo petrificada y no reacciono. Mientras me dura el shock, por si no había bastante  entra otro y hace lo mismo.

Cuando puedo articular palabra me sale de las entrañas: ¡-Ya no quiero leche! Y pido café para no tener más problemas. Nos ponen los cafés y nos ha tocado estar a la expectativa para saber como hay que hacer las cosas.

Pues había que coger una de las  cucharillas del vaso del mostrador y, con la cucharita "mojada"  -están en agua  y supuestamente limpias-, coger azúcar del azucarero –se quedaba todo pegado-, ponerla en tu taza y menear.
Después de la operación, dejar otra vez la cucharilla en el vaso con agua del mostrador para que la usaran los que vinieran detrás.

Mientras estamos con la tarea, veo un hombre a mi lado que está haciendo el mismo trabajo, pero antes de volver la cucharilla al vaso la lame con mucho gusto (¿?)

Salimos del café , les damos las gracias pero Kader expresa que  como “la mujera” -que soy yo-  quería un té y no se lo ha podido tomar,  tenemos que hacer un té antes que nos vayamos.  Nosotros lo que queremos es marchar porque nos esperan  doscientos cincuenta kilómetros, pero se ponen muy pesados y tanto si queremos como si no tenemos que ir a tomar el té.

Nos salen con todo aquello de  “Prisa mata”, “No problem” , que si a Ghardaia también podemos llegar un poco más tarde...que solo por un té no pasa nada....Y no nos queda más remedio que aceptar.


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« Respuesta #140 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 15:17:08, pm »
10.3   Solo hacer el té

El té se hará en casa de unos familiares de Kader. Viven en una casa muy grande y con muchos lujos –según él- porque ganan mucho dinero. Ella, Yasmina, es enfermera, y su marido Abdul, trabaja en el supermercado del centro. Vamos a su casa que está en las afueras- y está cerrada, no abre nadie. Suponemos que están trabajando y...no nos damos ni cuenta que ya estamos otra vez todos  apretados dentro del coche circulando por la calle principal. Es una hora de bullicio. Hay muchas mujeres que vienen de comprar con el cesto en una mano y, con la otra, aguantándose la  tela blanca que llevan por  encima  para que solo se les vea el ojo por el triangulito. De repente, Kader y su amigo sacan la cabeza por la ventana y se ponen a gritar: ¡-Yasmina, Yasmina! y en un plis plas, me la encuentro sentada a mi lado. Ella, el cesto... Nuestro coche casi se ha convertido en un autobús.

Nos preguntamos como han podido reconocerla. Toda la acera  llena de mujeres  tapadas con esta especie de sábana hasta los pies. Además no se les ve la cara... A mí me impresiona tenerla al lado. Habla por los codos.  Nos explica muchas cosas que con los gestos y las entonaciones de su voz comprendo perfectamente. Me enseña el cesto y se justifica que no estaba en su casa porque había salido a comprar.

Llegamos a su casa y Kader, que sabe un poco de castellano,  va haciendo de traductor. Según Yasmina no hace falta que vayamos nunca más al hotel porque ésta es nuestra casa y siempre podemos venir. Justo al entrar dentro,  se saca su ropa blanca de encima y me sorprendo pues no esperaba que lo hiciera delante de los hombres y  mucho menos delante de un desconocido y no estando su marido en casa.

Se lo pregunto y me dice que no pasa nada, que es joven y “moderna”. En su casa nunca lo lleva. Nos instala en una sala  donde solo hay unas alfombras en el suelo, y nos disponemos a hablar picando unos cacahuetes.

Kader me hace saber que Yasmina me quiere enseñar la casa y, juntas, vamos a dar la vuelta. Es una casa unifamiliar bastante grande , con unas cuántas habitaciones. El suelo está embaldosado y hay de todo: cocina, baño, patio con árboles,  terraza en el piso superior... Viendo las casas que hay por aquí, esto es un palacio. Lo que pasa es que la mayoría de servicios no se pueden utilizar. Hay baño con bañera y ducha pero no hay agua corriente. Hay taza de wc pero no se puede tirar de la cadena. Es decir, que igualmente tienen que ir a la fuente a por agua y tener cubos de agua preparados para la ocasión.

Volvemos a la sala y es hora de hacer el té. Como aquí no se puede hacer fuego, disponen de un pequeño  fogón de gas  que colocan el el centro para hacer hervir el agua. La ceremonia será igual que en Marhouma: todo el tiempo que haga falta...y tres tazas de té.
Mientras vamos hablando, llega el marido de Yasmina. Se llama Mohamed, viene de trabajar y va muy arreglado con un traje al estilo occidental. Nos saluda muy educado,  nos ofrece su casa y se sienta a tomar el té. Al cabo de un momento nos dice: -A estas horas  no podeis marchar, os quedareis aquí  que Yasmina hará un kusküs para comer.
¡Pero si nosotros necesitamos marchar! ¡Tenemos que marchar! Todo el mundo te querría tener en su casa y obsequiarte con lo mejor pero...
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #141 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 15:19:45, pm »

10.4   A la cocina con la “mujera”


En el momento que esta chica se levanta para ir a la cocina, Kader me dice: ¡-Tú, con “mujera” a la cocina! Y me toca  ir con Yasmina. Sería normal ayudarla pero no de esta manera.

Los “hombres” dejan la sala y pasan al comedor. No hay ningún mueble, solo una mesa bajita con un  pequeño televisor. De una habitación contigua sacan muchas mantas y las estiran en el suelo. También traen cojines para sentarnos más cómodamente. Dejan los zapatos fuera, en la puerta, y se sientan delante de la tele comentando lo que estan haciendo y charlando animadamente.
A mí, que les veo desde la cocina me dan mucha rabia:  mi marido, mis dos hijos, Kader, su amigo, Mohamed...

A la cocina de esta casa le pasa lo mismo que al lavabo, no hay agua corriente. No le falta de nada, nada que envidiar que una de nuestras cocinas: mármol, grifos...pero como nada funciona, lo hace todo según las costumbres: en el suelo. ¡Lo cocina todo en el suelo! Yo no sé como ayudarla porque no sé como tengo que hacer cada cosa que me pide. Supongo que la molesto más que la ayudo y me manda a sentarme con los demás. Me siento en el comedor y, cuando no llevo ni dos minutos Kader ya me está diciendo otra vez que tengo que ir con la “mujera”. Lo voy trampeando como puedo. En el fondo también me gusta ver  como hace esta comida tradicional que nos gusta tanto.
Quiero dejar claro que por cocinar en el suelo, no tiene nada que ver con hacer porquerías. Muy al contrario, tengo que decir a su favor que la higiene ha estado presente en todo momento y, si lo hacía en el suelo, era cuestión de tradición o por cultura. Se ha hecho una casa al estilo occidental porque tiene dinero, pero dentro vive como siempre.
La bandeja de kuskus se pone en el centro ( no hay mesa). Es un poco incómodo de comer pero está buenísimo. Hay verduras y un trozo de carne de camello para cada uno. De postres sacan una bandeja de dátiles y un vaso grandioso para cada uno de leche de vaca ”agria”. ¡Los tres nos quedamos de una pieza con el postre! Kader no para de decirnos  que es leche de vaca, dándole mucho énfasis porque aquí es muy cara y nadie se la puede permitir. Es un gran obsequio, pero...

Todos nos lo bebemos haciendo un esfuerzo tremendo. Casi no puedo creer que mis hijos se lo beban sin rechistar y ...¡Con buena cara!
Para variar a mi hijo pequeño le hacen muchas bromas y lo asustan un poco diciéndole que quieren que se quede aquí. Se enamoran de sus ojos y le piden que se quede en esta casa, con esta familia y, que por supuesto,  le cuidarán muy bien.

« Última modificación: Lun, 24 Diciembre 2007, 15:28:44, pm por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #142 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 15:35:01, pm »
10.5   El último té.


Después de comer...claro, hay que hacer un té de despedida. Cuando pienso que queríamos partir a las doce del mediodía...

Esta vez, mientras los hombres estan haciendo el té, Yasmina me invita a su habitación. Me explica que se casó con Mohamed y me quiere enseñar las fotos de la boda y de la gran fiesta que celebraron.
Me enseña la ropa que tiene en el armario y los tapices que le había hecho su madre. El primero que despliega es muy hermoso, y cuando se lo digo, lo dobla en un momento y me lo regala. ¡Yo no lo quiero! Le digo que no puede ser, que lo ha trabajado su madre a mano, que es un regalo de boda...pero Yasmina se siente muy feliz de ver que me gusta y poderme dar una pieza tan valiosa para ella. ¡Me dice que así no la olvidaré!  ¡Y que a partir de ahora somos como dos hermanas!

También me enseña los muebles de la habitación, los únicos de la casa, una cama, un armario y una mesita de noche.
Compartir este ratito con ella me ha gustado mucho. Desde que estoy en este país no había hablado con mujeres ni las había tenido cerca. Casi no me lo puedo creer. Es como si me estuviera enseñando y explicando sus secretos: la fiesta de la boda, los vestidos que llevaba, los dibujos que le hicieron en el cuerpo con henna...que es la segunda vez que se casa, que su primer marido había muerto en un accidente de coche, que tiene un niño de seis años  del anterior matrimonio que vive con la abuela...
Aunque parezca mentira, finalmente nos despedimos. Nos regalan una bolsa de dátiles de dos kilos, y otra de pasta para hacer kuskus. Yasmina me pide si  cuando lleguemos a casa le puedo mandar un bote de miel porque a su marido se la receta el médico y aquí no se encuentra. Intercambiamos direcciones y nos comprometemos a enviarle la miel.
Pasadas las tres de la tarde podemos salir de esta casa –no sin antes hacer unas fotos-.

En el momento de salir le regalo a Yasmina una blusa muy bonita  que guardaba como un tesoro "limpia" en la bolsa de viaje. Pensaba ponérmela el último día para llegar con ella a casa.
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #143 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 22:43:53, pm »
10.6   Hacia Ghardaia.

EL camino es bonito porque  atraviesa cordilleras de dunas. Ya no me sorprenden tanto pero espero encontrarlas porque me encantan.
Para llegar a Ghardaia hay que pasar por un puerto de montaña desde el que se ve la ciudad en el fondo, abajo de todo. En realidad es una pentápolis, o sea cinco ciudades en una. Parecen oasis hundidos.
Ya está oscureciendo cuando llegamos al camping y nos instalamos. Hacemos limpieza del coche y lo reorganizamos un poco. Ya hace días que salimos de casa y era necesario. De todas maneras, la organización del maletero ha sido excelente. De este tema se encargó mi marido. Se molestó durante unos días pensando soluciones sencillas para llevar la carga, y me dejó maravillada porque con unos materiales mínimos como son algunas maderitas y cajas de cartón, obtuvo grandes resultados de aprovechamiento de espacios que, además, a la larga, se ha demostrado su efectividad. Cartones y tableros están haciendo su servicio imperturbablemente. Lo más importante de todo es que siempre tenemos las cosas ordenadas, a mano y...fáciles de encontrar.

Aquí encontramos unos servicios que, sin ser ninguna maravilla, nos hacen olvidar la mala experiencia  vivida en el sur. Me  recuerdan los de Timimoun pero aún están mejor.. Hay tres o cuatro lavabos con algún espejo y todo.. Los wc tienen puerta y, aunque son de “puntería” tienen un grifo que funciona con un cubo para que cada uno  lo deje limpio. Las duchas también tienen puerta. ¡Todo un lujo! ¡Aunque lo digo porque lo comparo con In-Sallah!
Esperábamos encontrar aquí a los de Terrassa pero no es así.

Hacemos una buena cena caliente que nos reanima porque hace mucho frío. Hemos tenido problemas –como cada día- para encender el fogón. ¡Aún no hemos podido comprar unas tenazas! Lavamos los platos, lo guardamos todo, hablamos un buen rato y...solo son las ocho de la noche. Los niños pasan un buen rato jugando con unos gatitos, y bien temprano al saco a dormir.



« Última modificación: Mar, 25 Diciembre 2007, 20:34:14, pm por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #144 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 23:17:51, pm »

11- DÍAS 30 Y 31 DE DICIEMBRE

11.1   La pentápolis 

 


Me despiertan los cantos de centenares de  pájaros. Es muy temprano y está amaneciendo. Hacía muchos días que no me levantaba tan temprano. Cierro los ojos y hago esfuerzos para imaginarme que no los oigo pero al cabo de unos minutos, desde el minarete de la ciudad reza el “Muezzín” y escampa oraciones a través de unos altavoces muy potentes

No hay remedio...nos tenemos que levantar. ¡Hasta que no salga el sol mucho más tarde, el frío aprieta fuerte y ya nos volvemos a pelear con el maldito fogón! ¡Hoy hay que comprar una herramienta sin falta!

Caminamos un buen rato para ir a la ciudad. Ghardaia es una ciudad repartida en cinco zonas. Nosotros estamos en la parte comercial, la más grande, donde hay las tiendas, hoteles...
También hay la ciudad piadosa donde las tradiciones se siguen más rigurosamente. Por la noche cierran las puertas de la muralla y no puede entrar nadie. Su nombre es:”Begui-Isguen”. Solo la pueden visitar los hombres con un guía local –que es gratuito- y no se puede filmar ni hacer fotografías. Es un centro de estudios del Corán con mucha tradición islámica.
La mayoría de hombres que encontramos   van vestidos con serual y bubú. Nos extraña porque hasta ahora habíamos visto a la mayoría con chilaba de lana y capucha, excepto el targuí que iba con gandora, y el vendedor de dátiles que era del FIS y vestía como mandaba la tradición.

También hay “Melika”. Había sido ciudad santa: “Bou Noura” –actualmente destruída- que significa “la luminosa” porque está orientada de forma  que le permitía captar durante más tiempo los rayos del sol.
Y aún  queda hablar de “El Ateuf” que significa “piedra angular”.

Nos llama la atención que la mayoría de personas que vemos  tienen los dientes negros, los ojos desviados y bocios en el cuello. Es tan general que pensamos sea  a causa de la alimentación, carencia de vitaminas o minerales.
También hay muchos abuelos con la espalda muy encorvada, que a partir de la cintura van completamente inclinados  y para andar se ayudan de un bastón.


Esta foto pertenece al viaje anterior de mi marido


Sobre el tema de los ojos, en cuánto a las mujeres, alguien nos explica  que como causa añadida,  viene de mirar por el triangulo del velo solo con un ojo. En épocas de dominio francés, se impuso una norma de   obligado cumplimiento que consistía en cambiar de ojo a cada cierto tiempo. De esta forma trabajaban los dos ojos por igual y no se producía el problema con tanta frecuencia.

Si miramos los pies de la gente que pasa por la calle, nos ponemos enfermos. De calcetines lleva todo el mundo, pero...¡Qué calcetines! A la mayoría solo les queda la parte de la pierna. Del trozo del pie...ni rastro. Tanto en el talón como en  la punta...un gran agujero. ¡Tan grande...que el calcetín ha desaparecido!

El calzado puede ser: unas chancletas más pequeñas que el pie, o unas sandalias más grandes, o unas botas de agua tres o cuatro números más grandes. Está claro que realmente en este país hay una gran falta de ropa y de calzado.

Vamos a ver la importante plaza medieval porticada. Es de un gran encanto: cuadrada, rodeada por un porche por los cuatro costados ocupado por tiendecitas. En la parte central se hace el mercado. ¡Qué mercado!



Nosotros compramos unas tenazas. A ver si a partir de ahora se termina el calvario de poner en marcha el fogón. También compramos un paquete de azúcar y pan. El pan de Ghardaia es un poco más caro pero mucho más bueno. Tiene un punto dulce. Parece brioche de pastelería.

Ya hace días que estamos fuera de casa y algunas cosas se han ido terminando. Una de ellas el papel higiénico. Pues no hemos podido comprar porque no hay. ¡No lo utilizan! En un pequeño establecimiento nos han informado que podría ser, que en algún comercio muy moderno del centro tuviesen. Lo hemos probado pero no ha habido suerte.
« Última modificación: Mar, 25 Diciembre 2007, 20:37:14, pm por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #145 en: Lun, 24 Diciembre 2007, 23:23:50, pm »

11.2   El mercado de la plaza.


Esto sí que no se puede explicar. En el medio de la plaza hay de todo. Paradas de  verduras, de legumbres, de hierbas y especies que la llenan de colores y olores. Alfombras, tapices,  ropa muy anticuada, chechés de todos los colores y medidas, bandejas trabajadas y teteras, carne colgada al sol llena de moscas, pan, mandarinas y...entremedio, el zapatero, el dentista con una caja abierta llena de muelas y dientes para demostrar su experiencia, un bidón muy grande para ir echando la basura, gente...mucha gente comprando y algunos europeos –muy pocos- paseando e intentando hacer algunas fotos de escondidas. Mujeres con sus sábanas blancas encima, hombres  agachados en corrillos  hablando, el señor que arregla garrafas y bidones,  burros que llegan a descargar a las paradas, bicicletas, motocicletas... Por encima, todo está cubierto con una red de toldos que algún día harían mejor su trabajo pero que, con el tiempo, se han convertido en una especie de tiras colgantes de tela requemada por el sol que ya no hacen ningún servicio.




Esta chica joven aún no tiene que taparse la cara


Una mujer casada con su indumentaria


De ropa de vestir hay muy poca, quizás una o dos paradas, con algunas  americanas y pantalones de hombre que me han recordado las fotografías  que tengo vistas en casa de cuando mi padre era pequeño. No sé de donde lo deben sacar pero parece recuperado del túnel del tiempo. También hemos visto alguna ropa de crío pequeño, pero muy poca. De ropa interior...ni rastro. Las chilabas, túnicas y chechés eran abundantes.

A mí las túnicas de las mujeres me gustan mucho. Generalmente son de colores brillantes con dibujos dorados. Cada vez que las veo colgadas en alguna tienda digo que algún día me compraré una, pero solo lo digo...nunca lo llego a hacer.

Entre todo este jaleo nos encontramos a los de Canarias. Han venido como han podido por carretera y ya van hacia arriba desesperados de no poder solucionar el problema de su camión. A estas alturas están mentalizados y conformados. Lo tienen asimilado y se animan unos a otros con la idea de volver en otra ocasión.

Nos vamos a comer y descubrimos que la herramienta que hemos comprado, al primer intento de usarla ya queda fuera de servicio. En El-Golea compramos unas pilas que no duraron ni una hora. La calidad de las pocas cosas que se pueden comprar dejan mucho que desear. No me extraña que tengan ganas de estar más abiertos al mundo y tener de todo...
A media tarde, cuando ya no pensábamos en ellos, llegan los de Terrassa y también se quedarán mañana.
« Última modificación: Mar, 25 Diciembre 2007, 00:22:15, am por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #146 en: Mar, 25 Diciembre 2007, 00:31:03, am »



Fijarse en la mujer. Se aprecia bien  el triangulo por donde puede ver con un solo ojo





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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #147 en: Mar, 25 Diciembre 2007, 00:42:19, am »

11.3       Descanso en Ghardaia


Al hacer el viaje más corto y no llegar hasta la zona del Hoggar por miedo  a tener problemas, nos sobra tiempo. Decidimos  quedarnos aquí hoy y mañana. Nos irá muy bien para descansar. Nos dedicamos a pasear, a mirar tiendas, sobretodo las que están el la plaza debajo de los porches. Pasamos horas en el mercado mirando tapices y alfombras, y me quedo encantada escuchando las explicaciones del significado de los dibujos y colores.
Me gustan las bandejas para preparar el té. ¡Algunas son exageradamente grandes! Compramos una trabajada con dibujos geométricos. Nos entretenemos en los puestos de minerales y de rosas del desierto.  Mis hijos hacen caminos y caminitos  siempre al mismo escaparate.  Les llevan de cabeza unas cajitas transparentes dentro de las cuales hay un escorpión disecado. También les vuelve locos unas botellas de cristal llenas de arena de colores representando paisajes del desierto con amaneceres incluidos. Se han ido reservando los dinares hasta llegar aquí y, ahora, como ven tantas cosas bonitas, se pasan el día haciendo números. A algún vendedor creo que ya lo tienen bien amargado y harto.

Por la tarde, con nuestros amigos hemos subido a la montaña para ver la pentápolis y nos hemos quedado allí hasta la puesta de sol. De mientras hemos disfrutando haciendo fotos (que yo no veré jamás), y hemos intercambiado las vivencias de estos días desde que nos separamos en Timimoun como por ejemplo lo que les ha pasado hoy cuando llegaban a Ghardaia:  les ha parado un control de  policía y les han registrado Les han encontrado francos franceses y se los han quedado. Nosotros hemos tenido suerte pues  desde el primer día  no hemos encontrado ninguno más.

Ellos fueron hasta “Borj  Omar Driss”, bastante hacia el este, debajo del Erg Oriental. Lo que más me gusta de sus explicaciones es que cruzaron una hamada llena de gacelas que corrían y saltaban  alrededor del coche.

Para acabar de pasar la tarde, hemos ido a ver un zoológico. Es muy pequeño. Se trata de un señor que se dice amante de los animales y los ha ido instalando en jaulas en el patio de su casa.  Me dan escalofríos  las serpientes. Tiene una jaula llena de  víboras cornudas. Son unas serpientes muy peligrosas. Las coge ayudado por un bastón y hace el numerito  apretando las glándulas venenosas y haciendo que éste caiga en el suelo.



Paseando entre las jaulas nos hemos dado cuenta que hay turismo del mismo país. Se les ve muy arreglados –en general al estilo europeo- y se hacen fotografías al lado de cualquier detalle. Coincidimos que son personas que viven en la capital o en ciudades grandes del norte, con cargos importantes en sus trabajos, que les permiten  tener buenos ingresos y contacto con otros tipos de vida. Se les ve más abiertos. Nada que ver con los habitantes del sur.


11.4      La oración del Muezzín


 
Su voz suena cinco veces al día invitando a la oración: al alba, al mediodía, a media tarde, al atardecer y por la noche.
Se puede rezar en cualquier sitio pero se tienen que dar dos condiciones: tener intención de rezar, y estar en estado de pureza.
Antes de rezar la persona tiene que lavarse las manos, los pies, los oídos y el olfato. Si no dispone de agua lo puede hacer de forma simbólica con arena.
Por todas partes hemos visto que la gente tiene una pequeña alfombra siempre a punto. Cuando es la hora, la sacan, la ponen en el suelo, y se arrodillan  para rezar. Lo vimos ya en el barco aunque no había Muezzín. Lo hemos visto en los campings donde pueden estar trabajando y, de repente, se paran cogen la alfombra y a rezar. También lo hemos visto en la carretera. La primera vez nos paramos a ayudar pensando que se le había estropeado el camión a un  chico, y cuando llegamos, ya estaba de rodillas en la alfombra, de cabeza en la arena, rezando con mucha devoción y concentración. Naturalmente, de cara a La Meca.

Quizás porque en Ghardaia hemos permanecido más tiempo, he oído el Muezzín cantar a lo largo del día. Me ha parecido que es mucho cinco veces. Cuando te acuestas te das cuenta que tienes aquella cancioncilla en la cabeza. En realidad está flotando todo el día en el ambiente y acabas oyéndola siempre, aunque no esté sonando.

« Última modificación: Sáb, 02 Agosto 2008, 01:05:12, am por dunesdesorra »
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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #148 en: Mar, 25 Diciembre 2007, 14:55:23, pm »
excelente redaccion  :o

esto engancha

que lujo señores...

sigue por favor dunes ;)
el_dueño
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No te adaptes al campo... SE DE CAMPO! ;D



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Re: Apuntes de un viaje a Argelia
« Respuesta #149 en: Mar, 25 Diciembre 2007, 18:38:23, pm »
excelente redaccion  :o

esto engancha

que lujo señores...

sigue por favor dunes ;)


Muchas gracias y me alegro que te guste. :)

Cuando lo escribí lo hice más que nada por mí. Ya lo he dicho al principio del post, si en aquel momento no lo llego a hacer...reviento.

Fue mi primer contacto con Africa y ya ves qué cantidad de experiencias.

Dunesdesorra
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