Jueves 11 de junio de 2009. 18:30 horas. Festivo en Madrid. Es el
Corpus Christi. Un alto en nuestro viaje con la
furgo para hacer unas compras por el centro y degustar unos chocolates suizos en esa sección llamada
El Club del Gourmet... por todas partes hay chavales de aspecto informal, como despistados, pero con un signo común:
los cascos tipo MP3 en las orejas. Son los
vigilantes de seguridad infiltrados para pillar a los amigos de lo ajeno si no les apetece pasar por caja.
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El vigilante de negro es uno de ésos sin uniforme, como los otros dos de blanco.
Acaba de pillar a esta ancianita mangando en la planta de supermercado un paquete de obleas de barquillo ocultos en el bolso.
La tía
se hace la sueca y los trata como si fueran sus nietos dándoles cariñosos empujoncitos y les dice, quitándole importancia al hurto, que tiene incontinencia urinaria y que no está dispuesta a subir al cuartito de identificaciones a pesar de que ellos amenazan con denunciarla a la policía.
Un tira y afloja que duró un montón pero del que sólo grabamos unos segundos por si nos requisaban el móvil.
Las abuelitas –está visto– ya no son como las de antes. ¿Será la crisis?
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